Carlos Lehder, exnarcotraficante y cofundador del Cartel de Medellín, fue arrestado el pasado viernes 28 de marzo en el Aeropuerto Internacional El Dorado de Bogotá, tras arribar en un vuelo comercial procedente de Fráncfort, Alemania. El hombre de 75 años, quien había sido extraditado a Estados Unidos en 1987 y cumplió una condena de 33 años por narcotráfico, ahora enfrenta una orden de captura vigente en Colombia, según informó Migración Colombia a través de su cuenta en X.
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Lehder, quien obtuvo la ciudadanía alemana y ha residido en ese país desde 2020, es una figura central en la historia del narcotráfico en Colombia. En su libro “Vida y muerte del Cartel de Medellín” (Debate), el excapo relata su rol dentro de la organización criminal y su relación con Pablo Escobar, la cual, según narra, terminó con tensiones y una tregua tras su decisión de cooperar con la justicia estadounidense.
La relación de Carlos Lehder con Pablo Escobar
El caso de Lehder resurge en un contexto donde las historias sobre el narcotráfico siguen captando el interés del público, ya sea a través de series, documentales y libros. Sin embargo, son pocos los relatos narrados en primera persona por los protagonistas de estos hechos. Con su testimonio, el exlíder del Cartel de Medellín aporta una visión desde adentro sobre el ascenso y caída de la organización criminal que marcó la historia de Colombia.
Carlos Lehder, un personaje clave en la historia del narcotráfico, fue uno de los socios más influyentes de Pablo Escobar en los inicios del Cartel de Medellín. Con una visión estratégica y un enfoque en la logística del tráfico de drogas, Lehder se convirtió en pieza fundamental para la expansión del imperio de la cocaína en los Estados Unidos.
Lehder introdujo el uso de islas en el Caribe, especialmente Norman’s Cay, en las Bahamas, como base de operaciones para el tráfico de grandes cantidades de droga hacia Norteamérica. Este modelo de transporte aéreo fue adoptado y perfeccionado por Pablo Escobar, quien lo implementó a mayor escala dentro del Cartel de Medellín.
A pesar de su alianza inicial, la relación entre Carlos Lehder y Pablo Escobar se deterioró con el tiempo. Lehder, con una personalidad excéntrica y tendencias ideológicas extremas, comenzó a generar conflictos dentro del cartel. Su creciente protagonismo y su postura radical en contra de la extradición lo convirtieron en un blanco para las autoridades colombianas y estadounidenses.
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En 1987, tras ser capturado en Colombia, Lehder fue extraditado a Estados Unidos, donde fue condenado a cadena perpetua más 135 años de prisión. Su cooperación con las autoridades le permitió reducir su sentencia, lo que marcó su separación definitiva del mundo del narcotráfico y de su antiguo socio, Pablo Escobar.
Aunque su papel fue opacado por la figura de Escobar, Carlos Lehder fue determinante en la consolidación del Cartel de Medellín y en la transformación del tráfico de drogas a nivel internacional.
En medio de su secuestro-extradición, como califica su traslado a Estados Unidos, Carlos Lehder recibió una noticia devastadora: su padre había fallecido por un cáncer. “Su pérdida acongojó y llenó de dolor mi cuerpo y mi alma. Sentí, ahora sí, que me encontraba en otro mundo, aislado en un planeta oscuro. Solo quienes han vivido algo así saben la profunda desolación”.
La traición de Lehder al Cartel de Medellín
Mientras esperaba su juicio, Lehder se reunió con su abogado para analizar las pruebas que tenía la Fiscalía. Por error, o eso cree, se traspapeló un documento con los sellos de información oficial secreta. Entre tachones con un marcador negro grueso, se alcanzaba a leer lo que confirmaría sus peores sospechas:
“Entre los cientos de papeles que la Fiscalía les iba entregando a mis abogados antes del inicio de mi juicio, se traspapeló un documento por equivocación; de esa manera, mi abogado se enteró de una información oficial secreta. Aunque en el documento sí se veían varias líneas del texto tachadas con tinta de marcador negro, se alcanzaba a revelar que Pablo Escobar era la persona que había entregado a Carlos Lehder a la Policía de Medellín”.
Desde temprana edad, Lehder empezó a robar autos. Se vestía elegante para realizar sus operaciones.
Siete meses después de un juicio en el que desfilaron varios de sus antiguos socios y enemigos, la estocada final la dio la entonces carismática primera dama Nancy Reagan, quien utilizó el caso para fortalecer su campaña en contra del uso de drogas.
Doce jurados lo encontraron culpable de todos los cargos, y el juez federal de Jacksonville dictó dos sentencias lapidarias:
“Me encontraron culpable de conspiración para introducir cocaína en Estados Unidos, cargo que derivó en una sentencia de 135 años de prisión, así como también de dirigir ‘una empresa criminal continua‘, lo que condujo a una sentencia de cadena perpetua. El juez ordenó además la confiscación de mi isla Norman, en las Bahamas, y golpeó en su gran mesa con el mazo justiciero, martillazo final que representa la cosa juzgada”.
Lehder fumaba marihuana, pero evitaba la cocaína por temor a sus efectos, pues los había visto reflejados en una de sus novias.
Mientras fortalecía su cuerpo y mente en el sistema penitenciario de Estados Unidos, al cual temía y admiraba, Lehder se enteró, en diciembre de 1989, de la captura del presidente de Panamá, Manuel Antonio Noriega, en un gigantesco operativo con 20.000 soldados estadounidenses.
El mandatario, calificado como dictador, tenía un caso pendiente en Miami por conspiración para el tráfico de cocaína con el auspicio del Cartel de Medellín. Lehder, quien le envió una misiva a Noriega para aconsejarlo, decidió colaborar con la justicia y declarar en su contra, amparándose en la Regla 35, que permitía rebajas de pena por cooperación con el gobierno.
“Cooperando con el gobierno en el juicio de Estados Unidos vs. Manuel Antonio Noriega, tomé nota de los principales puntos, mientras mi abogado me explicaba los beneficios de una petición bajo esa figura para la reducción de mi sentencia federal”.
Gracias a esta cooperación, Lehder logró salir en libertad y vivir en Alemania.
La decisión no fue fácil y contó con la bendición del sacerdote Rafael García Herreros, el mismo que convenció a Escobar de entregarse a las autoridades. Lehder quería asegurarse de que Escobar no tomaría represalias contra su familia, ya que sabía de lo que era capaz.
La respuesta fue clara: “Dígale a Carlos que yo ya arreglé aquí mis problemas con el Gobierno, y que él proceda y haga lo que tenga que hacer para lograr su libertad. Dígale que esté tranquilo, que yo no le molestaré a su familia, y que le deseo suerte”.
El padre García Herreros visitó a Lehder en Estados Unidos, y así lo relata en su libro:
“Me senté y me cogió las manos. Poco hablamos, pero el contacto fue suficiente para sentir paz y renovación espiritual (...). Seguí su guía y confesé mis pecados ante él, alivianando la mente y el corazón al cumplir con este milenario rito católico”.
Con su declaración, Lehder logró que le redujeran las dos cadenas perpetuas, condensando su sentencia en 55 años de prisión, de los cuales cumplió 33, con mejores condiciones que no se comparaban con el infierno de sus primeros días.
Hoy, al mirar su pasado, recuerda la frase que llegó de la nada a su celda, la que le permitió sobrevivir “al suplicio sin angustias emocionales” y con la que cierra su libro:
“Persevera, supera tu cautiverio; persevera, humilde”.
“Ya tuve varios hijos, ya sembré cientos de árboles, solo me faltaba escribir un libro. Hace una treintena de años, el fundador y jefe del Cartel de Medellín exterminó a sus integrantes. El Caín asesino, Pablo Escobar, también cayó hace 30 años, el 2 de diciembre de 1993, fulminado por las balas de un comando de la Policía en el tejado de una casa en Medellín”, reseña Lehder en el libro editado por Penguin Random House.