Érika Zapata es una reconocida periodista quien se dio a conocer en noticias Caracol siendo la corresponsal en Medellín. Sin dejar de lado, que también hace parte de ‘La Finca de Hoy’, en donde aseguró que se ha llevado más de un halago por su belleza y personalidad. Y es que gracias a su carisma ha logrado ganarse el cariño de los televidentes quienes hasta piden que tenga su propio programa.
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La paisa suele ser muy activa en sus redes sociales en las que busca no solo compartir su trabajo sino que también, varios detalles de su vida los cuales han sido noticia en algunas ocasiones. Sin embargo, esto ha traído consigo varias críticas y comentarios de apoyo tanto en lo profesional como personal, tarea que no ha resultado ser para nada sencilla de afrontar para la periodista.
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A través de su cuenta de Instagram, la paisa estuvo realizando un en vivo en compañía de una creadora de contenido en donde relató algunas de las experiencias más complejas que tuvo que atravesar las cuales tuvieron lugar hace algunos años. Zapata confesó que todos los días que llegaba recibía mensajes por parte de su jefe, los cuales estaban basados en su ropa, su voz, cualquier cosa: “Ah, miren esa camisa de Érika se la puso hace 15 días, entonces era un matoneo delante de todo el mundo”.
Ante los hechos Érika se preguntaba repetitivamente en medio de las lágrimas que era lo que había hecho, pues considera que no ha sido una mala persona, por el contrario, siempre busca hacer las cosas de la mejor manera posible: “Yo todos los días le pedía a Dios me enflaqué impresionantemente, era como una batalla, para mí era batallar todos los días”.
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Asimismo, Zapata resaltó que a pesar de que cumpliera con cada una de sus notas esto no resultaba ser suficiente, pues era estar sometida a una constante crítica por cada una de las cosas que hacía en el medio que prefirió no nombrar. Sin embargo, para un 24 de diciembre las directivas decidieron no renovarle su contrato, en donde llamaron a todos sus compañeros menos a ella e incluso estaban muy cerca a ella celebrando, indicando que con ella hablaban después.
Ante el hecho, Érika pensó que la iban a cambiar de turno o quizás a cubrir otra sección. Días más tarde, su jefe según ella, la destruyó a tal punto que le dejó claro que ella no servía para ser periodista y no tenía talento para presentar ni mucho menos para escribir trabajando hasta el 31 de diciembre, pero para ella este momento resultó ser “como la Rosa de Guadalupe”.