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Reseña de ‘Mickey 17′, la nueva película de Robert Pattinson: ¿qué se siente morir?

La cinta del premiado director surcoreano Bong Joon-ho es una vertiginosa reflexión sobre la muerte y el capitalismo.

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Esta imagen publicada por Warner Bros. Pictures muestra a Robert Pattinson como Mickey 17 y 18, en una escena de "Mickey 17". (Warner Bros. Pictures vía AP) AP (AP)

A Mickey Barnes (Robert Pattinson), el protagonista de la película ‘Mickey 17’, todo el mundo le pregunta qué se siente morir. En teoría, él debería saberlo muy bien, pues se ha muerto 16 veces. El destino de Mickey recuerda la suerte de Sísifo. Su historia es muy famosa en la mitología griega: un rey que hizo enojar a los dioses y resultó condenado a empujar una piedra cuesta arriba de una montaña. La roca se cae cuando llega a la cima y Sísifo debe volver a empujarla de nuevo una y otra vez por toda la eternidad.

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Por culpa de un amigo llamado Timo (Steven Yeun), Mickey contrae una deuda con un cobrador despiadado que quiere matarlos. Desesperados por escapar, Mickey y Timo deciden embarcarse en una misión espacial para colonizar el planeta lejano de Niflheim. Timo consigue un trabajo de piloto, mientras que Mickey acepta el rol de “prescindible”: un sujeto que es sometido a todo tipo de experimentos y misiones peligrosas que no ejecuta ningún otro miembro de la tripulación. Lo bueno, lo malo y lo cruel es que a Mickey pueden clonarlo cada vez que muere. Guardan sus recuerdos y se los insertan al nuevo clon. Su destino, entonces, se resume en sufrir y morir una y otra vez. Como Sísifo con la rutina de su piedra.

El director surcoreano Bong Joon-ho, ganador del premio Oscar por ‘Parásitos’ en 2020, se preocupa mucho por que entendamos las reglas del universo en el que vive Mickey. La primera parte de la película se concentra en contarnos por qué Mickey se convirtió en un ‘prescindible’, la naturaleza de la misión espacial, los dilemas éticos de los clones y el retrato del líder de la nave, Kenneth Marshall (Mark Ruffalo), un senador fracasado que maneja a sus simpatizantes políticos como a un culto. La explicación funciona, porque uno acepta y entiende las reglas de este mundo durante el resto de la película.

Mickey es una especie de Forrest Gump del futuro. Parece ser menos inteligente que el promedio de las personas y, quizás por eso mismo, tiene la capacidad de despertar simpatía en ellas. Incluso le da para cautivar a Nasha (Naomi Ackie), una agente de seguridad de la nave de la que se enamora. Ella parece ser la única que realmente se preocupa por él.

Mickey está en el escalón más bajo de su sociedad, una clase social de una sola persona. Come donde todos comen, pero no está en las mismas condiciones que los demás. Su vida es menos valiosa porque es replicable. Y aunque sus compañeros lo tratan con condescendencia, nunca consideran injusto su sufrimiento. Están habituados a su dolor.

Por eso es cruel que le pregunten siempre que pueden qué se siente morir. Su obligación de experimentar la muerte lo convierte en un paria y al mismo tiempo en una alegoría de todos los oprimidos. Mickey podría representar a un habitante de calle, un pueblo que sufre un genocidio o un grupo de obreros explotados. La pregunta que le hacen sus compañeros es, por lo tanto, despiadada y ofensiva: “¿qué se siente morir?”. No lo preguntan con el ánimo de salvarlo, sino por pura curiosidad morbosa. Es lo mismo que preguntar qué se siente pasar hambre o qué se siente no tener dónde dormir por las noches o qué se siente vivir huyendo del exterminio.

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Pese a que nadie sufre lo que Mickey sufre, tampoco nadie parece tan resignado a su destino como él. El quiebre de esa pasividad es el nudo de la película. Cuando lo envían a una misión peligrosa para investigar a unos animales extraterrestres en el nuevo planeta, Mickey (cuyo número es el 17) cae a una cueva de hielo. Todos piensan que los alienígenas lo devoraron, pero en realidad lo salvan. Cuando regresa a la nave se da cuenta de que volvieron a clonarlo porque pensaban que había muerto.

De regreso en su habitación se encuentra con Mickey 18, su nuevo clon. Los clones múltiples están prohibidos en este universo y por eso, Mickey 18 intenta matarlo. Este solo hecho convierte a Mickey 18 en una versión distinta. Es mucho más astuto y malicioso que sus antecesores. Si Mickey 17 lleva consigo la resignación del viejo, ciego y castigado Sísifo, a Mickey 18 lo impulsa la osadía de Prometeo, el titán griego que se atrevió a robarles el fuego a los dioses para dárselo a los humanos. Mickey 18 parece estar dispuesto a protagonizar una revolución y cambiar su destino.

La película, sin embargo, depende mucho de la poderosa actuación de Pattinson y los matices que les da a las dos versiones de Mickey. Quizás eso pone de relieve la superficialidad de los demás personajes, que parecen unidimensionales. Nasha está enamorada, es especialmente valiente, pero se limita a ser la compañera de Mickey. Timo es solo un amigo traidor. Marshall es solo un fascista.

Pese a todo, la película funciona. Es una distopía auténtica y entretenida que abarca tantos temas como es posible en poco más de dos horas. A la larga, hace una reflexión vertiginosa del colonialismo, del temor a la muerte, de las múltiples posibilidades de la identidad, de la voracidad del capitalismo, de la superficialidad del fascismo, pero sobre todo, para mí es un retrato de los alcances de la crueldad humana.

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