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Pacientes de dos fundaciones de Ipiales eran sometidos a escalofriantes prácticas de tortura

Fundadores y empleados de estas dos fundaciones de rehabilitación fueron enviados a prisión. Le contamos los detalles de la investigación.

La Fiscalía General de la Nación logró la judicialización de 9 personas, entre creadores y empleados de dos fundaciones de rehabilitación que operaban en Ipiales (Nariño), donde presuntamente sometían a los pacientes a tratos deplorables y diferentes tipos de tortura.

Tras la imputación de cargos que el ente acusador les hizo a los procesados por los delitos de concierto para delinquir con fines de tortura; fraudulenta internación en asilo, centro médico o establecimiento similar; y actos de discriminación, un juez de control de garantías de Ipiales impuso medida de aseguramiento en centro carcelario para ocho de ellos, y detención domiciliaria para uno más.

Se trata de los hermanos Jaime Alberto y Alex Andrés Benítez Benavides, conocidos con el alias Los Pájaros; Maira Isabel Medina Guerrero, Luis Guillermo Jajansoy Juajibioy, Herlandy Ferney Yama Coral, Héctor Fabio Villa Anama, Diana Carolina Vallejo Jaramillo, así como los también hermanos Edinson Martín y Daisy Elizabeth Ruano Cabrera.

Según las investigaciones adelantadas por la Fiscalía, los hechos se habrían presentado desde el 24 de enero de 2020 hasta el pasado 23 de noviembre en las fundaciones Ría Nazareno y Proyectos Vida, ubicadas en el centro de Ipiales y la vereda San Francisco del municipio de Contadero (Nariño), creadas por los hermanos Benítez Benavides como entidades sin ánimo de lucro, cuyo propósito era prestar servicios de rehabilitación a la población afectada por el consumo de drogas y alcohol.

Pacientes de dos fundaciones de Ipiales eran sometidos a escalofriantes prácticas de tortura

En desarrollo del proceso se evidenció que no contaban con los permisos y autorización de la Secretaría de Salud Ipiales y la Secretaría de Salud de Nariño para su funcionamiento.

Asimismo, se determinó que las personas designadas para realizar los tratamientos y la rehabilitación de los pacientes no eran profesionales en sicología, sicoterapia, enfermería u otras áreas afines.

De acuerdo con las denuncias recibidas, estas dos fundaciones se convirtieron al parecer en centros de tortura, pues relatos de pacientes señalan que allí les realizaban prácticas de dolor y sufrimiento tanto físico como sicológico, indicándoles que eran métodos terapéuticos de recuperación.

Se conoció que presuntamente los procesados les propinaban golpizas a los pacientes con tablas de madera, les aplicaban choques eléctricos con pistolas Taiser en varias partes del cuerpo, los encerraban de manera prolongada, los obligaban a ingerir alimentos descompuestos y tomar su orina como bebida, consumir alimentos cocinados con jabón o detergentes, y los sometían a métodos de asfixia y ahogamiento.

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