Este miércoles, el presidente, Gustavo Petro, viajó a Caldono, Cauca, para asistir a la Clausura de la Minga Política y Cultural por la Defensa de la Vida, el Territorio y la Paz.
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Allí, junto con las comunidades indígenas, se refirió no solo a la Reforma Pensional, sino también a las dificultades para avanzar en la Reforma Agraria Integral.
Respecto a esto último, aseguró que hay funcionarios en su gobierno que son enemigos internos que se oponen a las propuestas de cambio. “Es un enemigo interno representando por creencias, maneras de pensar. No simplemente por personas. Que al final, lo que producen en concreto, es que no se permitan los cambios a pesar de que el presidente quiera”.
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Y posteriormente finalizó refiriéndose puntualmente a la Reforma Agraria, donde al aparecer crítico a su ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo. “¿Eso es lo qué vamos a vivir? Entonces proponemos la Reforma Agraria y alguien dice ‘no, no se puede comprar las tierras’. Y entonces entre la discusión pasan dos, cuatro, ocho meses, un año y se nos fue el tiempo”.
Petro trinó y dijo que críticas no eran para MinHacienda
Ante las dudas y el cuestionamiento sobre si el jefe de estado se había referido al ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, en estas recientes declaraciones, publicó un mensaje a través de su cuenta en Twitter, desmintiendo que esto no era así.
Y lo hizo respondiéndole al subdirector de información de la Revista Semana, Yesid Lancheros, quien también se preguntó esta hipótesis.
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“Deja de sembrar cizaña Yesid. El enemigo interno es el acumulado de normas y pasos hechos en la administración nacional durante décadas para defender intereses particulares poderosos e impedir los cambios en favor de la gente”.
Su respuesta fue cuestionada por la investigadora y excandidata al Senado por el Nuevo Liberalismo, Sandra Borda. “Esta respuesta devela una incomodidad con la institucionalidad (el acumulado de normas) que me resulta preocupante. Si la institucionalidad existe en virtud de intereses particulares, se empieza a allanar el camino para no respetarla”.
Y agregó que si se habla de las normas y la institucionalidad como enemigos internos, es preciso prender las alarmas. “Pensar en esa institucionalidad como la representación de los intereses de unos pocos y como un obstáculo a la voluntad del presidente tiene tufillo autoritario”.
