Ya escuché a varias personas decir que el 2020, que atraviesa su décimo mes, es un año en el que no les pasó nada relevante a nivel personal, que caímos en algo así como un periodo de estancamiento. Es claro, tuvimos que cambiar el frenesí de nuestra cotidianidad por la contemplación, obligada, de nuestra realidad. Pero no recuerdo en mis 32 años unos meses tan valiosos como estos últimos. Y de allí que me resulte absurdo coincidir con las voces que desean volver al pasado, a esa normalidad destructiva con todos los seres, incluyéndonos, y que era tan despiadada con nuestro hábitat. Pensar en que la vida después de la pandemia sea si quiera un poco similar a como era antes es desquiciado. Por eso quiero hablarles de una película que nos ayudará a entender cuál es el camino a seguir como colectivo: Abre tus alas.
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La película, que hace parte de la programación del festival de cine francés, incluye un proverbio indio que debería ser el pilar de cualquier camino espiritual o de cualquier plan de gobierno: “La tierra no es una herencia de nuestros padres, sino un préstamo de nuestros hijos”. En Abre tus alas, un adolescente que aborrece la idea de estar sin wifi se ve seducido por los sueños del papá, Christian, que busca enseñarles la ruta de migración a unos gansos salvajes cuya especie está en peligro de extinción. Inspirada en la vida del francés Christian Moullec, la producción cae en secuencias melosas que no desvían su mensaje principal pero que pueden ser carnada perfecta para los críticos que alimentan su ego con comentarios mordaces.
Por mi parte, fue la excusa perfecta para reunir a la familia en torno a una sola pantalla. Y es que cada día se hace más necesario pensar el audiovisual como una forma en la que se contribuye al cambio de la mentalidad colectiva. En ese sentido, Abre tus alas logra el propósito de generar empatía por la preservación de la vida, no únicamente la de nosotros los humanos, sino de aquellos seres a los que históricamente hemos visto como inferiores y de los que tenemos mucho que aprender. Así, y aunque sigamos repitiendo los errores que nos han traído hasta aquí, como el avalar el sacrificio de miles de tiburones para la producción de una vacuna que lo único que logrará será calmar la ansiedad y el miedo de forma momentánea, lo importante es confiar en que tarde o temprano comprenderemos la importancia de cuidar nuestro hogar: la tierra, el aire, los animales y el agua.
Atravesamos los meses más interesantes y necesarios de las últimas décadas. Vamos reconociendo poco a poco la urgencia de dar fin a las viejas estructuras mentales y a las formas de organización obsoletas. No será un tránsito rápido ni fácil, pero las crisis son necesarias para la evolución. Aquello que llamamos muerte va más allá de las cifras diarias con las que los medios saturan a la gente y que dan cuenta de los estragos de la pandemia. Como ya comprobamos que no podemos transitar en este mundo como individuos aislados, preocupados apenas por nuestros recursos y nuestros deseos, la muerte no es una muerte personal sino una muerte del colectivo. ¿Qué muere? Las ideologías que nos trajeron hasta aquí. Lo clave es que toda muerte implica el inicio de un nuevo ciclo, con formas de pensar que, ojalá, nos guíen hacia un mundo más igualitario, en el que se respete la tierra y a todos los seres, como en la mente de los protagonistas de Abre tus alas.
¿Cómo ver la película?
Estará disponible en Cineplaymax hasta el 7 de octubre, como parte del Festival de Cine Francés. En noviembre se espera su estreno en salas.