Envejecer para muchas personas puede llegar a ser una de las experiencias más complejas de la vida, pero en algunos de los casos es muy bien recibida y hacen alarde de ella, tal como le pasa a María Fernanda Yepes.
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Y es que para la actriz el paso de los años, además de belleza, le ha dejado demasiada sabiduría y en especial mucha aceptación, es por ello que se muestra al natural y sin problema alguno de cómo avanza el tiempo por su cuerpo.
Hace poco lo dejó más que claro con una publicación en su red social de Instagram, en la que por lo general muestras todo lo que hace en pro de las personas y el planeta, y especificó que ama cada cambio que está teniendo su cuerpo en la actualidad, por lo que acepta cada diferencia.
“Me gustan mis arrugas, esas líneas de expresión que con el pasar de los años se van dibujando en mi cara. No pretendo borrarlas, no las quiero esconder, para mí son un hermoso reflejo de vida. Estoy en mis 40 y no escondo mi edad. Me encanta esta etapa en la que me reconozco madura, segura, sin complejos ni carencias”
— María Fernanda Yepes
La juventud y el entusiasmo no están en la franja de edad, sino en cómo se logra encarar el día a día, en los objetivos y metas que se planteen, en la ilusión de querer seguir viviendo nuevas experiencias que llenen de riquezas el interior.
El secreto está en atreverse a derramar el verdadero ser, sin miedos, sin limitaciones, sin juzgarse y sin importar lo que otros puedan pensar. Atreverse a ser usted mismo es ser valiente, y ese es el caso de la actriz María Fernanda Yepes.
“Me gusta cuidarme y darle a mi cuerpo lo que necesita sin necesidad de dañarlo. Atrás pasaron esos años de querer encajar, de querer pertenecer a un estereotipo de belleza que me dictaba la moda del momento. Hoy me siento segura en mi piel, me reconozco infinita, valiosa, serena. Hoy más que nunca celebro mis años, mis batallas ganadas, el camino recorrido”, agregó María Fernanda Yepes
Algunas personas consideran los cuarenta como una suerte de crisis, de etapa de decadencia, una situación cuesta abajo; sin embargo, entrar en la cuarta década de la vida, quizá se asemeje más a vivir una segunda adolescencia.