Camila fue víctima la mitad de su vida de abusos sexuales y violencia de todo tipo, pero logró escapar luego de 10 años de un angustioso cautiverio, junto a su hijo, precisamente fruto de las violaciones que en repetidas ocasiones sufrió. Le contamos su historia.
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Su historia se remonta a cuando sus papás la dejaron en compañía de sus hermanos de 6 y 8 años, siendo ella la mayor con 12, a cargo de su maestra mientras sus papás buscaban mejores oportunidades en Estados Unidos.
Los tres menores de edad quedaron bajo el cuidado de esta mujer, la cual se los llevó a una localidad de Ecuador, 380 kilómetros al sur de Quito, la capital de ese país. Además, en esta casa vivía el hermano de la profesora, quien terminó siendo principal victimario de la joven.
Al parecer, y según afirmó la joven víctima, la profesora había tenido una relación con su propio papá, sin que su mamá se diera se diera cuenta, por lo cual confió en ella ciegamente para dejarlos a su cargo. Sin embargo, con los meses, la situación para ella y sus hermanos se tornó violenta.
La joven comenzó a sufrir abusos sexuales todos los días en la tarde, que provenían por parte del hermano de la profesora que la cuidaba. Lo peor de todo, es que cuenta que la mujer sabía sobre estas violaciones y no hacía nada al respecto.
Adicionalmente, la joven contó que constantemente la mujer les impedía hablar con su madre en Estados Unidos y que no les compraba pertenencias a pesar de que su papá le daba dinero a la profesora.
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“No nos alimentaba, no nos dio educación, solo estudié hasta octavo año, tampoco nos compraba ropa a pesar de que mi padre le daba dinero. Ella le decía que estábamos bien, no nos permitió tener comunicación con mi madre. Nos repetía que ella no nos quería. A mis hermanos los hacía dormir en la calle y no les daba de comer. Sabía lo que me hacía su hermano, escuchaba mis gritos, producto de tantos abusos, salí embarazada, tengo un niño de 4 años”, fue el duro relato de la joven.
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Ahora, con 22 años, la joven cuenta que su papá murió por Covid-19 en Estados Unidos y que su mamá no ha podio regresar al país por cuenta de una demanda de 34.000 dólares por alimentación. El pasado 31 de marzo, con 1,50 dólares, la joven logró escapar de la vivienda en la que estaba en cautiverio, aprovechando que no había nada.
“Cada vez que me encontraba una moneda, la escondía, ya me había dado cuenta de que el candado estaba dañado, por lo que aproveché para escaparme, pero no pude llevarme a mis hermanos. Temo por sus vidas”, relató.
Kelvin Ronquillo, abogado de la joven, informó sobre dos denuncias ya instauradas en contra de los agresores, luego de que pudo escapar e informar sobre su situación. “Es terrible lo que esta joven soportó y lo que hizo para escapar. Esa señora sabía todo lo que estaba pasando, ella fue autora y cómplice, incluso los torturaba metiéndolos en un tanque con agua, estas personas deben pagar por lo que le hicieron a estos niños. Hay penalidades y fuertes”, concluyó.