En términos generales existen tres tipos de ejercicio, el ejercicio cardiovascular o “aeróbico”, el ejercicio de fuerza o resistencia muscular y el ejercicio de flexibilidad. Claramente, durante la ejecución de cualquiera de estos se va a modificar la frecuencia y la profundidad de la respiración. ¿Pero esto será suficiente para mejorar el funcionamiento del sistema respiratorio?
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Cuando hacemos ejercicio cardiovascular el corazón puede incrementar hasta 5 veces la cantidad de sangre que moviliza en un minuto (gasto cardíaco), por otro lado el pulmón puede incrementar hasta 20 veces el volumen en mililitros (ml) de aire en el mismo periodo. Aún así estos cambios no son los suficientes para mejorar drásticamente la función de los pulmones.
Para poder mejorar esta función debemos ser conscientes que el acto de la respiración tiene al menos dos fases inspiración (meter aire a los pulmones) y espiración (sacar aire de los pulmones). Durante la primera “que es la fase que genera más esfuerzo” el principal músculo, el diafragma debe contraerse y descender y a su vez los músculos accesorios como los intercostales, escalenos y el esternocleidomastoideo se contraen y ascienden, permitiéndole a los pulmones tener más espacio y por lo tanto favorecen que estos se llenen de aire.
De manera natural durante el esfuerzo físico aumenta la frecuencia respiratoria “y la fuerza con la respiramos”, estos mecanismos de adaptación se logran y ejecutan de manera autónoma, movilizamos mayor cantidad de aire sin siquiera ser conscientes de esto. En una situación específica que comprometa el normal funcionamiento de este proceso se debe fragmentar e iniciar un plan de rehabilitación respiratoria.
Para ejercitar adecuadamente el sistema respiratorio se requiere trabajar en dos líneas de manera simultánea, la primera está encaminada a que los pulmones logren llenarse con mayor cantidad de aire y lo pasen a la sangre y la segunda línea está enfocada a que los tejidos logren sacar mayor cantidad y más veloz el oxígeno (O2) del torrente circulatorio.
Para darle respuesta a la primera es necesario trabajar con mayores volúmenes de aire, es decir hacer inspiraciones, conscientes, profundas y sostenidas, también se requiere entrenamiento y manejo de presiones para potenciar el funcionamiento de los músculos respiratorios. Para esto en algunos casos es necesario el uso y supervisión de dispositivos médicos. También optimizar la anatomía de la columna vertebral específicamente a nivel cervical y torácico, deformidades en estos niveles pueden disminuir esa capacidad de expansión del tórax.
El programa de rehabilitación pulmonar POST COVID en uno de los hospitales en donde trabajo incluye una prueba muy sencilla, la cual nos ayuda a determinar la evolución de la rehabilitación. Consiste en tomar aire y contar los números de uno en uno en voz alta. Normalmente las personas sanas logran contar más de 25.
Ahora bien, para dar respuesta a la segunda línea de trabajo es clave el ejercicio de fuerza de los músculos, principalmente los de las extremidades, estos ejercicios deben tener una carga de esfuerzo suficiente, si es muy alta aumentará el riesgo de una lesión y si es muy baja no logrará generar las adaptaciones que queremos. Para que tenga una idea, debería realizar al menos 2 veces a la semana, 2 ejercicios por grupo muscular, 3 series, cada una de 12 a 15 repeticiones con descanso entre series de 1 minuto. El peso a utilizar debe generar esfuerzo, pero jamás dolor. Quiero aclarar que esta recomendación no pretende de ninguna manera suplir algún tipo de consulta médica. Todo lo contrario, pretendo generar consciencia. El ejercicio debe ser prescrito por profesionales.
Los ejercicios para el sistema respiratorio están indicados para pacientes con enfermedades como Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica (EPOC), asma, neumoconiosis, fibrosis quística, hipertensión arterial pulmonar, enfermedad pulmonar intersticial difusa (EPID), obesidad, entre otras.
También están indicados y con otros dispositivos, en deportistas de alto rendimiento, principalmente en deportes acuáticos y de fondo.
Una de tantas cosas buenas que ha traído esta pandemia es el incremento en el nivel de consciencia y autocuidado que ha crecido en las personas, aumentando la actividad física o el ejercicio realizado en casa. Infortunadamente hay tantos gurús deportivos y nutrigurús que invaden en algunos casos competencias profesionales médicas y de otros trabajadores de la salud que les son ajenas y pueden tener repercusiones negativas.
José Gabriel León
Médico Deportólogo, Especialista en Gerencia de la Salud
Página Web: http://dr.josegabrielleon.com/