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De la serie joyitas de barrio: Halal; para amantes de las carnes y vegetarianos, por igual.

Hay muy pocos restaurantes que uno le recomendaría a ojo cerrado tanto a un amante de la buena carne como a un amigo vegetariano. Halal es uno de ellos: Julia Londoño Bozzi nos cuenta hoy en GastroPop

Comida árabe en Bogotá
Restaurante Halal (Julia Londoño )

En el mundo de los restaurantes hay una categoría me genera especial simpatía: la de las joyas de barrio, lugares poco conocidos o poco reconocidos, con una propuesta de valor excepcional. Además de su cocina, la experiencia ofrece autenticidad y parte de su encanto consiste en encontrarlos y recomendarlos solo a quienes podrían apreciarlos. Moneda social.

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Son lugares que invitan a descubrirlos, no suelen los más caros, garantizan una experiencia fresca y sabrosa, atractiva para los vecinos del barrio y para turistas bien dateados. Casi nunca tienen logos refinados, es más, a veces su logo es feo o avejentado, y tienen colgado algún cuadro extraño que les donó una tía hace años.

Regidos por el principio de escasez, frecuentemente son restaurantes o bares con solo unas cuantas mesas. Su mejor estrategia de marketing es la experiencia agradable de quienes los visitan y crean el voz a voz. Hay cierto estatus en conocer al chef, que aún no suele ser muy famoso, saberse un par de datos sobre la casa donde queda, enterarse de que ha habido cambios en el menú. Si te saludan por tu nombre, has triunfado.

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Las locaciones de estos lugares no suelen ser tan taquilleras, no suelen estar en la zona rosa, y en algunas ocasiones, las joyas de barrio son a la vez joyas ocultas, hidden gems o speak-easys, locales secretos inspirados en la época de la prohibición norteamericana, que no tienen grandes letreros ni aparecen en Google maps o en uber.

Dentro de las joyas de barrio tiendo a sentir más afecto por los restaurantes que no son temáticos y no se esfuerzan por recibir a sus visitantes escondidos detrás de un cuadro, una cabina telefónica o una tiendita. Me encantan los que siguen siendo de barrio, esos lugares donde los vecinos saludan desde el andén al chef, al otro lado de la ventada.

Empiezo una serie de restaurantes de barrio recomendados, o joyas escondidas que no siempre impresionan por sus espacios, que en algunos casos no pasarían el control de calidad de los baños limpios ni las sillas cómodas, pero su sofisticación consiste en la rebeldía de mantenerse parados en ofrecer la mejor comida posible, en un ambiente desenfadado que no grita premios, sino vecinos.

El reto para estos sitios está en seguir siendo de barrio cuando dejan de ser “el secreto mejor guardado”, si se conviertan en secreto a voces.

Mi primer recomendado en esta categoría es Halal, un restaurante libanés que queda en la carrera 15 con 104, un lugar muy visible para ser considerado un hidden gem, pero poco reconocido a pesar de llevar 6 años y ofrecer comida muy sabrosa y un menú muy amplio; no solo los tradicionales platos mixtos con arroz con almendras, quibbes, falafels, hummus, y uno de los mejores tabboulehs que me he comido recientemente, sino muchas carnes, jugos y postres.

El espacio, como en muchos de los restaurantes de esta categoría, no está a la altura de su buena cocina, lo importante acá es lo que se sirve en mesa. Tal vez porque la inversión en decoración, en arriendo o en menaje es menor que otras cocinas de esta calidad, es que pueden cobrarte la buena cocina sin sumarle los gastos adicionales que implica la locación de moda, el diseño exquisito, los cubiertos de plata.

La razón por la cual Halal se define como restaurante y “boutique de carnes” es que son quienes distribuyen carne con certificación halal a varias ciudades de Colombia, e incluso la exportan a la región. La carne halal es aquella que proviene de un animal sacrificado según los ritos prescritos por el Corán, nunca es carne de cerdo, no contiene alcohol ni conservantes.

Para Abdallah Taleb, dueño de Halal, esto se traduce también para quienes no van por motivos religiosos, en carne de mejor calidad y sabor. De la misma manera que mucha de la cocina “árabe” resulta una alternativa atractiva para vegetarianos, sin proponérselo.

Recomiendo probar los quibbes, sobre todo los fritos, con mucho relleno y crocantes, el tabbouleh, fresquísimo, el muhammarah (crema de pimentón con especias y tahine) intenso, el mutabbal (crema de berenjena con tahine) untuoso, los falafels suaves.

Y las carnes, por supuesto, el pollo árabe al grill, con un sabor intenso a humo, fue mi favorito, pero vale la pena pedir kaftas, pinchos y cordero.

Y como novedad el coctel de aguacate, un batido con miel, frutas y almendras, exagerado para aparecer como bebida en la carta, pero que veo como un postre delicioso y refrescante, para compartir.

El café árabe, servido en sus tacitas minúsculas y delicadas, es siempre un cierre romántico.

Dicen que hay noches de música o baile en vivo, no he tenido la fortuna de coincidir.

Hay muy pocos restaurantes que uno le recomendaría a ojo cerrado tanto a un amante de la buena carne como a un amigo vegetariano. Halal es uno de ellos.

Si te antojaste:

www.halalcol.com

@Halalcolombia

Carrera 15 #104-10

Reservas: 3223225569

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