Sin lugar a dudas la más grave pandemia que ha padecido hasta ahora la historia de la humanidad es la que estamos enfrentando: todos los ciudadanos del mundo estamos confinados, resguardándonos de ese enemigo oculto; sin lugar a dudas las circunstancias han creado un ambiente disruptivo para la economía global y también para el derecho, bien sea para sistemas anglosajones o romano-germánicos como es el caso colombiano, o mixtos como es el caso de Asia y el Pacífico, las relaciones comerciales y económicas atraviesan esa disrupción por el cierre de las economías, y con ello la imposibilidad de que las cadenas productivas, reales, bienes y servicios puedan desarrollarse como venían.
Este asunto desde luego plantea desafíos y perspectivas realmente serias por parte de gobiernos proteccionistas, y Estados serios que buscan sin lugar a duda no solo la protección de la existencia de la raza humana, sino la racionalidad en los recursos en tiempos de crisis, sin acudir a políticas de miedo que desde luego en la historia universal han ido de la mano con autoritarismo. Por un lado el autoritarismo comunista en Asia, que en su momento llegó a racionalizar hasta la cantidad de alimentos en gramos que podía consumir un adulto, una mujer o un niño, y de otro lado la violencia, como fue a finales de la Primera Guerra Mundial, como aparato de control de muchedumbres a favor del socialismo, especialmente en Alemania y Austria. Fenómenos que desde luego generaron rabias profundas sociales, y legitimidades para fenómenos en medio de la crisis del 29, que hacían disrupción de los aparatos jurídicos, o como los conocemos hoy día – Estado de derecho-, como fue el caso de la Alemania Nazi y la Italia fascista, ya sabemos el desenlace y cómo terminaron las desviaciones del poder para entonces.
Hoy el mundo está en medio de disyuntivas profundas entre la salud, el gasto público, la inversión social y la reapertura de la economía, dejando de entrada que sin lugar a dudas lo que impera aquí es la salud del mundo, y que la comunidad científica venza al Covid, pero: ¿hasta dónde llega la legitimidad del Estado de Derecho en semejante crisis? ¿la capacidad de gobernabilidad del gobernante con miles de opiniones encontradas y caprichosas? ¿exceso de gasto público? ¿criminalidad y corrupción?
Frente a la disrupción de las relaciones comerciales y contractuales, el gobierno nacional, en razón de respetar el ordenamiento jurídico, en su paquete normativo de la emergencia sabiamente dejó ello a interpretación de las partes para que lleguen a acuerdos, tratándose del ámbito privado; pero desde la perspectiva de los poderes públicos, la operación del Estado cada día con mas excesos de burocracia, “doctortitis” y gasto a manos llenas, no aguanta más, está probado que la delincuencia y la corrupción no descansan ni en tiempos de pandemia. Estas circunstancias hacen replantear en la posibilidad de la refundación del Estado para hacerlo sin lugar a dudas mas eficiente, austero, eficaz y transparente, por ello sería muy prudente que el presidente de la república llamara al Estado de conmoción interior aunado al de Emergencia que ya está.
Desde ese estado de Excepción que la Constitución le faculta al jefe de Estado, se podrían dar las grandes reformas a la Justicia y a la política que requiere Colombia: democratización de algunas empresas para que sus empleados no se vean mas empobrecidos por cuenta de las repercusiones del cierre de la economía: en su momento Corea del Sur lo hizo en la postguerra protegiendo a las principales compañías junto con sus trabajadores; reducir el Congreso y las Cortes es un imperativo, combatir la impunidad presidente Duque es posible: tiene un ejercito de mas de 250 mil abogados dispuestos a descongestionar la justicia. Es una linda oportunidad para hacer las grandes reformas que requiere Colombia. ¡refundémonos!
Corolario: frente a los tiempos sería muy prudente dos aspectos jurídicos y prácticos antagónicos pero importantes: por un lado retomar la aspersión urgente de glifosato en todos los cultivos ilícitos del país, el pueblo está confinado y no hay peros judiciales; por otro, me encantaría ver al ministerio publico y a la cancillería también preocupados por los nacionales presos en cárceles extranjeras, ¿qué pasará con ellos?
Guillermo Rodríguez @guillorodrig