En 2017, Gustavo Prado, docente y líder de la agencia latinoamericana de coolhunting, TrendoMX, lanzó Mextilo, el libro visual que cuenta la historia de la moda y el traje en México.
Pero viendo otros abordajes desde la cultura, la cotidianidad e incluso lo pop, vio que desde Carlos Monsiváis, la televisión o el cine, entre otros estamentos, existían maneras de concretar una exposición que mostrará a través de piezas representativas estás miradas de México en su modernidad. Y con Arturo Rico, creador de la plataforma digital ‘Ficheraz’ (donde se honra el legado cultural y estético de las divas de todas las épocas, sobre todo las mexicanas), decidieron buscar puntos de partida que aludieran a esas identificaciones e identidades de la nacional como parte de su historia moderna pos- Revolución.
Es así como nació ‘Pasado de moda. Pasarela de Estilos en México ‘, exposición en el Museo del Estanquillo que irá hasta el 24 de enero con entrada gratuita y que muestra todos esos momentos que hicieron a México un país de países que narra su propio punto de partida.
Nueva Mujer habló con Prado sobre la exposición.
Está el libro de la historia de la moda mexicana que creaste en 2014, ‘Mextilo’. ¿Cómo se conecta ya con esta exposición?
El proyecto Mextilo se hizo en el año 2014, en noviembre.Entonces en realidad está cumpliendo 10 años, aunque este es el documental. El libro viene de 2017. Esto es, de cierta manera, una tangibilización de lo que ya se había investigado en’ Mextilo’, el libro.
Pero ahora, en esta ocasión, nos unimos Trendo y Ficheras, para poder revisar el archivo de Carlos Monsiváis. Y esa una cosa que yo no sé si esto tenga equivalente en algún lugar de Latinoamérica: resulta que Monsiváis era el cronista de la Ciudad de México y no solo narraba, sino que tenía su propia colección. Y el hombre se compraba desde anillos, revistas, catálogos, obras de arte, grabados, fotografías, lo que se le ocurra. Entonces, Arturo Rico y yo estuvimos revisando durante unos, yo creo que más de un año, el archivo del museo para ver cuáles de esos objetos podían contar la historia.
Y, efectivamente, como lo que él estaba viendo era la totalidad de México. Desde ahí se podía contar muy fácilmente una historia que tuviera que ver con estilo y moda.
Ahora, para terminar esta pregunta,Monsiváis de hecho, escribió ' La quinceañera’, ' El Pachuco’, ' La flor más bella’, ' Elegido’... o sea, él tocó muchísimos aspectos de la identidad de México, que a final de cuentas son esa identidad que está construida a través del vestido. Así que en ese sentido, deja todo un recuento de lo que sería, como muy bien lo puso el director del museo, Alejandro Brito, ‘Pasado de moda. Pasarela de estilos’.
¿Cómo fue la curaduría de las piezas?
Creo que algo que está sucediendo en toda América es que, de hecho, todos los países tienen el ver la metrópoli, pero a nosotros nos pasó una cosa que no les pasó, por ejemplo, a Colombia. O sea, nosotros nos llamamos la metrópoli, pero viene la Revolución Mexicana, y entonces viene así como un sacudón que te dice: “tú no eres eso, tú eres otra cosa”.
Entonces, particularmente, hay una historia que también se cuenta, que tiene que ver con el final de la Revolución Mexicana, Vasconcelos y la creación de la identidad nacional. En esto también tienen que ver Miguel Covarrubias, Adolfo Best Maugard, Chango García Cabral. Todos ellos se conocían. De hecho, Chango García Cabral y Covarrubias habían sido roomies en Nueva York, pero todos se conocían porque todos habían estado en París.
Entonces, a partir de esa historia, la primera pregunta fue sobre qué materiales tiene el museo que puedan empezar a articularse para contar esa primera historia. Y, pues, efectivamente, tomamos a Monsiváis y referencias desde los pintores que estaban en ese momento como Roberto Montenegro, hasta toda una serie de autores y cosas en revistas, en impresos, que dan cuenta de ese tiempo. Con eso se pudo articular la primera sección.
Ahora , Adolfo Best Maugard inventa el dibujo en México a través de algo que se llamó ‘El método de dibujo Best Maugard’ . Y a partir de eso, sale un nuevo momento del dibujo donde los que van a entrar, son gente como Ramón Valdiosera,el padre de la moda mexicana. Entonces, esos primeros dibujantes ahora son tres, que serían Ramón Valdiosera, Armando Valdés Peza y Henri de Chatillon. Y, desde ahí ya se puede empezar a contar una historia del diseño.
¿Cómo fue conseguir esas piezas para generar esa curaduría?
Existe un coleccionista que se llama Felipe Neira. Resulta que él tiene todo tipo de materiales que están puestos en vestidos que, de hecho, pertenecen a gente como María Conesa, como Esperanza Iris, todos estos grandes personajes del teatro mexicano.
Y resulta que fuimos a ver varias veces su colección, y nos prestó varias piezas. Increíblemente, tenía maniquíes de los años 20 y ropa típica: cosas que tienen que ver con el traje de la china poblana y con algunos otros momentos. Por otro lado , particularmente, Arturo Rico por Ficheraz tenía una relación verdaderamente extraña con algunas de las divas del cine mexicano.
Entonces, él, por ejemplo, fue el último amigo de Rosy Mendoza, y su familia prestó su ropa. Actualmente, él es muy amigo de Lyn May. Entonces, ella también prestó su ropa. Y le puedes preguntar a ella donde compraba ropa Porque tú le puedes preguntar dónde compraba su ropa y te habla de gente y piezas que están en la exposición.
Han existido varias exposiciones de moda mexicana. ¿Cuál es la diferencia de esta? Es más centrada en lo popular?
Es exactamente el ser popular, pero también va hacia un fenómeno que yo creo que se repite en toda América Latina. El Centro Histórico de la Ciudad de México existe porque era el centro comercial del país.
Y, con esto, lo que yo quiero decir es que ya desde el siglo XIX hay unos recuentos que están hablando que la Calle de Plateros , que era donde llegaba la moda parisina y, de hecho, relatos de viajantes, de mujeres viajantes, que dicen que tú puedes conseguir en la Ciudad de México cualquier cosa que haya en París con seis meses de distancia y diez veces más caro, pero que inmediatamente llegaba la moda aquí.
Curiosamente, en esa Calle de Plateros tenías la posibilidad de comprar los botones, los pistones, los terciopelos, y en esos mismos edificios estaban las costureras, las sombrereras, la gente que te hacía toda la ropa, y hasta arriba los fotoestudios, para que te tomaras foto con el ajuar que te acababas de hacer.
Este recuerdo del siglo XIX después se convirtió en algo que le dio origen a las tiendas departamentales, y después de las tiendas departamentales, pues esto eventualmente llevó el comercio a todo el país. O sea, empezaron a haber sucursales de todas estas tiendas en las distintas ciudades. De hecho, encontramos, por ejemplo, una tienda absolutamente sorprendente que se llama Encanto y Primavera. Resulta que esta era una tienda que estaba en Ciudad de México, pero luego se fue a Monterrey.
Por otro lado, normalmente las exposiciones de ropa hablan o de los autores, que aquí sí hay autores, pero no es el eje, o hablan de la ropa de vestidos de noche y demás, que es la ropa de los ricos.
En este caso, esta exposición está hablando, en un primer lugar, de que el museo está en esta calle, que era la Calle de Plateros, pero hoy es la Calle de Madero. El museo originalmente era una joyería y, de hecho, a todo su alrededor se construyó esta idea del comercio que, eventualmente, nos llevó a inventar lo que sería la ropa en el país.
Entonces, es una historia comercial, es una historia geográfica, está tocando el corazón de México. Esto también porque toca mucho de lo que pasó en el teatro y el cine. Y, a través del teatro y el cine, pues, sucedió todo: aquí en México la gente aprendió a vestirse. Eso es porque veía a Dolores del Río y veía a María Félix. Incluso a partir de Tintán se aumenta la imagen del Pachuco.
Entonces, estas cosas difícilmente se ven en otras exposiciones porque tocan nada más el tema como de la moda de lujo, que a esta exposición no le interesa eso. Así que están viendo la moda de la cotidianidad, efectivamente.
Hay muchas maneras de ser mexicano. ¿Cómo se insertan todos esos relatos en esta exposición ?
Creo que aquí una cosa fundamental que está sucediendo es que si esto fuera 1924, acabamos de salir de la Revolución Mexicana y estamos buscando cómo construir nuestra identidad. Ahorita está pasando México por un momento muy peculiar, porque hablamos de la transformación que empieza en la política, que es en realidad la consecuencia de lo que está pasando en el alma y el espíritu de los mexicanos.
Entonces, realmente hay una cuestión descolonizante en la belleza: realmente empezamos a hablar de la belleza morena: o sea, ya no es esto del cuerpo occidental, etc. Y esto coincide con un momento que nosotros investigamos, donde resulta que la idea de la moda hegemónica está muerta en México. Así, entonces en eso surge que a la gente le sigue fascinando la ropa, el trapo, cómo se viste, de dónde es el origen de esas prendas, pero básicamente eso es una construcción identitaria de qué soy yo y no qué pasa en París.
De este modo, se puede hacer desde la ropa de calle, la ropa tradicional, la ropa que te vea tu abuela, o sea, se puede ver desde muchos momentos. Y eso que decía yo de 1924 es un momento de transformación, pues 2024 es un momento que también lo es.
Y, desde donde estamos gestando una nueva manera de entender la ropa mexicana. Entonces, esto es muy interesante, precisamente porque, creo que estamos a la búsqueda de construir identidades.
Por último, ¿por qué es tan importante ver la moda desde la educación sentimental de un pueblo?
Creo que es algo que va a ser muy curioso, es que tú puedes hacer una exposición de arte y la gente no tiene arte en su casa. Además tú puedes hacer una exposición de antropología y la gente no tiene ninguna conexión para eso en su casa. Pero todos tenemos ropa, todos reconocemos la ropa de la abuela, de la mamá, el vestido con el que se casó la tía.
O sea, hay una memoria de la ropa como algo que potencialmente es lo que exactamente constituye y cimenta las emociones, los sentimientos y las historias personales.
Ahora, de hecho, la exposición también está planteada así, porque, por ejemplo, hay un pedazo del vestido de novia, hay un pedazo de las muchachas adolescentes que se empiezan a encontrar su identidad en las flappers, por ahí es por ahí andan prendas específicas de muchas del teatro mexicano que acá se reconocen.
Entonces, inmediatamente la gente lo ve, también con pantallas de televisiones antiguas que están todo el tiempo poniendo anuncios. A su vez, se da cuenta que está la moda de los sesentas, de los setentas, de los ochentas, de los novetas, y la gente que ve esos anuncios, que oye esas canciones, recuerda la historia de los departamentales, etc.
No esa payasada de, ay, la pasarela del diseñador, sino lo que realmente los conectaba de la manera más cotidiana, ya fuera desde el Cloralex para blanquear la ropa, hasta el detergente para lavarla. Y de verdad eso hace que la educación sentimental, hace que la exposición se vuelva inolvidable.