Casi un año dentro de cuatro paredes. Así se la ha pasado la mayoría de la gente por los confinamientos en la pandemia . Y aunque algún día se vislumbre la vuelta a la normalidad, muchas personas desean ver otros lugares, tener otras experiencias. Respirar, simplemente. Y hacerlo, por supuesto, en sitios que ofrezcan más experiencias que un descanso mental, visual y espiritual. Por esa razón, al menos en la industria hotelera, ya se piensa en planes para cuando llegue el fin del confinamiento.
Porque los empresarios del sector están viendo cómo atender una necesidad cada vez más urgente: ir a un hotel se ha convertido precisamente en un plan de escape, un refugio para la salud mental y para resetear el cuerpo y el alma. Por eso ha tenido amplia demanda. Además, la industria también ha pensado en cómo transformar sus espacios pensando en la bioseguridad.
Ahora, ¿cómo se trasladaría esto a uno de los destinos de playa más fascinantes de América?
Un paraíso que asegura su descanso
Un clima cálido que permanece todo el año, playas perladas y vientos refrescantes hacen parte de las razones por las que turistas de todo mundo convergen a la también conocida como ‘La isla feliz’: Aruba.
Este paradisíaco lugar es famoso por su agreste naturaleza, sus playas de arena blanca, escenarios de las más idílicas historias de amor. Y más allá del amor, los tonos de azul de su mar dan al turista precisamente la posibilidad de maravillarse ante la quietud y belleza del infinito.
Precisamente, a la hora de hacer un escape que lo tuviera todo y en un lugar ya de por sí fascinante, el destino en esta isla fue el hotel The Ritz-Carlton, un lugar en donde sus cinco estrellas hablan por sí solas. Una experiencia única por el valor de los detalles que ofrece y las inolvidables experiencias que le permite llevarse grabado en su mente. Es un hotel que muchos lo clasifican como familiar, porque así es el trato que se dispensa a sus clientes: atento, cariñoso y personalizado, lo hacen sentir como en casa.
Desde que se atraviesa el umbral de la puerta de entrada, se es testigo de lo mucho que han de cuidar al huésped en su estadía. Protocolos de bioseguridad saltan a la vista: tapabocas, desinfección de manos y distanciamiento social, para comenzar. A su vez, quien se hospede allí , en este hotel de 320 habitaciones y suites, podrá disfrutar en cada habitación de balcones privados e impresionantes vistas al mar; así como de cinco restaurantes y un spa. La experiencia perfecta.
Ahora bien, los espacios son importantes. El complejo combina espacios minimalistas y modernos, pero inmensamente acogedores, desde donde podrá disfrutar de los más bellos atardeceres. Esto puede hacerlo desde sus patios, sus piscinas privadas y la playa, donde podrá también hallar diversión y deleites para la vista.
Por otro lado, las habitaciones son cuidadas, desinfectadas. En pocas palabras, cumplen con el próposito de un viaje en medio de una pandemia, sentirse tan seguro como en casa.
Cambios que marcan la diferencia
Uno de los mayores placeres de dormir en un hotel, es el ritual del día después. Al despertar bajo sábanas de las que no querríamos despegarnos, se suele preparar para uno de los momentos con los que todos los fans de dormir fuera de casa sueñan, el desayuno. Y aunque el buffet se transformó por uno que es asistido de lunes a viernes (y no hay mucho que envidiar pues su carta es amplia), los fines de semana se puede disfrutar zumos de fruta fresca, quesos y embutidos, mil y un tipos de dulces, panes… todo un festival para el sentido del gusto está a su alcance. Y claro, con toda la seguridad del caso: el espacio de este pequeño paraíso gastronómico es controlado por una persona que no permite a más de dos al mismo tiempo, todo por cuidar su seguridad.
Pero si lo que le gusta es ir a un hotel más allá de la exuberante y casi interminable propuesta del buffet, restaurantes de la zona como el Atardi (Aruba Marriott Resort) se han permitido ser innovadores y crear experiencias completas. Cenar a la orilla del mar, mesas separadas, servicio personalizado, comida de mar exquisita y música en vivo, hacen del momento una experiencia definitivamente diferente. Y, por otro lado, luego de una maravillosa comida, puede ir a relajarse al spa, que definitivamente da un reset completo al cuerpo y complacencia a la mente con sus terapias.
Así, las curas prácticas, la antítesis del distanciamiento social, pueden haber perdido su atractivo durante la pandemia, pero en estos momentos (porque son más que espacios) aún se promocionan sus actividades para eliminar el estrés.
En definitiva, The Ritz- Carlton Aruba es un lugar donde usted no sueña con respirar, como ha fantaseado tantas veces durante este año difícil. Es un lugar donde puede hacer las dos cosas al mismo tiempo y donde puede escapar no solo con la mente, sino con cuerpo y alma presentes, a un lugar mágico donde podrá obtener, por fin, una sonrisa que va más allá de la fantasía y es, por el tiempo que usted quiera, una placentera realidad.
El dato
El uso de equipo no motorizado en el hotel, como paddle boat, paddle boats o kayak no tienen costo.