Las actuales condiciones derivadas de la pandemia han marginado la economía sin precedente alguno, todos los sectores sin excepción alguna están pasando difíciles circunstancias y tal incertidumbre no es ajena al mayor empleador de Colombia, el Estado. Así las cosas, previendo la probabilidad con el pasar de los días y la economía cerrada, hará mas difícil el funcionamiento del mismo sin que deriven mayores y nuevas cargas tributarias a los ciudadanos, circunstancia no solo aterradora y pavorosa, sino inadmisible desde todo punto de vista, reconociendo las múltiples necesidades de la nación y las enormes cargas burocráticas a expensas de nuestros impuestos.
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Los caminos y referentes para hacer un Estado mucho mas ágil, eficiente y económico están en entredicho, los que votamos por esos referentes interpretados por el presidente Duque vemos con cabal preocupación que los mismos, al parecer fueron cantos de sirena o ruido de campaña, ¿a dónde se fue la posibilidad de eliminar tantas altas cortes?, ¿dónde esta materializada la idea de reducir el congreso? Los costos de un Estado robusto, anquilosado y vulgarmente burocrático hacen inviables las finanzas publicas como están las cosas hoy, el solo costo de funcionamiento de la “fabulosa” JEP, que no tiene en su corta historia ni una sola condena, nos cuesta a los colombianos mas de 200 millones al año.
Sin entrar a enrostrar lo que todos ya sabíamos desde antes de su funcionamiento, pues sería la expresión de un tribunal de exculpaciones e impunidad para las Farc y sus auxiliadores, ni una sola condena para los máximos responsables por miles de reclutamientos forzados de mujeres y menores de edad, inclusive reclutamiento que descaradamente y con cinismo ejecutaban en medio de las negociaciones en La Habana, de ello constan documentos, testimonios y actos concluyentes, como expresiones de los peores y bárbaros carniceros de esa organización narcoterrorista, basta ver como se llenan de soberbia y cinismo para cambiar sus discursos, pues ya no van por “la toma del poder”, sino a “ejercer el poder”.
Los derroteros de nuestros apreciado presidente Duque tienen que estar focalizados en lo que le queda de mandato, en saber administrar la peor pandemia que ha sufrido el país: “burocracia”, y deberá recrear escenarios para que por vías democráticas, como por ejemplo un plebiscito, los colombianos aprobemos la posibilidad de reducir el Estado en todas sus ramas del poder público, no podemos seguir pagando sueldos a cerca de 300 congresistas y toda la locomotora de gabelas, cuando tan “decorosa” labor debería ser ad-honorem, no podemos seguir sosteniendo tantas altas cortes, cuando con una sola por salas se puede administrar justicia, celera, transparente, sin ideologías políticas ni sectarismos.
No es posible que sigan existiendo mas de una decena de ministerios cuando se pueden escindir unos con otros, y cuando muchos deberes misionales desatienden la necesidad de ser llamados “ministerios”, las estructuras del Estado en el mundo trazan perspectivas de seccionamiento por cuenta de la pandemia, para que el Estado cumpla sus deberes misionales primarios y urgentes, sin que ello se traduzca en ahorcar a las clases trabajadoras, a las clases medias y al empresariado con reformas tributarias inútiles, impopulares, improcedentes e impúdicas. Si se desarrolla una reforma tributaria que haga mas difícil la producción y la vida, no solo Duque pasaría a la historia como el peor presidente, sino también elegiría anticipadamente a Gustavo Petro como mandatario.
Corolario: Presidente Duque, lo apoyamos hasta donde nos de el Alma, pero una reforma tributaria no es el camino, reduzca el Estado, amplié la masa gravable del Iva, y redúzcalo el mismo al 10%, ello estimulará el consumo y la economía; reduzca el congreso, las altas cortes, ministerios, agencias, embajadas, hasta ahora lo ha hecho muy bien, no permita que Colombia de pasos de ciego.
Por: Guillermo Rodríguez / @guillordrig