¿Qué es lo primero que se te viene a la mente cuando escuchas “cuentos de hadas”? ¿Castillos, finales felices, princesas y magia? Ahora imagina que viajamos atrás en el tiempo, hasta los días en que estos cuentos se contaban en voz baja alrededor de una fogata o se escribían en libros antiguos. Si nos adentramos en las versiones originales de Hans Christian Andersen, los hermanos Grimm o Giambattista Basile, la imagen cambia por completo.
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Estos relatos, aunque están llenos de magia y fantasía, también contienen momentos oscuros, giros trágicos y profundas reflexiones sobre la vida en otras épocas. Leerlos es como subirse a una máquina del tiempo: nos permiten conocer el pasado, explorar cómo pensaban y sentían las personas de otros siglos, y ver cómo estas historias se han transformado como nosotros.
Pero aquí surge la gran pregunta: ¿qué tienen estos cuentos para haber sobrevivido por siglos? ¿Por qué los seguimos contando, reinventando y llevando al cine y la televisión una y otra vez? Más allá de las versiones que conocemos hoy, estos relatos han cambiado constantemente, adaptándose a cada época. Y lo más interesante es que, aunque los modifiquemos, siguen teniendo algo que nos atrapa.
La Cenicienta
Si hay una historia que se ha contado de mil maneras, es Cenicienta. La versión más famosa es de Charles Perrault (1697), con su hada madrina, la calabaza convertida en carruaje y el icónico zapato de cristal. Pero, este cuento existía mucho antes y ha viajado por distintas culturas. La primera versión escrita es china, del siglo IX, y cuenta la historia de Ye Xian, una joven maltratada por su madrastra que recibe ayuda de un pez mágico. En la antigua Grecia, se hablaba de Rodopis, una esclava cuya sandalia fue llevada por un águila hasta el faraón, quien la buscó hasta encontrarla.
En el siglo XVII, el escritor Giambattista Basile nos dio La Gatta Cenerentola, una versión en la que la protagonista asesina a su madrastra con la ayuda de su institutriz.
Luego, en 1812, los hermanos Grimm recopilaron una nueva versión: Aschenputtel, donde las hermanastras se cortan los dedos de los pies para intentar encajar en la zapatilla, y al final, unos pájaros les sacan los ojos como castigo. En 1950 Disney retomó este relato con una historia que eliminó la violencia y se centró en ciertos valores de la época y después de 65 años, Kenneth Branagh la llevó de nuevo al cine, esta vez con una Cenicienta cuyo lema es “sé valiente y amable”.
¿Por qué tantas versiones? Tal vez porque la idea de superar la adversidad sigue resonando con nosotros sin importar la época.
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La Sirenita
Cuando pensamos en La Sirenita, nos viene a la mente la historia de Ariel, la joven de cabello rojo que quiere explorar el mundo humano. Pero el cuento original, escrito por Hans Christian Andersen en 1837, es muy diferente. Aquí, la sirenita no solo sacrifica su voz, sino que caminar le causa un dolor insoportable, y al final, el príncipe se casa con otra. En esta historia ella elige convertirse en espuma de mar. ¿Por qué Andersen escribió un final así? ¿Qué nos quiso decir?
La bella durmiente
El cuento de La Bella Durmiente ha cambiado radicalmente con los años. Su versión más antigua, Sol, Luna y Talía, escrita por Giambattista Basile en 1634, tiene un giro diferente al conocido: Talía, la protagonista, no es despertada por un beso, sino que, estando dormida, da a luz a gemelos tras ser abusada.
La historia cambió hasta llegar a la versión de Perrault, y luego a la de los hermanos Grimm, donde la Bella Durmiente despierta con un beso de amor verdadero. Posteriormente, Disney® la convirtió en una historia de lucha entre el bien y el mal en 1959, con Maléfica como la gran villana. Sin embargo, en 2014, con Maléfica la malvada hada se convierte en la figura materna de Aurora, desdibujando la línea entre héroes y villanos.
A lo largo de los siglos, muchas historias han sido contadas y olvidadas, pero los cuentos de hadas han resistido el paso del tiempo. ¿Por qué seguimos volviendo a ellos? Tal vez porque tocan temas universales.
Otra razón es su capacidad de transformación. Estos cuentos han pasado de la tradición oral a los libros y de ahí al cine y la televisión. Cada generación los reescribe a su manera. Lo hicieron los hermanos Grimm, lo hizo Disney®, y lo seguimos haciendo hoy. Por eso, más que preguntarnos qué versión es mejor, podríamos preguntarnos: ¿qué nos dice cada versión sobre su época? ¿Qué permanece en estos cuentos, a pesar de los cambios?
Los cuentos de hadas son mucho más que historias para niños. Son puertas a otros tiempos, espejos de nuestras sociedades y fuentes inagotables de imaginación. Estos relatos no solo reflejan los valores de sus épocas, sino que también contienen una riqueza simbólica que podemos seguir explorando y reinterpretando hoy.
Así que la próxima vez que veas una película basada en un cuento clásico, te invito a dar un paso más: busca el texto original. Descubre las diferencias, reflexiona sobre los cambios y encuentra tus propios significados, porque, al final, los cuentos de hadas no son solo historias para ser contadas, sino mundos enteros esperando ser explorados.