Caer, sanar, levantarse, nunca dejar de creer y mucho menos de gozar; así se podría referir, sin temor a equivocarse, a cientos de poblaciones de nuestro país, especialmente en el pacífico colombiano y aún más a Guapi, Cauca, en donde dicha descripción acuña perfectamente con una población golpeada por la violencia, pero que, aferrada a su fe en la Inmaculada Concepción, la patrona del pueblo, nunca ha dejado de soñar y tampoco de disfrutar.
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Apenas hace un mes, en la madrugada del 2 de diciembre, las ráfagas de fúsil y la onda sonora de un explosivo, en medio de un ataque a la estación de policía, fueron los sonidos que estremecieron este municipio, que no se deja amilanar por el terror, y que reemplazó con todo su fervor esos ecos por el retumbar de la marimba de chonta, los bombos, los cununos, los guasás y las imponentes voces de las cantoras de Remanso Pacífico, que pusieron a vibrar a todos los asistentes a su concierto denominado “Cantos de Adoración del Pacífico Colombiano”.
Ellos fueron los protagonistas de la cuarta parada de la gira ‘Colombia es Música Sacra’, que, tras su exitoso paso por San Andrés, Playa de Belén (Norte de Santander) y Belalcázar (Caldas), llegó a Guapi, una de las tres poblaciones costeras del Cauca, junto a Timbiquí y López de Micay, en donde ni monseñor Paolo Rudelli (Nuncio Apostólico en Colombia), que estuvo presente para tan magna ocasión, se aguantó de ponerse en pie a disfrutar y cantar los coros de “La tierra no es pa’ la guerra”, uno de los temas incluidos en el repertorio de esta agrupación, que hizo que la Catedral de la Inmaculada Concepción volviera a vibrar, pero esta vez en medio de júbilo y esperanza.
Estar en Guapi es conectarse con sus creencias, en medio de una población bastante devota con una fe inquebrantable que se fusiona a la perfección con su gozadera, propia de sus raíces africanas, porque “acá somos fiesteros y devotos”, como el propio Alexis Montaño, director y músico del grupo musical, reseña a su gente.
Para los integrantes de Remanso Pacífico, agrupación que precisamente se formó en esta población de cerca de 27 mil habitantes, sí que fue conmovedor este concierto porque allí, en esa misma iglesia, la mayoría de sus miembros fueron pacte activa en su infancia en la que algunos participaron en el coro y otros incluso fueron acólitos. La emoción a flor de piel sí que estuvo presente en ellos que dieron su mejor puesta en escena, la misma que ameritaba tocar ante su gente de toda la vida y en la que catalogan como su propia casa.
Precisamente, su presentación fue un homenaje a todos sus ancestros, a resaltar su cultura y todo un himno a la vida. Los arrullos, las jugas y los alabaos se combinaron al son de sus instrumentos para dar rienda suelta a sus currulaos, bundes de chigualo, alabaos, bogas y afrojugas que resonaron en medio de un ritual bastante sonoro y llamativo.
“Es un honor y un privilegio poder compartir nuestra música en una tierra que vibra con el legado de nuestros ancestros, donde cada nota y cada palabra resuena con un significado profundo”, reseñó Alexis Montaño sobre su presentación, que llegó de la mano del Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, que por tercer año comparte las diversas expresiones musicales -sagradas, espirituales y religiosas- con artistas locales en diferentes zonas del país.
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En Guapi, la música no solo es reparación, también es inspiración y un camino de oportunidades a seguir para arrebatarle jóvenes a la maldita violencia, que por años ha azotado muchas regiones de nuestro país que se mantienen firmes en su ilusión como territorios de paz. Allí hay referentes como Enrique Riascos, ‘El Rey de la Marimba’ e integrante de Herencia del Timbiquí, marcan los pasos de las nuevas generaciones.
La música también ha traído oportunidad a muchos artesanos y fabricantes de instrumentos, como don Eber, padre de Enrique, que de diseñarle una marimba a su hijo -para no frustrar los sueños de su pequeño, y vaya que eran grandes, cuando el gobierno local de la época le negó el derecho a seguirla usando- pasó a encontrar un sustento de vida con su fábrica PalmaChonta que ahora hace las mejores marimbas de chonta, bombos, cununos y guasás que exporta al mundo entero para seguir fabricando músicos desde este rincón de la Colombia Profunda.
“La música no solo consuela, sino que también reconcilia y restaura. Remanso Pacífico dejó de ser solo un grupo musical y se convirtió en un puente para el encuentro y la sanación colectiva”
— Alexis Montaño, director y músico de Remanso Pacífico
“Llegar a Guapi nos deja momentos inolvidables que atesoraremos por siempre en nuestros corazones. Tener la oportunidad de darle a conocer al mundo las arraigadas tradiciones culturales, religiosas y musicales que conservan es para nosotros de gran orgullo y haber recibido tan cálida acogida nos demuestra que están abiertos y preparados para recibir al mundo. A pesar de nuestras diferencias, la música siempre nos une y nos llevamos de esta experiencia que es más lo que nos une que lo que nos separa como colombianos. Un pueblo del que tenemos mucho por aprender, sobre todo en su fortaleza de espíritu, resiliencia y alegría. Ojalá tengamos la oportunidad de volver muy pronto”, así concluyó Marianna Piotrowska, directora del Festival Internacional de Música Sacra de Bogotá, lo que fue esta cuarta parada llena de cultura y enseñanzas.
En medio de su fervor por la Inmaculada Concepción, su extraordinaria música ancestral, sus costumbres -que por estas fechas se sumaron el Festival Dalia Valencia y sus tradicionales Balsadas - y su inigualable comida -que incluye la piangua, la pelada, los mariscos y muchos - guapireñas y guapireños dejaron claro que su municipio es el “Portal entre el cielo y el mar”.
Vea acá: Balsadas, el festejo de velitas más Guapi de todos
Los Cantos de Adoración del Pacífico Colombiano cautivaron a todos los presentes en Guapi y ahora Colombia Sacra llegará a Buenaventura en donde este 15 de diciembre tiene su quinto concierto de la gira.
