El primer día del festival arrancó y eran muchas las expectativas que se tenían, reactivación de festivales y con ello la emoción de los asistentes en ver a sus bandas favoritas en vivo, y que en esta edición del festival una de las mayores ilusiones era poder ver a Foo Fighters después de varios años.
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Eran 9:45 de la noche y era la hora programada para que la segunda banda más esperada de la noche se subiera a tarima, Black Pumas. El escenario adidas se fue llenando cada vez más de los fanáticos que esperaban a la banda. Los minutos pasaron y había un retraso considerable en la programación y poco a poco se fueron retirando del lugar pensando que no se iban a presentar, otros optaron por sentarse el piso pacientemente. Era mucho lo que se especulaba al respecto, hasta que la triste noticia llegó “Con el corazón roto estamos acá para comunicarles una noticia tristísima, debido a una situación médica de mucha gravedad: Foo Fighters no podrá persentarse esta noche”, mencionó en festival mediante un comunicado.
Algunos se mostraron molestos por esta noticia, pero la verdadera razón de su cancelación llegó a los pocos minutos después: Luto mundial en la música: murió en Bogotá el baterista de Foo Fighters, Taylor Hawkins, fue el titular que publicaron diferentes medios de comunicación y que todos leyeron en el momento, los que no tenían la manera de conectarse a redes sociales se preguntaban unos a otros lo que estaba pasando y poco a poco se fue dando a conocer la noticia. No había nada más que decir, todos los asistentes quedaron en shock, desconectados, como si la llama de sus corazones se encontrara suspendida. Nadie lo creía, nadie sabía qué hacer hasta que Eric Burton y Adrián Quesada salieron al escenario y confirmaron lo que muchos querían que fuera irreal. Taylor Hawkins había muerto.
Posterior a ello la banda decidió hacerle un homenaje en tarima, un minuto de silencio se apoderó del lugar, luego un ¡Taylo, Taylor, Taylor! se tomó el escenario, pero desde ese momento nada volvió a ser igual y el ambiente se cubrió de una nostalgia que es imposible describir. El Soul como género se apoderó del alma de los asistentes, algunos lo tomaron como trance, otros lloraban como catarsis para afrontar la perdida de una de las leyendas más grandes del rock en el mundo.
Como banda, los pumas estuvieron descabelladamente impecables, cada nota, cada acorde de la guitarra de Quesada, cada falsete de Burton fueron un canal para afrontar ese momento que nadie se esperaba. No se cae en errores al decir que la presencia de Black Pumas por primera vez en Bogotá tenía un propósito: intentar sanar corazones rotos y afrontar el duelo a ritmo de Soul.