El escribir una canción congrega todo un trabajo artesanal detrás. Es tomar los mismos acordes, las mismas notas que se han usado durante décadas para crear algo totalmente nuevo y que refleje lo que el autor, compositor o intérprete quiere dar a conocer o entender. Es también combinar un sinfín de posibilidades a tal punto de conseguir un producto único, algo que Alejandro Sanz ha entendido a la perfección.
Este artista lleva toda la vida escribiendo canciones. Ha estudiado a fondo su anatomía, profundizado en su genealogía, experimentado con las múltiples permutaciones del sumatorio melodía+letra.
En su nuevo álbum, partiendo de esos materiales esenciales, construye una obra que sorprende por su consistencia pero también por su dinamismo y variedad de registros. Son 10 canciones que palpitan. Cada pieza de “Sanz” tiene su propia entidad, pero conviene atender al conjunto para apreciar el trabajo como merece. En tiempos de atomización y dispersión, de singles huérfanos de continuidad y focus-track sin anclaje conceptual, el músico madrileño apuesta por un señor disco que enriquece su característico lenguaje.
El viaje promete, desde luego. Y durante la escucha se irán materializando dichos votos. Alejandro Sanz nos sorprenderá depurando su propio estándar en canciones irresistibles como “Mares De Miel”, “Yo No Quiero Suerte” o “Si Yo Quisiera Y Tú Pudieras”.
Además, “Sanz” propicia un emocionante reencuentro con su añorado amigo Paco de Lucía en “La Rosa”, estableciendo conexión tímbrica con el valioso legado de los Nuevos Flamencos. Y concluye con una reunión en la cumbre de la canción popular española gracias a “Y ya te quería”, compuesta exprofeso por el maestro Manuel Alejandro, incontestable confirmación de la tesis que proponíamos al principio: Cuando la letra precisa y la melodía idónea se dan la mano, la canción echa a andar. Y ya no habrá quien la pare.