Sarah Regan, una mamá australiana, estaba cambiando el pañal de su hija, Birdie, cuando se percató que tenía un leve sangrado. Inmediatamente, acudió al médico creyendo que podía tener una infección renal, pero una vez le practicaron varios exámenes, le diagnosticaron pubertad precoz. “No sabía qué pensar, no sabíamos mucho al respecto y nunca habíamos oído hablar de eso antes”, narró para el portal de noticias ‘Kennedy News’.
Fue por medio de pruebas hormonales, radiografías y ecografías, que los profesionales llegaron a esa conclusión y descubrieron, además, que sus huesos correspondían a una bebé de 18 meses.
Para Sarah, esta noticia ha significado todo un reto, pues cuando va a la guardería, “tengo que explicar que si encuentran sangre en su pañal, es por eso y tenemos una nota del médico para asegurarnos de que nadie se preocupe”.
Ahora, Birdie tiene dos años y debe someterse a pruebas hormonales, ultrasonidos y rayos X cada seis meses para verificar que todo esté bien, a pesar de sus leves sangrados con regularidad. “Como su madre, espero que no afecte su apariencia y crecimiento más que a cualquier otro niño de su edad”.
E indicó que si la condición de su hija avanza rápidamente, considerará el uso de inyecciones hormonales. “Como su madre, espero que no afecte su apariencia y crecimiento más que a cualquier otro niño de su edad”.
¿De qué se trata la pubertad precoz?
El pediatra Temboury Molinam, define la pubertad precoz como “la aparición progresiva de signos puberales por debajo de 2,5 DS de la media para una población determinada”. Lo que implica “no solo cambios en las mamas y genitales, sino también aceleración del crecimiento y de la edad ósea”.
Como Birdie, es demasiado pequeña, se hace difícil saber con exactitud qué otros síntomas tiene, como cambios de humor o dolores menstruales. “Ella no tiene vello púbico ni senos, lo que algunos niños que padecen la condición pueden tener”, dijo su mamá.