Los hechos de violencia registrados en las últimas semanas en el país duelen, entristecen y desde luego preocupan, en primer lugar a la ciudadanía en general, al gobierno nacional, a los organismos de seguridad y defensa, a los ciudadanos indefensos… pero entonces ¿cuál es la perspectiva? Es realmente lamentable que quienes buscan opacar de alguna manera al gobierno nacional utilicen este tipo de actos de la delincuencia para señalar responsabilidad inmediata al gobierno de Iván Duque, asunto no solo injusto sino a todas luces cínico, en razón que están dejando el debate a la dialéctica: ¿masacre o homicidios colectivos? El tema no es de dialéctica, el tema es sencillamente del respeto a la vida.
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Desde luego la atención se centra en el gobierno de Iván Duque por haber llegado a la primera magistratura en los hombros de Álvaro Uribe, hoy detenido domiciliariamente de manera injusta por hechos inexistentes, pero ese será asunto de otro debate, porque a la justicia se le habla con la justicia, ¡de poder a poder! Ahora, como toda la socialbacanería de Colombia quiere endilgarle la responsabilidad de estos homicidios selectivos colectivos al gobierno, sería muy bueno y menesteroso recordarle a esa socialbacanería que desde que iniciaron los acuerdos de La Habana no ha habido un solo día en que las Farc y el ELN muestren hechos de paz.
Sólo bastaría mirar de manera breve apartes del documento secreto de la Habana en el año 2012 de las Farc, en donde de manera clara, enfática y descarada mencionan: “en el hipotético caso que llegáramos a un acuerdo con el gobierno, las Farc-EP no estamos pensando en planes de reinserción o desmovilización como ellos lo pintan….”. Así las cosas, la trampa del proceso de paz, que se denunció y evidenció con múltiples columnas y libros, donde se mostraba en perspectiva los intereses de las Farc – junto con el ELN y carteles mexicanos, no era una diatriba al proceso de Santos de los “enemigos de la paz”, como los señalaba este expresidente de manera descarada y despectiva.
Sin lugar a dudas la estrategia de las Farc en La Habana era solo una, asumir el poder. Y para ello desde la misma Habana, ciudad históricamente epicentro de la mafia, el poder oscuro y la anarquía, planearon de manera estratégica un plan para asumir el poder en Colombia, y el primer eje de esa estrategia era desdibujar el legado de Álvaro Uribe como gobernante y líder de opinión, buscar permear en la opinión publica cuanta campaña de desprestigio, desgastando su popularidad y energías, mientras al tiempo van adoctrinando incautos, masacrando jóvenes, traficando cocaína y dejando un mensaje tácito a las generaciones venideras: ¡delinquir paga!
Sin lugar a dudas nos vieron las medias y llegó la hora de que alguien defienda el legado de Uribe, hacer el mismo trabajo simétrico que han hecho estratégicamente con organizaciones no gubernamentales, hacer denuncias de alto impacto, enrostrar a la opinión publica lo matarifes que son las Farc y el ELN, hacer documentales, promoverlos y seguir insistiendo por qué durante el proceso de paz del “Nobel” nunca llamaron masacres al crimen a traición de militares descansando en el Cauca, crimen que tiene que ser denunciado de inmediato por el gobierno a la CPI, o por qué no llamaron masacre la bomba del centro Andino justo después de que Santos amenazara que si no había proceso de paz vendría una guerra urbana, ¿ahora entienden?
Corolario: La historia oscura de La Habana y de los negocios “non santos” desarrollados desde allá, no se limitan únicamente al acuerdo entre el ELN y las Farc, donde alias Tirofijo escribe carta a alias Gabino “insistiendo en el triunfo de ambas fuerzas para derrocar al dictador fascista de Uribe”, todo lo que estaba pasando se orquestó en La Habana; así como en el pasado la mafia desde esa ciudad orquesto inventar en medio del desierto un mar de casinos para “purificar” capitales; es justo ahí donde nació Las Vegas.
@guillorodrig