Con la serie Cien Años de Soledad se vuelve a poner de moda el realismo mágico, pero ¿en algún momento dejó de estarlo? Uno podría decir que, con el surgimiento de las narraciones de la violencia y el poder, al menos en la televisión, dejamos de lado estas historias en que lo colectivo es protagonista, en las que lo mágico o lo irreal se acepta con toda la naturalidad del mundo. Sin embargo, esto puede ser bastante inexacto, porque podemos sacar a los colombianos de Colombia, pero nunca a Colombia de los colombianos.
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El realismo mágico se respira en Colombia en la cotidianidad, todos en algún momento de nuestra vida lo hemos vivido, lo más probable es que, en el instante en que un bebé se registra en el país, el registrador, en una muestra de sutileza impresionante, impregna al niño de cierto aceite que lo hace capaz de creer y ejercer el realismo mágico. Sé que suena a cuento de Gabo, pero se los puedo demostrar con hechos.
El pollo bendito
La parroquia de Nuestra Señora de las Nieves en Bogotá, fundada en 1585, fue una de las primeras iglesias de la capital del país. Como muchos templos antiguos ha sufrido muchas modificaciones, pero este, en particular, ha vivido una que merece un cuento al menos. Durante el año 2000, el templo atravesó una dura crisis económica que el párroco de la época decidió enfrentar removiendo las pilas bautismales y habilitando un espacio para local, que fue arrendado por una empresa familiar que vende pollo broaster.
Desde ese momento y hasta 2014, cuando la jerarquía eclesiástica ordena desalojar el local de alimentos, los creyentes atendían la eucaristía ambientados con el particular olor del pollo circulando por las naves de la iglesia. Un gran plan para los capitalinos, recibir bienestar espiritual para saciar después necesidades un poco más mundanas, con un pollo bendecido por su mera presencia en el templo. Díganme si esto no es realismo mágico.
El médico de los pobres
Aunque el protagonista de esta historia es venezolano, es innegable que su impacto en Colombia da para más de una anécdota digna de contar. Cuando yo era niño y alguien se enfermaba en mi casa, la primera opción, antes de ir a buscar a un doctor de carne y hueso, era acudir a José Gregorio Hernández, hoy beato, y según los rumores, pronto santo. Este médico venezolano, que dedicó su vida a ayudar a lo más necesitados, es objeto de diversos rituales a lo largo y ancho de Latinoamérica.
En mi casa se decía que el espíritu de José Gregorio se presentaba con su bigote, sombrero y traje negro a hacer la operación él mismo, por lo que el enfermo debía dormir solo en una habitación, cobijado únicamente con una sábana; nadie en la casa debía asomarse en la noche, era como el Santa Claus de los gringos para mí. Además, se dejaba una copa con agua al lado de la cama del enfermo. En la mañana, por lo general, el enfermo se despertaba de un profundo sueño y debía beber del agua dejada al lado de su cama, que había tomado un aspecto aceitoso.
Si era efectivo o no, no podría decirlo, lo que si sé es que con estas prácticas entendí, desde muy pequeño, que la magia y lo sobrenatural es parte de la cotidianidad de los colombianos, como en Cien años de Soledad.
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Los números mágicos
En ocasiones, lo mágico trasciende las realidades políticas y sociales de nuestro país, en el 2020 sucedió algo inusitado en la historia de Colombia, la Corte Suprema de Justicia dicta medida de aseguramiento contra un expresidente. Como era de esperarse, el cubrimiento mediático tampoco tuvo precedentes y pronto en la televisión nacional se vio al imputado y en Twitter, él mismo da a conocer el número de preso que le fue asignado.
Hasta aquí una noticia que, aunque impactante, respeta las leyes de la naturaleza. La cosa empieza a tomar tintes fantásticos cuando el número, en diversas combinaciones, se convierte en la principal apuesta en todo el país; esto a tal nivel que las empresas apostadoras tuvieron que bloquear las apuestas con este número en particular.
Todo esto sería solo una anécdota de la simple mentalidad de los apostadores, si el miércoles 12 de agosto de 2020 la lotería del Valle no hubiera anunciado que los cuatro primeros dígitos del número divulgado habían sido ganadores de 3.500 millones de pesos, el premio mayor. Ahora quién podría negarme que el realismo mágico está impregnado en las vivencias de todos nosotros.
Todas estas anécdotas no son más que una invitación a encontrarnos reflejados en la literatura, cuando vemos la serie Cien Años de Soledad, leemos el libro o exploramos cualquiera de las obras de Gabriel García Márquez, nos permitimos encontrarnos con un pedazo de lo que somos como colombianos.
Pero el realismo mágico trascendió fronteras, y son muchos los autores latinoamericanos que vale la pena leer, entre ellos quisiera recomendar a Alejo Carpentier, María Luisa Bombal, Miguel Ángel Asturias y Laura Esquivel, a todos los pueden encontrar en las bibliotecas públicas del país.