Después de un camino junto a la agrupación DVICIO, Andrés Ceballos inicia un nuevo camino musical en solitario como Andrés Koi (kid of immigrants o hijo de inmigrantes) con AIJAG, un homenaje a esas raíces personales que se transforman en las 13 canciones presentes en este álbum.
Con un sonido rebelde, pero sentido, letras evocando a ese niño interior que creció y maduró personal y musicalmente. Andrés revela en todo este disco esa rebeldía, libertad y vulnerabilidad desde todos los planos posibles, marcando un antes y un después en su carrera. Para conocer un poco más a fondo sobre este nuevo capítulo musical, PUBLIMETRO conversó con Andrés, quien reveló esos detalles artísticos.
¿Cómo ha sentido todo este progreso musical de encontrar esa identidad personal y sonora a través de la música?
Como algo paulatino y muy progresivo, la verdad. Soy muy curioso musicalmente, ya que me considero una persona muy curiosa y que me gusta aprender mucho, me estimula mucho aprender. Además, creo que escuchando música es como mejor se aprende, ¿no?
Entonces, he escuchado mucha música para hacer este disco, porque creo que es una responsabilidad que tenemos los músicos, porque cuando uno escucha mucha música, tiene más herramientas a la hora de crear un disco. He escuchado discos que de repente no hubiera escuchado en otro momento y le he querido dar lugar a nuevos sonidos. De ahí han salido canciones de las que me he nutrido para poder escribir las canciones.
En canciones como El niño que fui ayer, le habla a ese niño Andrés, ¿qué aprendió de eso?
Sobre todo ese amor por la libertad, ese decir y ser como uno quiere ser y no estar incómodo queriendo vivir de otra manera. Tiene mucho que ver con el vivir intentándolo y darle un poco menos vueltas a las cosas… Tomárselo un poquito menos en serio. Creo que cuando eres niño eres experto en disfrutar lo que sea que venga. Los adultos nos frustramos más, entonces tienen mucho que ver con eso: volver a buscar parte de esa frescura o de esa inocencia que hay.
Este álbum tiene un poco de ser irreverente en lo visual y lo musical, ¿cómo fue llegar a ese equilibrio y mantener una coherencia?
La verdad es que no lo sé. Es difícil eso, porque a veces siento que la gente no está entendiendo el disco y luego otro momento siento que sí. Entonces, justamente es lo que tú dices, ¿no? Ese balance que es complejo de encontrar. Soy consciente de lo que estoy hablando, del cambio del que estoy recorriendo, pero al mismo tiempo, no dejo de tocar temas que también me importan y que también me tocan por dentro, como por ejemplo la canción Películas, que a lo mejor, puede conectar desde otro lado con la gente. También me gusta ver el mensaje y que ese mensaje sea completo. No quiero repetir el mismo mensaje 12 veces, porque para mí, sería un disco muy aburrido. Es como si ya me has hablado de la libertad y de la nada te hable un disco entero sobre eso, se me haría muy repetitivo. Entonces, creo que sí, que a la hora de crear, batallo internamente con ese balance, que creo que en el balance está la virtud.
Es un poco como el cuadro del álbum que parece que está medio pintado. Hace unos días hablaba con una chica en México y me dijo: ‘He visto que en el cuadro has pintado el chakra de algo’. Y yo: ‘No tengo idea de qué es un chakra’. Pero es lindo que eso pase.
Hay momentos en los que siento que esta parte quedó por completar y luego otras que tenía que ser así, porque creo que es parte de la propuesta. Es un trabajo superartesanal y de un año largo. Cuando te enfocas muchísimo en un año y medio, casi dos años, haciendo un disco, se le puede sacar mucho jugo. También estaba en un momento en el que sentía muchas cosas, pero al mismo tiempo, tenía un mensaje muy claro que quería gritarle al mundo y era ese mensaje de atrévete a reinventarte, de atreverte a vivir de la forma que tú quieres vivir, y de paso, replantearnos nuestra existencia.
El proceso creativo es sumamente grande, ¿cuáles son esas canciones que estuvieron a punto de no salir?
La verdad, Shalala, que es la última que metí. De hecho, no sabía si el disco iba a tener 12 o 13 canciones, pero al final, esa canción como que llegó a cerrar un poco el álbum, llegó a recoger las conclusiones finales y los mensajes finales que quería terminar de dar y a poner un toque como un poco de himno. Es decir, me imagino mucho esa canción en un concierto y todo el mundo coreándola, porque esa canción se va a hacer grande en los conciertos. Esa canción tardó en salir, pero al final, ahí está, cerrando el álbum, cerrando el concierto.
Ha tenido bastantes influencias latinoamericanas, como la argentina y brasileña, ¿existen algunas colombianas?
De pequeño en mi casa se escuchaba mucho a Carlos Vives. Me acuerdo de escuchar Fruta fresca y todas esas canciones que hay en mi casa. A mi padre le gusta bailar y bailaba mucha salsa de aquí de esta tierra (de Colombia). En mi casa, la música latina ha estado muy presente y mucho esa mezcla de folclor latinoamericano. Llevo escuchándolo desde pequeño.
¿Qué es lo que más le ha marcado para crear música?
Creo que es poder encontrar y ponerle mucha voz a la sensibilidad que tengo en mi mundo interior, porque si no, se quedaría ahí estancado, como si fuera un estanque. Al final, el arte que uno hace es para conectar con la gente, por esa necesidad de conectar con los demás seres humanos de la tierra y también dejar algo en ellos. Para mí, es importante dejar reflexiones.