A Juan Carlos Saldarriaga se le nota lo paisa en la conversación y la determinación, pero el nacido en San Roque, Antioquia, no puede ser más soachuno. No se trata sólo de su actividad social y política en la sexta ciudad más poblada de Colombia desde hace más de tres décadas, se trata del brillo en sus ojos cuando habla de este municipio ubicado al sur de Bogotá, el más grande de Colombia que no es una capital departamental; se trata de la emoción que expresa al momento de hacer el balance de lo que fueron estos cuatro años de su Soacha, la que conoce de arriba abajo, desde los límites de Bojacá hasta Pasca, desde La Gallina Ardiente, junto al estadio Luis Carlos Galán, hasta los límites con Bosa en el río Tunjuelo. Se trata, en últimas, de la satisfacción de un trabajo bien hecho, incluso con muchos factores para que las cosas no salieran así de bien; desde la crisis generada por la pandemia hasta su propia forma de hacer política, totalmente atípica para el contexto de la región.
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“Yo perdí cuatro candidaturas y cuando gané la quinta tenía claro lo que tenía que llegar a hacer, como empresario que soy, como gerente que he sido de muchas empresas. Yo tenía claro lo que tenía que hacer”, recuerda con nostalgia pero con el orgullo de que todo valió la pena, incluso los sacrificios. A fin de cuentas, fueron cuatro años de exceso de trabajo que inevitablemente pasan factura en el hogar por más que en la ciudad, en su Soacha, se viera el resultado: “A una de mis chinas le fue mal en el colegio y a son de reclamo me dice: ¡pero si llevan cuatro años sin pararnos bolas!”, dice desparpajado, como siempre: “Le pasan a uno la cuenta los hijos, pero teníamos claro que aquí adoptábamos 1 millón de hijos, y bueno, ahorita ya vendrá tiempo de calidad en enero para dedicarles, para estar con ellas que son hermosas”.
Saldarriaga, siempre listo para mostrar resultados y ejecución, habló con Publimetro Colombia de este periodo al frente de Soacha, de las batallas que ganó para transformar la ciudad y de lo que viene en la carrera de un político que no es político, pero que seguirá dando mucho de qué hablar.
¿Cuál es su balance de este periodo al frente de la Alcaldía de Soacha?
El balance, como decimos los paisas, es una chimba. Realmente el desarrollo y el avance de nuestro territorio en estos cuatro años fue abismal. En el último cuatrenio Soacha pasó de ser “ese barrio del sur de Bogotá” a convertirlo en la sexta ciudad del país en población, en la ciudad número 11, financieramente hablando del país… Nosotros éramos los 700, financieramente hablando, cuando llegamos. Hoy estamos en el número 11, por encima de capitales departamentales, de grandes ciudades. Y todo esto se logró hacer en un cuatrienio con pandemia, en un cuatrienio con paros, en un cuatrienio con depresión económica, demostrando que definitivamente esta no es “una ciudad de pobres”. Sí, esta ha sido una ciudad con muchas necesidades, pero aquí llegó la gente más berraca de Colombia, aquí llegamos desplazados de todo el país y cuando se juntan muchos berracos de todo el país, pues no puede resultar sino una mezcla buena y que esa ciudad se desarrolle positivamente. Es que si usted mira, los países donde han migrado de poblaciones, son países que se han desarrollado, se han enriquecido, han salido adelante y Soacha no podía ser la excepción, sólo que no había sido gobernada por personas con la visión de cómo sacarnos hacia adelante. Es que esto es como sacar una empresa adelante y eso pues a mí me llena de mucha alegría.
¿Cuál fue ese gran paso para la transformación económica de Soacha?
Nos pusimos a trabajar, no molestamos a los empresarios de nuestra ciudad y logramos consolidar empresas como Alfa, como Espumados, como Ladrillera Santa Fe, que trasladaron sus plantas a Soacha y las consolidaron 100% en nuestra ciudad. Soacha se convierte en un centro comercial de primer piso, casi toda Soacha en el primer piso tiene comercio y además seguimos siendo esa gran fuente de empleo para Bogotá. Pero ya hoy también nos convertimos en una fuente de empleo para los bogotanos: muchas de las grandes empresas de nuestra ciudad hoy reciben a muchas personas que vienen de Bogotá inicialmente a trabajar acá, pero se enamoran de Soacha y terminan viniéndose a vivir a Soacha, y los recibimos y los adoptamos como nuestros habitantes soachunos.
Pero también les dijimos: si quieren estar aquí, todos debemos tributar y todos debemos pagarle a la ciudad para desarrollarla. Cuando llegamos a la administración solo teníamos 7000 industrias y comercios registrados en la ciudad, 7000 establecimientos y todos quebrados, porque teníamos carnicerías que no alcanzaban a vender 100 gramos de carne al día. ¡Eso era lo que le declaraban a la ciudad! Teníamos que darle ingresos a la ciudad y nos pusimos: convenio con la Cámara de Comercio de Bogotá, convenio con la Dian, y empezamos a hacer triangulación de información, y así le empezamos a decir: señor, venga, la Dian le declaró que usted vendió $1.000.000.000 el año pasado, pero a la ciudad le dijo que 500: ¡págueme las multas! El primer año nomás recibí como 7000, 8 mil millones de pesos en multas.
Pero ponerse serio con los impuestos no es lo más popular que digamos para un político…
Todo lo antipolítico, ¡lo hice todo! Los 17.000 comerciantes y los llamo a que me tengan que declarar todos los años anteriores que no me han declarado, según la DIAN o la Cámara de Comercio. Pero la gente empezó a entrar en el proceso de la legalidad, de decir: “no le puedo hacer conejo a la ciudad”. Pasamos de un de un Impuesto de Industria y Comercio cercano a $30 mil millones a en este momento estar recaudando $80 mil millones. Soy experto en lo antipolítico (ríe): en medio la pandemia, ¡hago actualización catastral! En 15 días hago actualización catastral del 100% de la ciudad, perímetro urbano. Otro gran error de cualquier político: no había pasado la pandemia y en el enero del 2021 yo estaba entregando recibos de predial multiplicados por mil, por 5000. Había 30.000 predios que nunca le habían pagado a la ciudad un centavo, 10.000 predios que le pagaban $1.000, 30.000 o 35.000 que le pagaban menos de $10.000. ¿Como desarrollamos toda una ciudad con eso? Y cuando uno iba a ver esos inmuebles, tú decías: ¿pero cómo va a pagar $1.000 un edificio de tres, cuatro pisos? Entonces tocó hacer un gran esfuerzo financiero el primer año, porque una actualización catastral nos costó cerca de 10 mil millones de pesos. Nadie nos dio un centavo en pandemia, ni de la Gobernación, ni de la Nación. Entonces yo lo único que hice fue recortar los gastos públicos de la ciudad, que ya era difícil hacer recortes, pero ahorré los 10 mil millones de pesos para poder hacer la actualización catastral en diciembre, cuando tenía que hacer la implementación. Todos los asesores me dijeron: “Juan Carlos no implemente la actualización catastral, estamos en medio de la pandemia, eso es muy grave para la gente”. Y yo les dije: “sí a mí me tienen que sacar. Me sacarán por haber hecho, pero no por mediocridad”.
Pero no sólo era la pandemia, ¡era aumentar impuestos en pleno Paro Nacional!
Yo tenía claro lo que tenía que hacer y claramente, cuando implementamos el catastro que pasó de $38 mil millones a $160 mil millones este año, pues a mí se me se me vino el mundo encima. Estábamos en plenos paros nacionales por la reforma tributaria de Duque y yo estaba cobrando mis recibitos del predial… Eso era muy complicado, pero con todo y eso me fui para la calle con la serenidad y tranquilidad de que habíamos hecho las cosas bien. Y mientras me hacían manifestaciones en el parque y me taponaban calles, yo estaba en los barrios explicando el catastro muy bien, y empecé a demostrarle a la gente, a los medios de comunicación, que aquí habían casas avaluadas en 1 millón de pesos y efectivamente costaban 200, 300, 500, 2 mil millones de pesos. Teníamos predios avaluados en $10 mil millones que pasaron a estar evaluados en 60, 70 mil millones, que me pagaban 250 millones y me pasaron a pagar 6 mil millones.
Y al final terminó acertando al arriesgarse en esa apuesta…
Aquí estoy, terminando con una ciudad donde entregamos más de 5000 acciones de gobierno, donde nos convertimos en la tercer ciudad de Colombia con PAI universal, una de las pocas ciudades de Colombia, o casi que la única, diría yo, que le entrega abono mensual a 10.000 abuelos de $180.000 para su alimentación, mil $120.000 más a las personas en condición de discapacidad. Aquí ni siquiera el alcalde tenía carro para movilizarse cuando yo llegué, porque eran arrendados, porque aquí preferían hacer el negocio de la renta de los carros que comprar los carros. Yo he comprado 180 carros que le dejo al próximo alcalde, ¡180 carros! A mí no me pueden decir que era mejor arrendarlos, porque ¿qué visión - aparte de querer hacer negocio-, es decir que sea mejor rentar un carro que comprarlo? El carro blindado en el que yo ando está con 100.000 kilómetros, enterito, le puede aguantar tres o cuatro alcaldes más… Realmente hemos optimizado el recurso; por ejemplo, una de las primeras medidas cuando yo me posesiono es que llegan al despacho y me dicen: “alcalde, aquí está su celular”. Yo le dije hombre, no alcanzo a contestar el mío y usted me va a dar otro. Dije no, devuelva ese celular, pero además devuélvalos todos: a ningún secretario y a nadie me le da celular. El que quiera vincularse en el gobierno se vincula con su celular y si no le sirve, pues no lo contrato. Solo en eso me ahorré 100 millones de pesos cada año en telefonía celular. Y así empezamos a hacer muchos recortes y muchas cosas de control para poder hacer crecer la ciudad. Mire, implementé un impuesto adicional a la telefonía para el deporte y la arborización. Creo que somos la ciudad número diez en ponerlo, pero hoy tenemos más instructores, más escenarios deportivos.
Hemos sembrado más de 60.000 árboles urbanos en total, más de 200.000 entre lo rural y lo urbano. Yo siento una tranquilidad…
Y se le nota, Alcalde, se le nota en la cara, se le nota en la sonrisa. Y yo le quiero preguntar por algo que fue, tal vez para mí lo más significativo de su gestión y fue esta política del Trapo Rojo en un momento de crisis total. ¿Cómo llegó a esa idea?
A pocos meses de habernos posesionado llega la pandemia. A una ciudad que no tenía bases de datos. ¡Ni siquiera sabíamos cuántos éramos ni cuántas viviendas había! Ahí es cuando yo salgo a los medios de comunicación y digo que en Soacha se puede morir más la gente de hambre que de COVID, haciéndole un llamado al Gobierno nacional, que necesitábamos comida. Me acuerdo que el presidente Duque me dice que me manda 10.000 mercados, ¡10.000 mercados a una población de 1 millón de habitantes! Tú te coges la cabeza, las manos y dices Dios mío, por qué me pusiste en este momento de la vida... Yo soy una persona muy creyente y eso fue un sueño, y siempre lo he contado. Yo me desperté un día a las 2: ¡trapos rojos, que la gente ponga trapos rojos! Y mi señora me dice: “¿Qué hablas? Duérmete”. Y yo: no, tengo que salir mañana; que la gente ponga un trapo rojo, y que donde hay un trapo rojo yo llevo comida. Y que busquemos la solidaridad de la gente, del vecino, de todo el que quiera donarnos, que vaya y no sea por intermedio la administración, sino que vayan directamente y lleven comida. Y eso conllevó a que nuestra ciudad tuviera, si no la menor, una de las menores tasas de mortalidad de COVID y una de las menores tasas de contagio de COVID del país. Dios quiere mucho a esta ciudad. Para algunos que no son tan creyentes lo pueden ver ridículo, pero en ese momento yo entré en el ejercicio de mi fe. Siempre le he pedido a Dios que me oriente en cada paso de la vida y siempre en ese ejercicio he encontrado una respuesta.
Hablemos un poco de uno de los grandes y eternos problemas de Soacha, y es la movilidad. ¿Cómo afrontaron en estos cuatro años ese tema de la movilidad con Bogotá como gran vecino?
¡Eso también fue una chimba, le cuento! Lo primero que tuve que demostrar es que la Autopista Sur era mía. Eso no era fácil. Todos los alcaldes de Bogotá se creen dueños de la Autopista Sur. Todos, no solo la actual. Y así me agarré con la ministra, la alcaldesa de Bogotá, con el presidente de la República, con la Policía Nacional, con el comandante de la Policía, con el ministro de Defensa… con todo el mundo, porque yo le decía que esa autopista es mía, es de Soacha, entonces yo voy a poner un pico y placa para la Operación Retorno, que era donde más afectación y muertos teníamos por accidentes de tránsito. Entonces le dije a la Ministra de Transporte de Transporte en aquel entonces: “Ministra, voy a dejar de pelear con usted. A partir de mañana, apago la luz del alumbrado público de la Autopista Sur. Porque yo la estoy pagando. Y los agentes de tránsito que están en la Autopista Sur, yo los estoy pagando. Así que a partir de mañana usted viene y levanta a los muertos. Que usted mire cómo ilumina la autopista”. Entonces la ministra ya me dice: Venga, alcalde, hablamos. Y me dice: “Bueno, haga su prueba”. ¡Y fue un éxito rotundo! Tanto, que terminó siendo una medida implementada en toda Cundinamarca. Pero también, lo dije en su momento, es una medida transitoria. Nosotros estamos haciendo hoy la construcción de la Avenida Perimetral del Oriente y de la Avenida Las Torres. Yo aspiro poder terminar la Perimetral de Oriente en diciembre y dejarle planteado en la entrega y en el empalme al próximo alcalde de que levante la medida, porque ya tendríamos una vía desde la antigua de Soacha, por donde podríamos desviar todos los vehículos que podrían salir hasta el barrio Perdomo de Bogotá sin coger la Autopista Sur y ya empezamos la construcción de la Avenida de Las Torres, que son siete kilómetros, que también nos ayudará a descongestionar sustancialmente la ciudad. Pero además tenemos grandes problemas de movilidad internos porque Soacha, como la construyeron solo constructores y cada uno hizo su isla, pues nunca conectaron todas las islas. Y yo llegué sin permisos ni nada, y lo puedo contar hoy, pero resolvimos los problemas de movilidad comprando predios, expropiando, haciendo más de 100 kilómetros de vía… Hoy en la ciudad no encontramos trancones internos en el perímetro urbano, implementamos más de 200 auxiliares viales, tenemos policía de tránsito de nuestra ciudad… Cuando tú mejoras la movilidad, te mejora la seguridad, mejoras en medio ambiente, mejoras las condiciones de vida interiores en la casa. Y en ese ejercicio también puse la restricción de carga de 5 a 8 en el sentido Soacha-Bogotá, para que todos los soachunos que salen a trabajar puedan salir con tranquilidad, y ya la carga sale a las 8 de la noche e ingresa a Bogotá cuando ya todos están en casa. Y eso no solo beneficia a los de Soacha, beneficia a todos los del sur de Bogotá.
¿Y sobre el complejo tema de seguridad?
Nosotros encontramos una ciudad con los mayores índices de homicidios por cada 100.000 habitantes. Estábamos cerca de 30 homicidios en tasa anualizada por cada 100.000 habitantes, teníamos cerca de 400 policías y en este gobierno logramos consolidar la Policía Metropolitana: ya no somos un comando de policía del departamento, nosotros somos Policía Metropolitana, pasamos de 400 hombres a 1200 policías, casi 1300 hoy, y llegamos a una tasa de homicidios de las menores del país: estamos llegando a nueve en tasa anualizada de 9 homicidios por cada 100.000 habitantes. Cali está en 50; Bogotá está llegando a 20, Entonces, cuando a mí me dicen es que el alcalde no ha hecho nada en seguridad le digo: si usted cree que no ha hecho nada, no salga de Soacha, porque por fuera está peor. Hemos disminuido el hurto a celulares, el hurto a residencias, el atraco... Todos los delitos. Y eso que Bogotá tiene nueve policías por cada mil habitantes; nosotros tenemos 1.2. Por eso es que tengo tanta gratitud con la policía de mi ciudad, porque aquí somos pocos, pero somos muy berracos. Trabajamos sin cansancio. Los hombres y mujeres de la Policía Metropolitana de Soacha son los mejores que le han podido llegar y los mejores del país, porque aquí hemos logrado trabajar de corazón, no por un salario, de corazón. Estamos construyendo la Central de Monitoreo de inteligencia más moderna del país, entonces esto se constituye y se consolida como una de las mejores del país. Tenemos la mayor densidad poblacional de América Latina, pero eso es lo mejor que nos puede suceder. O sea, es una población súper concentrada, entonces son menos cuadras para cuidar y podemos optimizar las cosas.
Es una gran muestra de pensar eficientemente…
De verdad, todo el ejercicio apunta a que Soacha puede ser y será sin lugar a dudas, la cuarta ciudad de Colombia, por encima de Barranquilla, con mayor potencialidad de crecimiento, de desarrollo y económicamente hablando. Bogotá seguirá siendo la mamá de todos, Medellín, Cali y Soacha en un lapso de tiempo muy corto pasará sustancialmente a Barranquilla, que la admiro y la respeto. No estoy hablando mal de Barranquilla, por el contrario, fue y sigue siendo mi norte, Pero lo que pasa es que cuando ya uno le ve las potencialidades a este territorio, tú dices: tenemos mucho, porque nosotros mientras Barranquilla creo que solo tiene como 2000 metros de mar, que lo descubrieron ahorita con la ciénaga mallorquín, yo tengo 42 kilómetros de mar; mi mar es Bogotá con 12 millones de bogotanos más todos los turistas que llegan a Bogotá, y eso es lo que tengo que explotar para nuestra ciudad.