En el panorama actual de la música latina, pocos nombres resuenan con tanta fuerza como el de Manuel Lorente Freire, conocido artísticamente como Spread Lof. Este compositor y rapero español no solo celebra un año dorado en su carrera, sino que también acaba de conquistar el codiciado premio en los Latin Grammy 2024, donde acumuló cuatro nominaciones, incluyendo la prestigiosa categoría de ‘Compositor del Año’.
Su talento ha dejado una marca indeleble en la industria, colaborando con grandes figuras como Shakira y siendo pieza clave en los éxitos de múltiples artistas que lideran el género. Spread Lof ha demostrado que su habilidad para transmitir emociones a través de las letras es tan amplia como su versatilidad musical; conversamos con este reconocido compositor sobre su evolución desde el rap, su pasión por las palabras y las historias que transmite en sus canciones, además de las colaboraciones que sueña concretar en el futuro.
Eres muy versátil, escribes de varios géneros musicales, ¿cuál es el valor que le das a esta versatilidad y qué ha ayudado a que tu proceso creativo no se encasille a un género?
La verdad es que, como vengo del rap y de la poesía, lo que realmente me apasiona y disfruto es la parte de la letra. Suelo hacer un ejercicio que consiste en escribir frases o ideas que, más adelante, pueden integrarse en otros géneros. Es como encontrar el género perfecto que funcione como vehículo para la canción que estamos creando. Si el sentimiento detrás de la frase es real, creo que el género en sí es lo de menos.
También considero importante rodearse de las personas adecuadas. Por ejemplo, si vamos a hacer salsa, trabajar con músicos que comprendan ese género es esencial para tratarlo con respeto y autenticidad. Sin embargo, siento que, al final, todos los géneros persiguen una misma finalidad. Aunque se usen palabras, melodías y estilos diferentes, el objetivo permanece igual.
Eres un artista que ha colaborado con músicos de todo el mundo, ¿esta experiencia de intercambio cultural como ha ayudado a tu carrera?
Cuando llegué a Medellín, me impresionó mucho el vallenato, ya que no lo conocía y me encantaron sus letras. Escuché decir que, si quieres entender a un pueblo, debes conocer su música, porque en el folclore se recoge lo que hemos sido para entender lo que somos. Esto aplica al vallenato, a la salsa, a la milonga, al flamenco; cada género popular refleja su cultura.
En mi caso, como me fascinaban las letras, me adentré en la música y el folclore del vallenato para comprender mejor las terminologías, las palabras y los aspectos culturales que no conocía del todo. Me ayudó mucho escuchar canciones, preguntar a mis amigos cuál era su vallenato favorito y explorar artistas, como si tirara de un hilo para descubrir hasta dónde podía llegar. Ese proceso enriqueció mi lenguaje y mi comprensión cultural del lugar.
Creo que también hice algo similar a la inversa. Con amigos colombianos, venezolanos o puertorriqueños que me han acompañado en este camino, compartí mi perspectiva y les mostré cómo se hacen las cosas en mi tierra, creando un intercambio cultural. Este ejercicio me permitió aprovechar al máximo las posibilidades que nos da el idioma en común.
Además de escribir música, eres rapero; este género es algo cerrado a los otros, pero tú en tu carrera has explorado todo tipo de música, ¿cómo romper el paradigma de que las letras del rap solo pueden pertenecer a este género y verlo como tú, una relación de intercambio con los otros géneros musicales?
No sé exactamente cómo romper el estigma de que el rap pueda llevarse a otros espacios, pero lo que sí tengo claro es que este género, a quienes lo amamos y crecimos con él, nos dio una herramienta única: la capacidad de transmitir.
El rap, al final, significa rhythm and poetry (ritmo y poesía), y la poesía es un componente fundamental de este género. Es la forma en que expresamos nuestras ideas y emociones. En mi caso, lo que realmente me ayudó fue esa habilidad que desarrollé con el rap, entrenándola durante mucho tiempo. Esa práctica constante de expresar y conectar con el público fue clave para llevar mi mensaje a una audiencia más amplia.
Lo interesante del rap es la competencia implícita, especialmente entre raperos. Existe ese deseo de impresionar a otros dentro del mismo género, y eso eleva el nivel de escritura, llevándote incluso a componer para otros artistas. Cuando decides dar el salto hacia algo más comercial, que pueda resonar con un público más amplio, el desafío es suavizar el estilo. Es decir, ajustar la escritura para que sea comprensible incluso para quienes no están familiarizados con la métrica o las figuras literarias como los calambures. Sin embargo, creo que el hecho de que mi base sea el rap lo ha sido todo en mi carrera. Si no hubiera empezado en ese género, probablemente mi camino habría sido muy diferente y no habría logrado lo que he conseguido hasta ahora
Hay un debate constante sobre la música, es más importante la música ¿Por qué hay que reconocer la literatura musical?
Creo que esta será siempre una discusión sin fin: ¿qué importa más, el ritmo o la letra? En mi opinión, es un equilibrio de 50-50, ya que ambos elementos se complementan y alimentan mutuamente.
Yo no toco ningún instrumento, y creo que eso define mi proceso creativo, que es muy variado. No puedo desconectar mi mente de las ideas. Por ejemplo, mientras hablo con un amigo que me cuenta algo sobre su relación o escucho a alguien compartiendo una experiencia, suelo identificar frases o temas que me parecen interesantes. En el momento en que detecto una posible temática, la anoto. Muchas veces, mientras estoy en un Uber o en un aeropuerto, comienzo a desarrollarla como idea, pero sin melodía ni estructura musical todavía.
Cuando llego al estudio, escucho lo que otras personas están trabajando o lo que comentan, y si encuentro algo que resuena con lo que ya tengo, lo comparto. Si estamos de acuerdo y nos entusiasma, entonces comenzamos a desarrollarlo. Buscamos la melodía, el género adecuado, y así la idea inicial toma forma. También puede surgir de algo más espontáneo, como una experiencia personal que traiga el artista, el productor o yo mismo ese día. Lo importante es que me gusta trabajar desde la realidad, desde lo que todos en la sala estamos sintiendo en ese momento.
Realmente, siento que si eliminamos la composición del proceso creativo, todo quedaría incompleto, como si faltara una pieza fundamental. La composición no es solo un complemento, es el alma de la música; entiendo que pueda percibirse como dar un paso al costado, y creo que la mayoría de quienes estamos en este mundo lo aceptamos de esa manera. Después de todo, lo que estás haciendo como compositor es alimentar y enriquecer al artista que interpretará esa obra. Es como si estuvieras entregándole las herramientas necesarias para que su voz y estilo brillen aún más. La composición, en esencia, es un acto de generosidad y de colaboración, y sin ella, el ejercicio musical perdería parte de su esencia y profundidad.
¿Cuál es la colaboración que te falta a hacer y el género que te falta por escribir?
El género que todavía siento que me falta explorar es el flamenco. Es un estilo muy estricto, con parámetros bien definidos, que disfruto enormemente, pero nunca he tenido el tiempo ni el acercamiento adecuado para trabajarlo en profundidad. Ahora, hemos estado colaborando con Alejandro Sanz en su próximo álbum, lo cual ha sido una bendición y un sueño hecho realidad. Él tiene una esencia muy ligada al flamenco, pero no es estrictamente el género como tal. Por eso, siento que es algo pendiente, quizá para una etapa más madura de mi carrera, cuando pueda dedicarle el tiempo y la atención que merece.
¿En cuanto a un artista? Gracias a Dios, en los últimos dos años tenía una lista de colaboraciones soñadas y he podido cumplir bastantes de ellas. Ha sido una de las mayores bendiciones de este tiempo. Sin embargo, creo que aún me falta alcanzar un sueño más: trabajar con el caballo mayor, Luis Miguel.