Tras varios años de haber callado los abusos de los que fue víctima, un hombre que fue abusado en su infancia por un sacerdote de una parroquia en Medellín finalmente decidió hablar. El cura utilizaba las propias limosnas que le daba la comunidad religiosa para comprar su silencio, según él mismo denunció.
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Esta denuncia fue recopilada por Vorágine, medio al que Carlos contó lo que vivió cuando a penas comenzaba el bachillerato y cuando el sacerdote ofreció a los jóvenes de su colegio que iniciaran su proceso de formación en la Iglesia Católica en el Seminario Menor de Medellín.
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Carlos aceptó este llamado y su familia muy entusiasta lo apoyó. Sin embargo, y tras ocho meses de que todo transcurriera con normalidad, siendo acólito de la iglesia, y llevándole al padre todos los días la limosna que se recogía en las misas, sufrió del primer abuso sexual que le cambió la vida para siempre.
El sacerdote, José Hallen Rave, según Vorágine, que trabaja actualmente en parroquia Nuestra Señora de la Asunción, en Copacabana, Antioquia, aprovechó la confianza que ya había forjado con Carlos para bajarle los pantalones y abusar sexualmente de él, según denunció a este medio.
Para poder comprar su silencio, el cura cogía dinero de la limosna y se lo daba para que no hablara con nadie al respecto y que lo que pasaba en aquella habitación del sacerdote, justo al lado del templo que llama ‘lugar santo’, no saliera de esas cuatro paredes. Así sucedió por año y medio cada mes, puesto que como acólito, Carlos estaba en su obligación de llevarle diariamente la limosna, luego de haber cerrado la iglesia y recogido todo allí dentro.
El sacerdote alegaba que lo que estaba haciendo era enseñarle sobre sexualidad para que nunca abusaran de él. Irónicamente, el hombre desadaptado le estaba causando el daño del que juraba estarlo protegiendo.
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Carlos nunca habló hasta recientes días, en los que decidió contar su historia después de 20 años de silencio. “Este señor era una figura pública dentro del barrio, yo era un peladito, quién me iba a creer. Yo nunca quise hablar por pena, creía que me iban a ridiculizar; también por miedo, porque iban a pensar que yo era homosexual. Me daba vergüenza contar que había sido con un adulto. Nunca tomé la iniciativa de contar ni denunciar, de hecho siempre me dije que me iba a morir con este secreto”, dice al respecto.
Sin embargo, Carlos decidió hablar al respecto y acusar al cura que hoy, con 78 años, sería aún miembro activo de la iglesia y es incierto si lo habría seguido abusando de otros menores de edad más. La Iglesia Católica perdió un creyente debido a esta aberrante situación, pues Carlos se alejó de la iglesia y nunca más volvió, sin decir una sola palabra de lo que le había ocurrido e incluso haciendo otras cosas dignas de expulsión para poder salir de allí sin contar lo que le pasó.