Cultura

Raíces Históricas de La Vorágine: ecos de un crimen histórico

Reseña del reciente trabajo de Vicente Pérez Silva, que busca que no queden relegados los sucesos reales que inspiraron a José Eustasio Rivera.

Libro de Vicente Pérez Silva
Raíces Históricas de La Vorágine

Hace cien años, en plena Hegemonía Conservadora, se estaba llevando a cabo uno de los mayores crímenes históricos de nuestra nación. En las puertas de la amazonía colombiana, cerca al cinturón andino, la fiebre por el oro blanco de las caucherías, generó un sinnúmero de asesinatos contra comunidades indígenas del Putumayo, el Caquetá y el Amazonas. De estos hechos, nace una de las obras cumbres de la literatura colombiana, La vorágine de José Eustasio Rivera.

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¿Qué eventos inspiraron la creación de dicha obra? ¿Cuáles son los personajes reales que se mezclan entre el lenguaje literario y la realidad? ¿Existen evidencias precisas que justifiquen la obra de Rivera, no como creación de literatura, sino como denuncia pública? Para responder estas y otras preguntas, Vicente Pérez Silva realizó una publicación que buscaba que no queden relegados e inadvertidos, tanto las infames acciones de los victimarios como los suplicios de las víctimas. Todo en su obra Raíces Históricas de La vorágine.

Esta es una obra de carácter social, que le da, no una voz, sino que sirve como eco de las acusaciones hechas por Rivera en su tiempo. Ya que esas denuncias permitieron que la nación conociese, a través de las ambientaciones, los deseos de justicia del autor. Con gran vehemencia y hasta con un espíritu patriótico, llevó a una confusión de sentimientos, de esos que nos golpean y no nos dejan indiferentes.

Vicente Pérez Silva busca los fundamentos históricos de La vorágine. Trae a colación archivos nacionales, y también archivos extranjeros. Documentación que le permite tener una visión más amplia de los eventos y personajes presentes en la obra de Rivera. También llama la atención cómo se unen, al parecer, intereses empresariales con los intereses de unos políticos en particular. Esta información hace que dispongamos de un archivo, que a su vez, nos deja hacer un rastreo sobre lo que pasó con los indígenas, caucheros y políticos de hace más de un siglo.

Podemos decir que Pérez Silva, cual detective, nos presenta una serie de pruebas que respaldan, y que más allá del lenguaje literario de Rivera, había en ese autor, un espíritu compasivo, un aborrecedor de las injusticias y un devoto de las reivindicaciones de los marginados. Y es que si nos ubicamos geográficamente, la zona anteriormente mencionada, hace parte de la “periferia”, de la “Colombia profunda” y cualquier otra etiqueta que trate de disimular algún tipo de abandono por parte del Estado.

Los sentimientos humanitarios del autor de La vorágine, son la clave para entender su obra. Rivera quería ayudar, quería aliviar el sufrimiento de algunos de sus compatriotas. Esos que fueron olvidados por el Estado y al parecer, hasta por Dios. En un mundo centrado en la producción, en una sociedad pensada para el espectáculo, en medio de todo ese ruido ensordecedor, aparece Rivera con una voz para la eternidad.

La apatía e indiferencia de las autoridades colombianas que trataron de esconder la barbarie, no fue suficiente, ya que, hasta el mismo Papa Pío X, hace una exhortación a los fieles de la iglesia de poner en manifiesto lo sucedido. Y es que hubo una buena parte de la sociedad que se negaba a creer lo ocurrido. Tal como sucediera con el Congo belga que sufrió la crueldad de Leopoldo II, el amazonas colombiano, y en especial sus nativos, sufrieron vejámenes semejantes. Sin importar ser indio o negro, las democracias industriales se sirvieron de los desamparados para que sus grandes señores, productores y creadores de riqueza, vivieran felices a costa del sufrimiento y la sangre de los desposeídos.

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Colombia ha sufrido a lo largo de la historia la maldad de los actores del conflicto armado interno de nuestro país. En las escuelas se habla de la violencia, del surgimiento de las guerrillas, del narcoterrorismo y de las masacres paramilitares. También se habla de los crímenes de miembros del Estado. Pero, obras como La vorágine y en especial éstas Raíces Históricas de La vorágine, nos permiten comprender que tal vez hablamos de una patología social heredada en nuestro país.

Palabras como flagelación, tortura, violaciones, descuartizamientos, no se suelen mencionar en los periodos históricos de nuestra nación hasta después de la época de La Violencia y todas las consecuencias que trajeron. Todas las formas de tortura y suplicio aplicadas a los indios para tratar de “mejorar la producción” deben ser un llamado de atención para una sociedad que pretende avanzar hacia una paz total.

Toda obra tiene los fines que le interesan a su autor. Silva quería a través de su obra, defender el territorio y a sus pobladores, garantizar un estado de paz, eliminar la incompetencia burocrática, promover la libre empresa que produjera ingresos sin sacrificar a las poblaciones, llamar la atención sobre la Casa Arana, entre otros. Porque si se hacían negocios y empresa, pero a un costo humano y ético sin precedentes. Sí se hacía contabilidad, pero macabra, sólo comparable a la contabilidad de los barcos negreros esclavistas de la época de la colonia, donde el tráfico humano era el capital de los grandes mercaderes de la época.

Una comunidad sin voz y sin respaldo de ningún tipo, solo permitió que se perpetuara la tiranía contra esas comunidades invisibles. ¿Dónde estaban los Estadistas, los filósofos, los moralistas, los economistas? Algunos hicieron la vista gorda, otros estaban felices por su ignorancia. Pero la gran voz de una obra creada para incomodar y buscar una transformación, apareció de repente para ensordecer a los indiferentes y avergonzar a los indolentes que vivían para aquel entonces, lejos del horror.

La vorágine es una denuncia, una acusación y una protesta, sí, pero las Raíces Históricas de La vorágine es el eco de aquella empresa iniciada por Rivera y que después de un siglo aún debe retumbar en las conciencias de todos los colombianos. Panamericana Editorial trae a nuestra sociedad, un libro digno de ser estudiado en las academias, de ser enseñado en las escuelas, de ser leído por todos los que soñamos con sentar las bases de una sociedad más justa y pacífica para las nuevas generaciones.

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