Francia Márquez, la vicepresidenta de Colombia, no llegó a ese puesto de poder a “acomodarse” y lo que lo visibiliza son sus palabras y sus actos, pero también su vestuario, que, diseñado por el joven Esteban Sinisterra, ha reivindicado la moda como un acto político y de representación.
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El enérgico y vital amarillo de muchos de sus trajes combinado, según el día, con el azul, todo ello entramado en telas africanas estampadas con motivos circulares, rectangulares o geométricos, siempre destaca frente a los trajes de corbata de sus acompañantes.
“Muchos negros en la política llegaron a acomodarse, pero Francia (...) llegó a acomodar eso que ella cree y considera que debía haber sido mostrado hace mucho tiempo”, reivindica a Efe Sinisterra, el joven que diseña su ropa, fundador de la marca “Esteban Afrika”.
Es un acto “decolonial”, dice Sinisterra, una forma de “descolonizar esos patrones de cómo hay que comportarse y ser aceptado”.
Márquez “viste de su ancestralidad y demuestra que puede llegar al poder representando a su pueblo”, a esos “nadies” que “hemos sido históricamente excluidos”, asegura el joven, que no pierde la sonrisa.
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De vestir muñecas a vestir a la vicepresidenta
La historia de Sinisterra (y la apuesta de Márquez por él) es en sí misma otro símbolo. Este joven de 23 años nació en Santa Bárbara de Iscuandé, un municipio de Nariño, en el sur del Pacífico, pero muy joven se tuvo que desplazar por la violencia a Guapi, un pueblo cercano del vecino departamento del Cauca; siempre en el Pacífico.
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“Yo llegué al mundo de la moda buscando economías que pudieran beneficiar a mi familia”, relata. Fue en Guapi, precisamente, cuando vio a su abuela y a su tía cosiendo y donde “absorbe” ese amor por las prendas.
Era pequeño y aún así, empezó a vestir a las muñecas de su primas. A su padre nunca le gustó ese mundo “de mujeres” donde él, como hombre, tenía que hacer “otro tipo de acciones menos la de coser”, que era algo de niñas. Hoy está orgulloso de él, aunque no se lo diga.
Y es que su éxito es espectacular; en el festival Petronio Álvarez, la mayor muestra de cultura del Pacífico que se celebró la semana pasada en Cali, su pequeño puesto está casi vacío, ya no le quedan modelos que vender y actualmente está buscando una tienda física donde pueda despachar los pedidos que se le acumulan.
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Creaciones únicas
Y todo ello es “culpa” de Francia Márquez, quien lo contactó cuando empezó sus aspiraciones vicepresidenciales y quiso potenciar la imagen de mujer negra y sus raíces pacíficas afro, que son su seña actualmente.
Esteban Afrika “hiló y narró el territorio” que ella quería mostrar a través de sus diseños y forjó una imagen exterior que hace que cuando la vicepresidenta llegue a un lugar “sin necesidad de abrir su boca, ya represente a nuestras comunidades y nuestras luchas”, dice el creador de la marca.
Cuando Márquez juró como la primera vicepresidenta negra de Colombia el pasado 7 de agosto lo hizo con un espectacular vestido azul, con motivos circulares anaranjados, que caen sobre una enagua blanca y una especie de bolero vaporoso también blanco que le atravesaba el pecho, que es “un homenaje a la mujer tradicional del Pacífico”.
“El bolero en tonalidades blanco representaba esa paz que a partir de la toma de posesión se iba a tejer, esos tejidos de paz y de igualdad dentro del territorio”, dice Sinisterra. Y es que cada tela usada -el kente que usa para las mangas o para los detalles de las camisas, el kitenge que asemeja las canastas que las mujeres usan en el Pacífico para recoger moluscos entre los manglares- tiene un significado que va más allá de la resistencia.
“Por ejemplo, hay mujeres que usan un tipo de tela para demostrar de que están solteras, que están casadas, que no quieren una relación... Así mismo como el turbante, que también es un símbolo de resistencia dentro de nuestra comunidad de la diáspora africana en el Pacífico colombiano”, explica.
Su marca, Esteban Afrika, seguirá presente en la etiqueta de los vestidos de la vicepresidenta, aunque espera también dar la oportunidad a otros jóvenes como él.
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“Que a uno le den la oportunidad a estas alturas de la vida es como quitarle las posibilidades a esos malos caminos que hay dentro del entorno”, comenta porque en el territorio de donde viene, que ha sido duramente golpeado por la violencia, el conflicto y el despojo, hay jóvenes con capacidades que solo necesitan un “empujoncito”.
Por eso su esperanza es que Márquez, que ha roto un techo sin precedentes de poder para las comunidades excluidas y las poblaciones vulneradas, “se convierta en un lienzo” donde muchos más que él puedan aportar, coser y pintar.