Una compra no es solo una transacción comercial, es también una transacción de poder. Cuando compramos, estamos dándole poder económico a la causa detrás de la personas que nos vende un producto o servicio.
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Muchas personas aseguran que estarían más dispuestas a comprar un producto de una marca que las represente, en lugar de una marca que vaya en contra de sus creencias.
El mundo actual está lleno de contradicciones. Mientras algunos se quejaban de que un banquero hubiera financiado una campaña presidencial, muchos tenían sus ahorros en sus cuentas. Algunos lo sacaron, otros hasta el día de hoy los conservan allí. Sabemos que empresarios corruptos dirigen empresas de seguros, tiendas de ropa, supermercados, pero no hacemos nada con nuestras decisiones de compra para rechazarlos. Ellos siguen impunes del peor castigo, el económico.
De la cárcel se escapan porque tienen comprados jueces, pero de la falta de ingresos es muy difícil, a menos que sigamos eligiendo políticos corruptos que los utilizan de socios de negocios para repartirse el patrimonio público.
Basta de inconsciencia al comprar. Necesitamos una consciencia colectiva a la hora de poner el dinero en las empresas. Compra donde los valores sean más afines a ti. A veces puede ser más caro pero es más coherente con el mundo que queremos vivir. Algunas empresas cobran barato porque esconden en esos descuentos malas condiciones laborales, materia prima que lesiona al medio ambiente o evasión de impuestos. No premiemos eso.
Muchas de las cosas cosas malas que pasan en el mundo se deben a que le hemos dado poder a las personas incorrectas. Debemos replantearnos nuestra forma de comprar todos los días. Quizás sea más caro, quizás sea más complicado, pero tomar estas decisiones difíciles es la única manera de cambiar nuestro presente y devolverle la esperanza a nuestro planeta. Que la ola de conciencia que se está tomando el mundo nos haga más selectivos con nuestras decisiones de compra.