Que al senador y expresidente Álvaro Uribe le guste el porno, como se dijo recientemente, es, sin duda, su asunto. Me da lo mismo si ve el italiano, el alemán o el gringo, si le gustan las ladyboys, las maduras o las jovencitas. Lo único que uno puede suponer entonces es que es un viejito verde, con todas las angustiosas debilidades que definen a un ser humano.
A mí lo que en realidad me molesta del señor es su doble moral, su hipocresía, su bajeza. Nada define mejor a alguien que predica una cosa y practica otra. Si el tipo se bajara del pedestal de imprescindible “para el funcionamiento del país” y se quitara la máscara de “mesías” impuesta por sus fans y que él luce con orgullo por donde quiera que pasa, dejaría de experimentar esa animadversión por ese personaje oscuro, cercano (como lo demuestran algunas fotografías y testigos) a figuras pertenecientes al mundo gansteril.
No olvidemos que el señor es un defensor a ultranza de la teoría de la negación: nunca tuvo contactos con Pablo Escobar, aunque el famoso helicóptero encontrado en las selvas del Caquetá y Meta, en el célebre complejo de laboratorios de cocaína de Tranquilandia, era de su propiedad y las investigaciones posteriores lo confirmaran y la celebrada Virginia Vallejo escribiera un libro sobre su relación amorosa con el célebre bandido que mantenía vínculos con poderosos políticos.
De la misma manera, ha negado que las órdenes de chuzar ilegalmente los teléfonos de magistrados, periodistas, líderes sociales y opositores a su gobierno hubieran salido de la Casa de Nariño, a pesar de que el DAS era el organismo de inteligencia al servicio exclusivo del presidente.
En la compra-venta de votos del Congreso para su reelección nada tuvo que ver, aunque hoy algunos de que sus exministros están presos y buscando espacio en la JEP. Y, por supuesto, la más aberrante de las negaciones es en la que afirma que la guerra en Colombia nunca ha existido, pues la voladura de oleoductos, secuestros, emboscadas al Ejército, las tomas de poblaciones por los subversivos han sido producto de la puesta en marcha de un plan terrorista.
Siempre me he preguntado qué hay en la cabeza de alguien que niega hechos tan evidentes como es un conflicto bélico interno que lleva más de 50 años. Qué hay en la mente de una persona cuya moralidad y ética son profundamente cuestionadas y muchos de sus actos han estado siempre del otro lado de la línea de la justicia, pero que busca parecer impoluto. Creo, de verdad, que si el señor viera más porno, si tuviera un poco más de “paja”, dejaría atrás los ríos de sangre derramada.
El sexo tranquiliza, distensiona. Según una nota de National Geographic, los bonobos son quizá los monos cuyo comportamiento sexual es el más cercano al de los humanos. Habitan las selvas del Congo y se constituye en la especie de primate más tranquila de la Tierra. Para el primatólogo Frans De Waal, quien durante más de 20 años ha estudiado el comportamiento de los simios, aseguró que los bonobos no limitan el sexo a la reproducción, sino que lo practican también como forma de recreación. Este hecho los convierte en los monos más divertidos de África y, por lo tanto, en los más pacíficos del planeta.
Pero la diferencia entre estos primates adictos al sexo y los humanos es que los primeros están más cercanos al instinto. Ellos no están pensando en esperar a la monita en la esquina de la rama del árbol para violarla. Su sexo es libre. En algunos casos grupal, pues, mientras se acicalan, lo hacen frente a las otras parejas. No chantajean ni extorsionan ni utilizan la jerarquía para llevarse a la hembra a cama, como aseguró la periodista sobre el político poderoso que vemos todos los días frente a la pantalla del televisor dando declaraciones.
Si los bonobos fueran personas, proclamarían en voz alta el sexo libre, el canto de batalla del hipismo “hagamos el amor y no la guerra”. Fumarían sin prejuicios sus porros, escucharían rock y darían la pelea por la reivindicación de los Derechos Humanos. Si Uribe viera más porno, si tuviera más sexo, aunque fuera con manuela, sería un librepensador y no un ultraconservador redomado que va a misa de seis pero que le importa un carajo el prójimo ni dejar una moneda en la canasta de la ofrenda.
Twitter: @joaquinroblesza
Email: robleszabala@gmail.com
(*) Magíster en comunicación y docente universitario.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.