Cultura

La moda masculina en Colombia y su futuro están del lado queer

A pesar de que ser un hombre LGBT en Colombia es manifestarse en un espacio poco seguro, a través de la moda y diversas voces se quiere cambiar una estructura sofocante en la masculinidad.

Mr. Gorgeous para la editorial CUHUBA Familia/Mhuysqa
Mr. Gorgeous para la editorial CUHUBA Familia/Mhuysqa Mr. Gorgeous para la editorial CUHUBA Familia/Mhuysqa (Daniela Medina)

Cuando el senador Andrés Cancimance fue el año pasado a la posesión de su curul, le llovieron comentarios homofóbicos. Todo por un simple gesto: llevar tacones al recinto del Congreso, que en 200 años jamás había dado paso a una persona abiertamente LGBT que expresara a través de la apariencia- tan importante en el poder como el poder mismo- su identidad sexual. Y más a través de una denuncia fundamental: ser un hombre gay y expresarlo como tal sigue siendo muchas veces peligroso y revolucionario en una sociedad como la colombiana.

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Y es que en realidad, la vivencia cotidiana de muchos hombres queer que hace rato dejaron atrás las etiquetas de género obedece precisamente a esto. Tal y como lo fuese el agudo escritor Quentin Crisp en la hostil Londres de 1930 (el ‘Englishman in New York’ de Sting), son violentados simbólica y hasta físicamente por usar no solo tacones, sino otras piezas statement que están lejos de los parámetros de la sexualidad tan atosigantes y señoriales que hay en la colombianidad. Y eso que en la Bogotá de 2023, a diferencia de la Inglaterra de Crisp en la que ser homosexual era un delito, pareciera que existiese libertad. Pero aún falta camino para recorrer.

Esto también, a pesar de que el constructo de lo masculino ha cambiado: desde la Gran Renuncia Masculina - uniforme obligado de la burguesía desde el siglo XIX para oponerse al fasto aristocrático- y desde la construcción de lo flamboyante y andrógino en los años 60 con pioneros como los Rolling Stones, pasando luego por Freddie Mercury, Elton John y David Bowie, entre otros exponentes, no se había visto una revolución de género en lo sartorial como desde hace diez años atrás. Ni desde los Luises Borbones ni desde Mercury en la primera etapa de Queen se había vuelto a ver- al menos en lo mainstream- a un hombre en tacones, con piezas exuberantes, con corsets, con recargo, maquillaje y ostentación. En la moda mundial actual, por ejemplo, esto se trasluce a través de propuestas como las de Thom Browne o Mugler, cuyas propuestas incorporan elementos a los que se les atribuye ‘feminidad’ en cuerpos masculinos.

Ahora bien: se ve en ferias de moda y en imágenes editoriales. Y en Colombia, en eventos de envergadura masiva como Bogotá Fashion Week o Colombiamoda, se tiende a ver ese riesgo, un salto cuántico, una diferencia entre los hombres queer asistentes y las mujeres. ¿Es un mito, tiene bases fundadas? ¿Cómo realmente ha cambiado esta estructura a través de las voces emergentes de la industria?

“No creo que los hombres gays sobresalgan más que una mujer en la moda, porque eso sería caer en el encasillamiento sobre quién tiene más estilo y quién puede portar determinada prenda, y que una pieza define la feminidad o la masculinidad. Por otro lado, si hablamos de historia, los seres humanos hemos optado por seguir la línea tradicional a la hora de usar el vestido como elemento de decoración, protección y exaltación, pero entre esto siempre ha existido el agregado del ‘pudor’ gracias a lo religioso”, expresó a Nueva Mujer Colombia Cristian Baena, estilista de moda y consultor en México, quien enfatiza que si bien el hombre gay puede ser statement, no busca ser mujer sino una forma de expresión.

En esto coincide el estilista Mauricio Moreno, quien también ve nuestra señorialidad y endogamia cultural como un factor limitante para entender las expresiones contemporáneas. “Siempre está predispuesto a que la homosexualidad es sinónimo de ser mujer en el país. Las prendas no tienen género, y todo lo que ha usado una mujer primero fue usado por un hombre. Cuando un heterosexual usa prendas con esta connotación es porque supuestamente está rompiendo esos paradigmas”, afirma, señalando quizás casos tan notorios de queerbaiting como los de Bad Bunny o Harry Styles mismo. Cosa que no cambia el pensamiento de un país enquistado en la imagen del ‘macho alfa’ como única expresión posible: " El hombre está basado bajo los lineamientos del machismo. Siempre tiene que lucir muy pulcro, no se puede arriesgar estéticamente y siempre debe mostrar esa superioridad entre comillas. Y desde ese punto de vista hay que romper ese estigma. Por usar prendas que son ‘generalmente’ femeninas no se es una mujer. Y es un pensamiento machista que está arraigado a la sociedad”, afirma.

Y con toda la razón: si se rasgaron ampliamente las vestiduras por un escudo en rosado Soacha, qué será en el devenir cotidiano, donde los hombres queer han tenido que sortear con gracia todo tipo de violencias. E incluso la exclusión del lado más tradicional y rancio de la moda colombiana.

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De la mula al avión en términos estéticos

La ‘elegancia’ del relato centralista en los comienzos de Colombia como nación se vio mediada por la aspiración inglesa. Esto implicaba modestia, sobriedad y una preocupación por la apariencia que fue mediada por la publicidad y las clases sociales en ascenso y que 80 años después a través de lo digital, toma nuevos carices.

Se puede ver con marcas como las de ‘Mr. Gorgeous’, diseñador para la comunidad trans y queer en Bogotá. Con experimentación de siluetas y materiales, así como una declaración estética en su propia persona, ha logrado fundamentar una visión que cada vez es más compartida por hombres gays en Colombia.

“Mr. Gorgeous es para todo el mundo y amo cuando mis clientes son cis hombres que me permiten jugar con lo anti normativo. Ha sido un proceso fuerte y siempre he tenido ideas en pugna frente a lo que soy. No me interesa la sociedad, ni la homofobia. Me siento seguro de lo que soy, porque la moda hace parte de esa construcción cotidiana. Muestro cómo ese código binario no existe, cómo ese espectro se puede acoplar a la personalidad de quienes buscan arriesgarse. Las personas se sorprenden al verme. Lo hetero claro que será la norma y halagan a gente como Bad Bunny por usar falda, cuando hombres queer son violentados por lo mismo. Y ahí va otro punto: a los hombres normados les incomoda lo femenino y lo ven como débil, sacando así su misoginia. Lo que no saben es que la moda es expresión, y a ellos les molesta porque ese tipo de atención no es normal de verse en Colombia”, afirma.

En esto concuerda el estilista Moreno: “Las personas mayores critican mucho, pero a nuestra generación no le importa eso y es un avance en este país. Pasó hace poco, relativamente, pero ya hay más aceptación en cuanto a cómo las personas desean verse en términos estéticos”.

Falta mucho camino por recorrer - hay no más que ver los testimonios de la Comisión de la Verdad o del conflicto armado contra la población LGBT- y muchas violencias qué desterrar. Pero ya hay más hombres sin miedo que lucen como les place, así les toque avanzar con tacones sobre un camino de piedras y herraduras.

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