La Sierra Nevada de Santa Marta es conocida por la comunidad indígena, Arhuaca, como ‘El Corazón del Mundo’. Un territorio considerado sagrado dónde se presenta desde bosques tropicales al nivel del mar, hasta glaciares y picos nevados de mayor altura en Colombia. Lo que genera una alta riqueza en biodiversidad, siendo el hogar de más del 35 % de las especies de aves en el país.
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Sin embargo, los 17.000 kilómetros cuadrados de este territorio, que fueron declarados reserva de la biósfera por la Unesco en 1979, actualmente se encuentra en estado de amenaza a causa de los incendios provocados por las personas, el avance desmedido de las fronteras agrícolas, cultivos ilícitos, entre otras razones.
Por ello, la necesidad de crear una ruta que priorice su conservación. Así nace el Plan Jaguar Arhuaco. Un trabajo liderado por mamos y autoridades tradicionales, desarrollado en conjunto con la empresa extranjera, ISA y la asesoría de la Fundación Herencia Ambiental Caribe.
La investigación, que duró más de tres años e incluyó diálogos, diagnósticos, trabajo de campo e identificación de proyectos, con más de 420 indígenas, vio la luz este martes 29 de noviembre, en su lanzamiento en el Planetario Distrital.
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El plan contempla 17 proyectos que responden a las principales necesidades del territorio, como desarrollar un sistema educativo indígena propio, recuperar el conocimiento ancestral, implementar sistemas productivos, acciones de preservación y manejo sostenible de los bosques, proteger la biodiversidad, adoptar medidas de convivencia humano - felino, contribuir a la mitigación del cambio climático, generar beneficios para las comunidades, entre otras.
“Con esta iniciativa tenemos un propósito claro: proteger y recuperar un territorio sagrado, que forma una red de ecosistemas y alberga innumerables formas de vida, que no solo beneficiará a los 46 mil arhuacos que habitamos allí, sino a toda la humanidad. Por esto queremos tejer alianzas estratégicas y buscar cooperación de diferentes actores para garantizar el futuro de la Sierra Nevada de Santa Marta”, explicó Gelver Zapata, coordinador del Plan Jaguar y líder del pueblo arhuaco.
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Aunque desde los aliados proyectan una implementación de estos puntos en aproximadamente 30 años, la comunidad Arhuaca, tiene otra visión. Pues dicen, no hay tiempo definido, ya que participarán varias generaciones y espiritualmente así no funciona para ellos.
El Jaguar: regulador del ordenamiento del territorio ancestral
Los arhuacos conciben la aparición del jaguar como una manifestación de lo sagrado. Considerándolo como un guerrero, gobernante, guardián y portador del linaje.
Sus tradiciones les dan a entender que son los jaguares los guardianes del conocimiento, es decir, grandes sabios que tienen manejo normativo de los fundamentos tradicionales del conocimiento territorial.
“El jaguar es un sistema de balance y contrapesos del bosque y la selva. Pero desde la perspectiva espiritual es el regulador también del comportamiento y el ordenamiento del territorio ancestral. Eso pasa con estas poblaciones que entienden la conexión con este animal como el ‘Corazón del Mundo’”, aseguró Carlos Castaño, director de la Fundación Herencia Ambiental Caribe.
Aunque los indígenas saben la importancia de su cuidado y por ello día a día trabajan para conservarlo, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza -UICN-, clasificó a este felino trepador en la lista roja, al ser una especie casi amenazada, ya que su población ha disminuido considerablemente.
Pues aunque habitan en zonas muy conservadas y pueden coexistir en fincas ganaderas, plantaciones, campos petroleros y mineros que están cerca a los bosques, cuando su hábitat ha sido invadido o alterado, se han registrado casos en que han sido asesinados por cazadores o pobladores que ven amenazada su producción.
“Las percepciones falsas hacen que las personas no sepan convivir con este felino. En Colombia, no existen registros de ataques voluntarios de jaguares a humanos. Este animal solo es peligroso si se siente amenazado”, indica ISA.
Y precisamente una de las principales amenazas, es que su hábitat está siendo fragmentando: ya no tiene la cantidad de bosques que necesita para cazar, vivir y reproducirse. Además, el tráfico ilegal de piel y sus partes hace que sea una especie apetecida por cazadores.
“La clave es no atacarlo. No perseguirlo. Entender que el territorio hay que compartirlo. No todo el lugar que ocupo es para mí. Si no que viven otros seres, como los jaguares. Es un acuerdo. Además, reconocerlo espiritualmente para que esté bien conmigo y no nos veamos como enemigos”, asegura Guriwun Torres, indígena arhuaca y Bióloga de la Universidad Nacional.
Torres, responde también que para que otras poblaciones entiendan de su importancia, no está en que ellos les enseñen sobre como convivir adecuadamente con ellos, sino “es encontrarnos para dialogar que podemos hacer. Es la única forma en que nos podemos entre todos”.
Además, finaliza diciendo que si este felino continúa siendo amenazado, las otras especies lo están “y por ende, lo estarán las comunidades indígenas”.
Chapó: Este martes, la Unesco inscribió en su lista de patrimonio cultural inmaterial el sistema de conocimiento ancestral de los pueblos Arhuaco, Kankuamo, Kogui y Wiwa.
Dato: De los 173.000 jaguares que existen en el continente americano, 16.598 están en Colombia.
Cita destacada: “Dónde hay felino, dónde hay jaguar, hay lluvia. Y dónde hay lluvia, hay bosque. Y dónde hay bosque todos cabemos, porque es el pulmón de cada uno”, mamo arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta.