Casi cuarenta mil personas fueron al concierto de Foo Fighters la semana pasada en Bogotá, lo cual no me parece raro dado el mal gusto que tenemos las personas. El poco criterio con el que venimos al mundo se ve reflejado en asuntos como la ropa que usamos, la forma en que decoramos nuestra casa, la gente que escogemos como pareja y la música que oímos.
Vivimos con dos conceptos errados: el primero, que lo popular es sinónimo de calidad, y el segundo, que si algo nos gusta tiene que ser bueno porque imposible que nos vaya a gustar algo malo. Pues no solo es muy posible, sino que es la regla. Por eso Daniel Habif es seguido por miles, el regguetón arrolla en todo el mundo, las películas de superhéroes son las más taquilleras de la historia, las noticias más leídas en los medios son del tipo ‘El sensual baile de Greeicy Rendón que enciende las redes’ y una de las canciones más populares de Soda Estéreo es ‘De música ligera’. Iván Duque no solo la cantó en su cumpleaños, sino que alguna vez dijo que le gustaba Miguel Mateos, para que entiendan el personaje tan peligroso que tenemos de presidente.
La prensa no solo resaltó el concierto de Foo Fighters, sino que afirmó que el rock no estaba muerto. Al revés, por culpa de grupos así es que el rock no está muerto, pero sí en cuidados intensivos. Foo Fighters no es rock, al menos no del bueno. Los riffs, las melodías, las letras, todo muy mediocre. Y si le quitas la guitarra a sus canciones descubres que es música aburrida, sosa, de campeonato de cheerleaders. No es rock, es pop, y si vas a hacer música pop con guitarra, más te vale que seas los Beatles.
Un par de canciones de Foo Fighters me valieron para saber que no eran lo mío. Para escribir este texto oí veinte al menos y ninguna me pegó, al punto de que ahora me parecen más malos que antes. Y aunque parezca que estoy descalificando a un grupo que se ha ganado el respeto y la admiración de muchos, en realidad estoy exponiendo mi gusto. Y como en términos de preferencias nadie tiene la última palabra, hay que respetar los gustos de los demás así cueste.
Hay una cosa que juega en contra de Foo Fighters, y es que son estadounidenses. El rock británico siempre ha sido superior, entre otras cosas porque no le dio la espalda a sus raíces: la música negra. Alguna vez durante los sesenta le preguntaron a Eric Clapton por qué los grupos ingleses triunfaban en Estados Unidos por encima de los locales y respondió que se debía a que ellos (los locales) oían la música equivocada. Soberbio de su parte, pero el punto que quería exponer estaba claro.
Estados Unidos inventó el rock y durante sesenta años ha producido unos cuantos músicos excepcionales; algunos muy buenos, otros muchos decentes y la mayoría simplemente malos. Y no solo eso, sino que tuvieron que esperar cincuenta años para producir al mejor rockero de toda su historia, Jack White. Ese man apareció un día y dijo vean hermanos, esto se hace así, y de paso les reveló a todos la respuesta obvia: el rock no es otra cosa que un blues acelerado.
Y aunque los gustos musicales no son excluyentes y uno puede oír en una misma tanda a Mozart, Bob Dylan, José Alfredo Jiménez y Bad Bunny, si pasa que las cosas no conmueven de igual manera porque hay niveles. Es decir, ¿cómo te va a llegar Foo Fighters si antes has oído a Led Zeppellin, AC/DC o los Rolling Stones? No hay manera. Y no nombremos a músicos tan gigantes, vamos a apuntar más bajo: si te gustan Jane’s Addiction, Soundgarden y Nirvana, imposible volverse fanático del grupo de quien era baterista de Nirvana. Y si se quieren ir por las ramas, oigan vainas como Joni Mitchell. Joni Mitchell no es rock, pero te da fuerzas cada mañana y no tiene que gritar, solo coger una guitarra acústica y decirte un par de cosas.Imposible no derrumbarse cuando compone una canción a propósito de haber dado a una hija en adopción y dice “Call her Green and the winters cannot fade her, call her Green for the children who’ve made her’, y luego remata con ‘Just a Little Green, like the color when the spring is born, like the nights when the northern lights perform’. ¿Cómo hace uno después de oír algo así para ser capaz de mamarse medio minuto de ‘The pretender’? Díganmelo, porque yo la verdad no lo entiendo.
Pese a lo que pueda yo decir, Foo Fighters son un hit y bien por ellos y por sus fanáticos que disfrutan su música, algo que quedó claro en el concierto de la semana pasada en El Campín. Yo les digo que no solo hicieron un poquito más complicada la movilidad de Bogotá, una ciudad que colapsa con cualquier evento masivo que se organice, sino que de paso le hicieron un flaco favor a la música contemporánea.