Harlen Castillo, portero de Atlético Nacional, habló sobre detalles poco conocidos en su camino para convertirse en hoy arquero del cuadro antioqueño y contó que incluso debió vivir prácticamente en la calle.
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En entrevista concedida al periódico El Colombiano, el guardameta chocoano habló de sus anhelos y de lo complejo que es para muchos futbolistas en los inicios.
Salir de su región
“Llegas a una ciudad donde todo es nuevo, en la que no estás acostumbrado, donde todo es plata. Para dirigirme a los entrenamientos me tocaba coger una o dos rutas de bus y a veces irme sin comer y no podía competir de la mejor forma porque llegaba débil”.
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Las duras y las maduras
“Cuando estuve en el DIM y salí. Me quedaba donde un tío en Robledo, pero surgió un inconveniente con él, porque mi papá era el que se encargaba de mandar cosas allá y en esa época ellos habían discutido. Y sin mi familia saber nada en el Chocó, me fui de la casa y prácticamente viví en la calle como un mes, andando de acá para allá; guardaba mis cosas en un negocio y me mantenía trabajando en lo que fuera para seguir jugando fútbol”.
Nadie se enteró
“Nadie lo supo, hasta ahora, y fue un momento complicado de mi vida, porque estar en la calle no es fácil, me tocaba cuidarme de muchas cosas y más que tenía que buscar amistades y compañeros que me dejaran descansar para, al otro día, madrugar a entrenar y después a trabajar y buscar dónde quedarme de nuevo. Prácticamente estuve así como un mes”.
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Rebuscando el día a día
“Transportaba y cargaba cajas de licores de la empresa del amigo que me guardaba las cosas. Hacía domicilios y con eso me sostenía para pagar habitaciones por noche o pagarles a otros compañeros de mi pueblo, porque acá en Medellín hay mucha gente del Chocó que también me colaboró en esos momentos”.