Niza nació al borde de un humedal, cuando esa palabra ni siquiera se utilizaba. La primera etapa, la clásica; la que se conoce como Niza Antigua (yo la sigo llamando Niza Sur); la que siempre aparece reseñada en los libros de historia de la arquitectura bogotana como un ejemplo de excelencia urbanística, se forjó en 1962, cuando el Banco Central Hipotecario abrió un concurso para urbanizar unos predios que habían sido pensadas antes para construir un hipódromo. En aquellos tiempos la Avenida Suba era el Camino Vecinal de Suba, una angosta trocha que atravesaba potreros y fincas que apenas comenzaban a urbanizarse.
PUBLICIDAD
La convocatoria la ganó el arquitecto Hans Drews, un seguidor de Rogelio Salmona al que le encantaba el uso del ladrillo a la vista en las fachadas. El barrio fue pensado con amplios antejardines y muchas vías peatonales y parques, sin duda uno de los mejores ejemplos de urbanismo pensado más en la calidad de vida que en la especulación inmobiliaria, como suele suceder con casi todos los proyectos que adelantó el Banco Central Hipotecario. Es tal la calidad de Niza que el decreto 619 de 2000 lo declaró Patrimonio Cultural, a pesar de que las casas que dan contra la Avenida Suba y la calle 127 se transformaron en horrendos locales comerciales y aparatosos concesionarios de automóviles.
Sin embargo, en las calles interiores del barrio, donde se ve alguno que otro adefesio de remodelación, el espíritu original se mantiene intacto.
Y si hay un sector de Niza Sur bien conservado es precisamente ese borde que colinda con el Humedal Córdoba. Este es, sin duda, un lugar privilegiado de la ciudad del que más bien poco se habla. Sin duda es un muy buen lugar para estirar las piernas y moverse con la seguridad que otorga estar al aire libre y en un espacio muy bien arborizado. Es un sendero lineal de de al menos 100 metros de ancho que comienza en la Avenida Suba y recorre unas 10 cuadras hasta llegar a la carrera 71D, que limita con el Club Choquenzá, del Banco de la República.
Junto a las casas, casi todas en perfecto esta o de conservación y muchas de ellas con jardines frondosos, hay un sendero pavimentado, muy arborizado, con un sector donde hay canchas de básquet y tenis.
En cercanías del borde del humedal aparece una vegetación silvestre, que sirve de refugio a una gran cantidad de especies de anfibios, reptiles, mamíferos y 152 de las 2002 especies de aves identificadas en los humedales de Bogotá.
Este rincón privilegiado de la ciudad, que ha estado amenazado en varias oportunidades por los buldózeres que pretenden llenar de cemento las zonas verdes y los humedales de Bogotá, en gran parte aún se preserva gracias a la defensa que de él ha hecho la comunidad de Niza. Así que si usted decide visitarlo, disfrútelo y no olvide que ese rincón tan amigable con la fauna y la flora de la Sabana de Bogotá aún existe gracias a la comunidad de Niza, que desde siempre lo ha valorado y defendido.