Así como el ciclo de vida en la naturaleza, en el cual, los animales nacen, se reproducen y mueren, el Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos, ubicado en los límites del corregimiento de Camarones en jurisdicción de Riohacha, cada año depende de los periodos de lluvia y de sequía para mantener el equilibrio en este ecosistema.
En el Parque conviven siete comunidades wayuu, muchas de ellas no se encuentran ni en los planos de google maps. De la comunidad de Chentico, donde viven alrededor de dos mil wayuu, proviene uno de los guías de locales, Arístides Epieayú.
Este guía, capacitado por el SENA, realiza un tour a los visitantes a bordo de un bote velero, solo impulsado por el viento. Como el santuario es un área protegida por Parque Nacionales Naturales de Colombia, no se permiten usar motores fuera de borda, porque ahuyentan a las aves y contaminan el sistema de estas ciénagas.
Los locales afirman que el comportamiento del flamenco es diferente a las otras aves, no les gusta compartir con otras especies y solo permanecen independientes en sus colonias, por lo que son muy particulares y protegidas por el pueblo wayuu. Su pelaje cambia con el paso del tiempo de blanco a gris y los adultos son rosados, su color característico.
La tranquilidad es una de las condiciones que necesitan estas aves para poder asentarse por varios meses en este santuario, porque a los flamencos no les gusta ser molestados por agentes externos.
El flamenco caribeño se alimenta mediante filtración de larvas, moluscos y de la artemia salina que es un crustáceo pequeño y que le da su color característico al plumaje del flamenco.
“El flamenco es un ave migratoria que le gusta estar sola. No les gusta incluso reunirse con otras aves, como el pato o el pelícano. Viaja desde el Caribe cubriendo las islas de Bonaire, Curazao, Margarita, Venezuela y Colombia”, dijo a PUBLIMETRO Arístides Epiayú, guía local.
Durante los meses de agosto y septiembre la laguna empieza a llenarse por la acción de las lluvias y al llegar octubre, este cuerpo de agua está rebosante de vida, terminando la temporada en diciembre y llegando hasta enero del próximo año.
“La profundidad de la laguna es de 30 a 40 centímetros no es muy profunda y entre los meses de sequía hasta se realiza senderismo caminando por el parque, donde los visitantes pueden apreciar gaviotas, gaviotines y otras especies de aves y depende de cómo esté el clima pueden encontrarse las colonias de flamencos”, comenta Roberto Sotillo, guía local.
El tour tiene una duración de dos horas y los guías recomiendan no lucir ropa con colores llamativos porque esto aleja a las aves para poderlas apreciar.
“Estas aves llegan al parque en temporada de lluvia cuando está la laguna llena, porque ellas consumen la artemia salina y otros crustáceos y al estar la laguna seca esos microrganismos mueren y queda poco alimento en un ciclo natural”, explica Epiayú.
Los guías señalan que en la temporada alta se puede llegar a avistar entre cuatro mil a cinco mil aves, que tienen esta cita anual en el santuario natural.
Sin embargo, en época de sequía la laguna se saliniza y muere todo en sus aguas como los peces, el camarón y la jaiba. Estas vuelven a renacer cuando regresa el agua dulce con el periodo de lluvias. Para los residentes todo se trata de un proceso natural que ocurre cada año.
El parque cuenta en su interior con cuatro ciénagas, en las cuáles se puede navegar: Ellas son: Navío quebrado, Laguna grande, Sabalete y la Laguna de Chentico, cercana a esta comunidad wayuu, con el mismo nombre.
“En los tiempos de antes se decía que llegaban los españoles y aquí cuentan que quedó el casco de un barco encallado en el agua, por eso se llama Navío quebrado”, recuerda Arístides.
Estas lagunas poseen afluentes de agua dulce, como son el río de Camarones y el río Ranchería, que parte de sus aguas desembocan en estas lagunas. De igual forma, es el mar de leva permite que el agua salada se mezcle con el agua dulce y la vida se reproduzca en este lugar.
Dentro de su flora, este ecosistema posee tres clases de manglar: el dulce, el rojo y el salado y allí conviven el pelícano, las gaviotas, garzas y patos cormorán y espátula, gaviotines, chorlas, chorlitas y fregatas, entre otras.
En la mitad del ciclo de su vida, el flamenco pone un solo huevo al año y el macho y la hembra cuidan de la cría, pero anidan y tienen a sus crías en otros lugares como en la Laguna de Olivos o en las Islas Margarita, en Venezuela.
El flamenco es un ave muy fiel y monógama. Solo tiene una pareja de por vida, que por lo general, conoce por primera vez en La Guajira y pueden durar su periodo de vida en pareja hasta cuarenta años.
“Ellos vienen más que todo a alimentarse y a aparearse porque es un sitio tranquilo donde pueden encontrar a ese primer y único amor”, sonríe Arístides.
Rodeados de agua pero sin el líquido
Una de las problemáticas de las comunidades que rodean a este paraíso natural es la falta de agua, el líquido pese a los ríos que bajan de la Sierra Nevada, no llega en forma fluida a la comunidad de Camarones y sus alrededores y es por ello que sus habitantes cierran, en algunas ocasiones, la vía hacía Riohacha en protesta por la falta de agua.
“La necesidad que más tenemos acá es la falta de agua y sufrimos en tiempo de sequía cuando la laguna se seca. Más arriba en las rancherías tenemos unos pozos y jagüeyes donde recolectamos agua lluvia y la usamos los wayuu para las faenas, pero no para consumir, porque allí llegan a beber muchos animales como chivos y otros”, lamenta Arístides.
Una pimpina de 20 litros de agua de un carrotanque está costando mil pesos y un tanque de agua puede llegar a costar 15 mil pesos en esta zona. “Esta agua no alcanza porque en una familia grande y en época de sequía, como todo muere, no queda nada para pescar ni para beber”, afirma el guía local.
El pez cachirra salado es uno de los platos y delicias locales que se consumen en época de sequía cuando el alimento escasea y es la laguna la que provee esta proteína. “El pescado muere en la sequía, porque cuando la laguna está secando se queda sin oxígeno y a este pescado no hay necesidad de echarle sal. Las comunidades wayuu recogemos el pescado y lo ponemos al sol, lo asamos y con ese pescado hacemos un arroz. Tiene un olor fuerte pero es muy rico”, concluyó el guía.
El Santuario de Fauna y Flora Los Flamencos es considerada Zona de Importancia para la Conservación de las Aves – AICA2 “Complejo de Humedales costeros de La Guajira”, ya que aves como el flamenco rosado, el águila pescadora, y reptiles como la tortuga caná, la tortuga cabezona y la tortuga Carey, hacen parte del grupo de especies que tienen como punto de paso el área protegida en su ruta migratoria, ya que esta es zona de refugio, de descanso y alimentación.
La cifras
Entre tres mil y cuatro mil flamencos se pueden avistar en temporada alta.
Mayores informes para recorridos: Roberto Sotillo: 300 259 29 11