No cabe duda de que las mascotas se ganan un espacio bastante importante en la vida de las personas y es que gracias a su compañía y su forma de ser los peluditos se convierten en otro miembro de la familia, por lo que despedirse de ellos cuando fallecen puede ser tan duro como despedirse de un ser querido. La mayoría de las personas en algún momento de sus vidas ha experimentado la pérdida de una mascota y han tenido que sobrellevar la pena que esto puede causar. Recientemente, el periodista Daniel Samper, reconocido por sus columnas de opinión con tintes políticos, compartió a través de sus redes sociales que su perro Serafín falleció hace unos días.
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Samper, publicó un sentido mensaje a su perro Serfín, a quien junto a su esposa y a sus hijas había adoptado de un centro de adopción. Tal como el periodista lo dejó saber en su mensaje, su perrito era uno de los que ninguna familia quería adoptar debido a que sufría de alopecia, lo que causaba el rechazo de muchos porque en varias partes de su cuerpo se le podían notar parches de calvicie.
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“Una calvicie de fuente hormonal, extendida por parches a lo largo de su pelaje, que le daba el aspecto de ser un animal enfermo, acaso contagioso: una especie de perro agónico, envuelto en engrudo, como esas garzas de foto que quedan atrapadas en los derrames petroleros”, describió el periodista el aspecto de Serafín.
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El periodista no dejó lugar para las dudas sobre cuando lamentó el fallecimiento de su mascota y en una parte de su texto escribió lo extrañado que se sentía ante la ausencia de su perrito: “No me acomodo a la idea de que, en el parpadeo de una mañana de sábado cualquiera, mi amigo Serafín haya dejado de respirar; mucho menos a la realidad de que nunca más volveré a verlo: mi amigo Serafín, el guardián de las horas normales que se arrastraban en el día; la presencia que me cobijaba con un amor limpio que no hice nada para merecer”.
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Como si se tratara de una de sus columnas, a diferencia de que en esta el periodista no dio su opinión, sino que expresó sus sentimientos, Samper aprovechó para poner en manifiesto la amistad y el cariño que tenía hacia Serafín: “El perro al que nadie quería adoptar por su alopecia canina me adoptó de inmediato. Me demostró que, a diferencia de lo que había sucedido en sus jornadas infructuosas, a un perro no le importa si el humano que decide amparar por el resto de su vida es calvo”.
“Entró, pues, a la casa, y me olisqueó por encima, y nunca más nos separamos. Esa es la verdad. Nunca más. Aquella noche le di la bienvenida diciéndole sin decirle que era cuestión de tiempo que llegara a su casa de siempre, que era la mía (que era la suya): que desde esa noche jamás regresaría a la jaula del Distrito”, declaró el periodista dándole un último adiós al que fue su mascota y amigo.