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“Colombian power somos todos”: El libro de Cabal y Farah es una linda instrospección a la persona detrás del deportista

“Colombian power somos todos”: El libro de Cabal y Farah es una linda instrospección a la persona detrás del deportista

Saber si las coincidencias existen o no siempre implica un debate, el que no parece tener solución. Sin embargo, la historia de Juan Sebastián Cabal y Robert Farah comenzó cuando ellos no tenían más de siete años y su amor por el tenis los llevó a enfrentarse en varias ocasiones, seguramente sin imaginar lo que lograrían juntos.

“Colombian power somos todos”: El libro de Cabal y Farah es una linda instrospección a la persona detrás del deportista quienes intentaron demostrar que su carrera no representó solo alegrías, sino que hubo muchos momentos en que quisieron dejarlo todo, Juan Sebastián por una terrible lesión y Robert porque no era feliz con ese estilo de vida.

De hecho, el libro cuenta el doloroso proceso que vivió Cabal durante la recuperación de su rodilla por más de dos años, tiempo donde llegaron a cuestionarle incluso si podría volver a caminar con normalidad. Pero también relata la dualidad en la vida de Farah y esa crisis que había dentro de aquel joven prometedor en el tenis que anhelaba encontrar la felicidad.

La narrativa no se adentra solo en las conquistas que muchos celebramos, sino también la importancia que tuvieron sus esposas y la llegada de sus hijos, quienes fueron el motor principal de su lucha, y también, su prioridad por encima del mundo.

Para ser más específicos, Belén fue el mejor regalo que encontró Farah en su travesía por Estados Unidos, pues relata que era tan claro el proyecto que tenía con ella que hasta le pidió dos años sin ser pareja para poder disfrutar esa etapa antes de empezar una vida juntos. El caso de Juan Sebastián es una linda historia de amor que nació en Cali y ya tiene millas por el mundo entero de la mano de Juliana Vásquez, pese a que en ocasiones se tuvieron que separar por los distintos compromisos relacionados con este deporte.

No deja de ser interesante también saber que desde los 15 años empezaron a viajar a Bogotá para temporadas de tres o cuatro meses, los enfrentamientos que tuvieron dentro de la cancha y el inicio del trabajo juntos que les dejó un legado que no se reduce en los títulos, sino en la linda hermandad que tantas alegrías le dio a Colombia.

Para concluir, es imposible no mencionar las fotografías de ambos, tanto en su rol de deportistas como de padres de familia. Le dan un toque único y personal a un libro, con el que es imposible no conmoverse o sentirse identificado.

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