La periodista colombiana, Diana López Zuleta publicó este martes un artículo en el medio El País de España, en el cuál abordó, gracias a un estudio del Fondo Monetario Internacional (FMI), cuáles son las carreteras más rápidas y lentas del mundo.
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A través de la herramienta de Google Maps, el organismo analizó las carreteras de 162 países para establecer el tiempo, en promedio, que le lleva a las personas conducir de una ciudad a otra que están distanciadas en al menos 80 kilómetros.
Colombia, Bolivia y Ecuador, son los territorios con las carreteras más lentas del mundo, con una velocidad entre 30 y 60km/h. Frente a Estados Unidos, Canadá, Australia y Francia, donde los conductores se movilizan desde 91 hasta 110km/h.
“El estudio muestra que la calidad de las carreteras está asociada con los tiempos de viaje. Si bien aclara que su medición no incluye factores como la seguridad vial, las distintas formas de transporte como el ferrocarril o la congestión durante las horas pico, las carreteras lentas sí representan un obstáculo para el desarrollo económico de los países”, dice Zuleta.
¿Cuáles son los principales factores?
La periodista consultó con Germán Pardo, presidente de la Sociedad Colombiana de Ingenieros, un órgano independiente y consultivo del Gobierno nacional, quien le contó que parte de esta problemática es que las megaobras se desarrollan por un periodo de cuatro años (mientras dura el gobierno de turno) y no como plan de estado.
“Al plan de desarrollo vial de Colombia le quedan por lo menos diez años más y la lentitud en la infraestructura vial influye el déficit fiscal que tiene el país. El gobierno debe tener un mayor control en los diseños, mejor planeación y transparencia en los procesos de contratación”, señaló Pardo.
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Adicionalmente, también afecta casos de corrupción como el de Odebrecht en el que el estado perdió millones de dólares en un proyecto lleno de irregularidades como lo fue la Ruta del Sol. O también, la caída del puente de Chirajara en 2018 (Autopista al Llano) que dejó nueve muertos y cientos de heridos.
“Las carreteras de alta velocidad que pueden transportar bienes a clientes en mercados lejanos aumentan la productividad, reducen la pobreza y contribuye de manera importante al desarrollo económico sostenible e inclusivo”, indica el estudio de la FMI.
Por último Pardo y el docente de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario, Óscar Armando Mejía, (consultados también por la periodista) coinciden en que es más sencillo mantener las vías que arreglarlas una vez esten en mal estado.
“El peor error de Colombia fue perder sus vías férreas. Somos uno de los pocos países que no tiene y dejamos perder el ferrocarril. No solamente se trata de construir carreteras, sino desarrollar medios alternativos de transporte”, afirmó Mejía.