En los últimos 40 años las definiciones con lanzamientos desde el punto penal se han vuelto moneda corriente. En la Eurocopa y la Copa América, que terminan en este fin de semana, el paso a la siguiente ronda de varios equipos se ha determinado con este método, al que muchos denominan como “la lotería de los penales”, pues consideran que la suerte es determinante en este tipo de definiciones. Otros están en absoluto desacuerdo y señalan que la suerte no juega ningún papel. Desde mi punto de vista es una combinación de fortuna y (por llamarlo de alguna manera) de ciencia.
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Yo soy un fiel defensor de la famosa respuesta que el árbitro argentino Carlos Nai Foino le dio a Delem, delantero de River Plate, a quien Antonio Roma, arquero de Boca Juniors, acababa de detenerle un penal en un partido que decidía cuál de los dos equipos sería el campeón de 1962. Los jugadores de River le reclamaron al árbitro que Roma se había adelantado, lo que evidentemente ocurrió, a lo que el juez les respondió: “Penalty bien pateado es gol”.
Con base en esa premisa del juez argentino mi punto de vista es que el concepto de lotería es válido con los penales mal cobrados, muchos de los cuales terminan adentro.
Ahora bien, ¿qué es un penal bien pateado? Mi respuesta inmediata es siempre la misma: el gol de Andreas Brehme a Argentina en la final del Mundial de Italia 90. El defensor alemán tenía enfrente nada menos que a Sergio Goicochea, el arquero que en el torneo había atajado cuatro lanzamientos desde el punto penal en los partidos que jugó Argentina contra Yugoslavia e Italia. Brehme eligió el palo derecho del arquero, le pegó con potencia y ubicó el balón muy cerca al poste. Hacia allá voló Goicochea pero no había nada que hacer. Esos penales bien pateados siempre terminan adentro. O van rasantes o entran muy cerca del travesaño. En los dos torneos que se han jugado en este mes hemos visto varios ejemplos de cobros impecables y hablar de suerte en esos casos carece por completo de sentido.
Pero, ¿cuántos penales mal cobrados no terminan adentro porque el arquero adivina mal? ¿O porque el balón pega en el palo y entra al rebotar en la espalda del arquero? ¿O porque van mal colocados pero la potencia del remate dobla las manos del portero? Parte de la lotería también consiste en suponer que el arquero se va a lanzar a uno de los dos costados y por eso hemos visto cientos de goles de penal que entran con mucha potencia por el centro del arco.
Pero a veces el arquero no se lanza tan rápido y alcanza a detener el disparo a contra mano o con los pies. También vemos muchísimos goles de penal bien colocados pero que van con poca potencia y que entran porque el arquero se la jugó al otro palo. Pero a veces el arquero adivina (o amaga con lanzarse a un lado y en el último instante se lanza para el costado hacia el que va el remate suave) y alcanza a detenerlo. Por no hablar de los penales “a lo Panenka”, en los que el delantero amaga con patear fuerte, el arquero escoge algún costado y el delantero pica el balón, que entra despacio por todo el centro del arco. A veces el arquero se queda quieto y deja en ridículo al ejecutor. En mi concepto, todos los anteriores son penales mal pateados (así luzcan muy bonitos o elegantes) en los que una combinación de factores a los que podemos denominar “la diosa fortuna” determinan si terminan o no en el fondo de la red.
La parte anímica y mental también juegan un papel muy importante en estas definiciones, en las que, para fortuna de los arqueros, se ha visto fallar a eximios cobradores de la talla de Zico, Sócrates, Baggio, Maradona, Messi y recientemente Mbappé.
¿Suerte? ¿Técnica? ¿Oficio? ¿Mentalidad? En mi opinión es una combinación de todo lo anterior. Pero, eso sí, nadie me sacará nunca de la cabeza que penalty bien pateado siempre será gol.