Una historia de la creencia popular se sitúa en Colombia, precisamente en Santander de Quilichao, en Cauca, y no es otra que la del diablo que baila. La leyenda sobre esto fue incluso llevaba a la pantalla chica, pues en una seriado de la plataforma Netflix, se cuenta momento a momento qué pasó con un niño de la localidad.
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Emanuel Cifuentes es el nombre del pequeño, que recuerda que su abuela le dijo no salir en Semana Santa, pero él no hizo caso y asegura haber visto al diablo. La abuela vivió en una comunidad gitana y de joven ella aprendió artes adivinatorias rituales, limpiezas de todo para el amor y el dinero. Él solía escuchar las consultas, muchos eran gritos agonizantes, su abuela casi exorcizando a las pacientes eran escenas muy traumáticas para él.
Pese a las costumbres distintas la abuela respetaba las tradiciones católicas y un Viernes Santo tras haber hecho limpieza en el hogar la abuela se fue a recostar, ella le dijo que sí quería se pusiera a jugar, leer o cualquier otra cosa, pero que bajo ningún motivo saliera a la calle.
Cuando su abuela se durmió él se acercó a la ventana de la casa y escapó, sin embargo, cuando fue a buscar a sus amigos no podían salir a jugar, pues ya era muy tarde, por lo que triste decidió regresar acompañado del total silencio en las calles.
Al momento, él escuchó un perro llorando, se puso a buscarlo hasta que lo encontró, era un cachorro negro muy amigable y se lo llevó. Caminó con él en sus brazos hasta casi llegar a su casa, pero por algún motivo el perro se estaba volviendo más y más pesado por lo que decidió bajarlo y caminar a un ritmo más acelerado, porque ya se estaba haciendo muy tarde.
Al ir caminando se sentía observado y comenzó a sentir miedo junto a mucho pánico. Al voltear no veía nada, pero si estaba escuchando unas uñas chocando con el pavimento, así como gruñidos y jadeos. Llegó afortunadamente a un poste de luz y se armó de valor para mirar atrás, el miedo lo invadió completamente al ver un enorme perro tras él.
Pero se quedó paralizado viendo ese perro con una mandíbula desencajada gruñendo y jadeando con ojos brillantes. Rápidamente corrió lo más rápido que pudo el terror era absoluto el perro cada vez se acercaba más y más. Logró llegar a casa de su abuela y tras golpear fuertemente la puerta su abuela logra ver la misma y cerrarla antes de que el perro alcanzará.
El perro intentó entrar, la abuela de Emanuel le cortó su ropa con unas tijeras y comenzó a hacer un ritual. Le dio un pijama blanco y dijo que se la pusiera, pues era ropa limpia y comenzó a decir unas palabras y oraciones hasta que el perro dejó de escucharse y finalizó el ritual diciendo “te entrego el corazón y alma mía que son más tuyos que míos”.
A la mañana siguiente él despertó muy temprano, pero el pijama ya no era blanco, era totalmente gris además que estaba empapado por lo que Emanuel se lo quitó rápidamente. La casa en su totalidad olía a podrido y por la pared comenzó a salir a baba amarilla y se llenó de moscas y gusanos.
Él no entendía la gravedad de lo que pasaba, pero sí sabía que no era algo normal. Comenzó a despertar gradualmente con rasguños y ardores en el cuerpo, así como marcas de garras. Es cuando se mira al espejo y vio un ente que lo comenzó a enfermar poco a poco. Por el día él estaba bien, pero en las noches tenía fiebre.
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Bajo su cama escuchaba rasguños hasta que tras moverla cayó al suelo y se encontraba al perro con los ojos rojos. Una tarde llegó un sacerdote amigo para ponerlo bajo oración, pero la energía al hacerla era tal que Emanuel llegaba a sangrar por su nariz, pero conforme pasaban las oraciones la actividad solamente se intensificaba.
Pasado el tiempo tras despertar iba a salir de su cuarto y al comenzar a tomarlo por el cuello recordó unas palabras que le dijo su abuela tiempo antes “usted no puede demostrarle miedo temor ni debilidad a un ente o energía negativa porque ellos se alimentan de eso de ese miedo de ese temor”. Tras recordar esa oración el ente lo soltó y desapareció lentamente, pero él comenzó a rezar y con el paso del tiempo las cosas extrañas desaparecieron poco a poco.