Lina es una cocinera bogotana de 28 años que creó la heladería “de autor” Lykke, un emprendimiento pandemial nacido el 11 de noviembre de 2020, que en los últimos meses ha alcanzado su máxima fama con el lanzamiento del helado de changua, de amores y odios, como el plato que lo inspiró.
Se la ha jugado por la exploración de sabores locales e inspira su propuesta en dos tendencias de marketing, exclusividad y personalización. “La gente quiere probar los helados que están temporalmente en carta y paga esa exclusividad; un helado de edición limitada” dice, refiriéndose a los sabores de temporada, que suelen costar $2000 más que el resto de sus servicios de helado, algunos de los cuales duran solo un par de días en la heladería.
No es por hacerse los interesantes, explica, son helados sin conservantes que en algunos casos requieren elaboraciones complejas y no pueden exponerse a que duren muchos días en carta porque se dañan o empiezan a saber a nevera.
El helado de changua, por ejemplo, duró más de un mes en carta pero Lina sabía que no podía quedar fijo porque el olor de sus ingredientes empezaba a pegársele a todo, a la máquina, las jarras, la mixer: “Era un sabor condensado de ajo, cebolla, cilantro, entonces lo hacíamos al final del día cuando la máquina ya no se iba a usar para hacer otros helados”.
En fechas especiales Lykke lanza sabores de temporada alusivos a las celebraciones, por ejemplo, el 20 de julio lanzaron el helado de oblea, en diciembre el de buñuelo y el de canelazo, y ya están ensayando el sabor para Halloween, un helado visualmente muy impactante.
“Estoy casi siempre en la heladería, conozco a mis clientes, a muchos los saludo con nombre propio y sé qué les gusta, aun así, quiero invitarlos a salir de su zona de confort” dice. “La personalización nació con mi matrimonio, hace un año. Creamos un sabor exclusivo inspirado en la fusión de nuestro gusto y personalidad; Nutella y yogurt veteado de maracuyá”. Ahora ofrecen la opción de crear un sabor especial para matrimonios. El proceso consiste en conocer a los novios, o trabajar con quienes los conocen para describirlos muy bien, crear las ideas de fusión, empezar pruebas y ensayos y conseguir el sabor final.
Para quienes van con perros a la heladería, su oferta incluye también tres sabores de paleta para mascotas: mantequilla de maní, yogurt griego con frutas y banano y avena. Los sirven en palitos de carnaza, pero a veces también le gustan a los gatos. Lina ensaya los sabores con su gato y el mejor rankeado en casa es el de yogurt.
“Lykke significa felicidad en danés, y es un juego constante con like, en inglés, una invitación a probar sabores y combinaciones que traen recuerdos, como la familia unida alrededor de los buñuelos de la abuela en navidad, la lulada de las vacaciones, o la nueva forma de comerse la oblea de siempre” dice.
Su obsesión con los sabores y las combinaciones la desarrolló en el restaurante Osaka de Bogotá, donde fue jefe pastelera y creó los helados de autor de la casa al regresar de hacer su maestría en heladería y chocolatería del Basque Culinary Center, en España. Antes estudió gastronomía en la escuela Gato Dumas.
A Lina, como cliente y cocinera, le molestaba mucho que le dijeran en un restaurante que no se podía crear una fusión nueva, tal vez por eso siempre intenta recrear los sabores que la gente le sugiere y frecuentemente hace colaboraciones con emprendimientos de alimentos.
No tiene un sabor favorito porque eso sería como decir a cuál hijo quiere más “Sin duda hay unos más tediosos y la mayoría no salen bien a la primera, pero me siento muy orgullosa porque sabemos muy colombiano y buscamos abrir la mente con cada sabor” dice.
Más información: @Lykkeheladeria. Calle 119 #11ª-45, Bogotá.