Columnas

La participación política de las colombianas

En un trabajo consiente, reflexivo y proactivo que venimos elaborando con Olga Lucía Molano, antropóloga en formación y licenciada en Lenguas Modernas certificada de nuestro centro de pensamiento y acción con perspectiva de género de Feminismo Artesanal, juiciosamente hemos discutido la realidad política de la mayoría de colombianas.

En sus palabras, el concepto de democracia tendrá un efecto perdurable cuando logre tener un significado real y dinámico, y eso sólo será posible en la medida en que todas las personas -sin importar su género-, no sólo ejerzan el derecho a compartir la adopción de decisiones políticas si no cuando los intereses de todas las personas se tengan en cuenta por igual… Enfatiza que, sin duda alguna, sabemos que donde quiera que la mujer, consiente de sus derechos y deberes como ciudadana, participa plenamente en condiciones de igualdad en la vida pública y la adopción de decisiones, mejora el ejercicio de sus derechos.

Y nos recuerda que el comité de la Convención para la Erradicación de la Discriminación contra las Mujeres (CEDAW), en la Recomendación General N° 23, 1997, debido a las elecciones locales que tuvieron lugar el 25 octubre de 2015, en donde se eligieron juntas administradoras locales, concejos municipales y distritales, asambleas departamentales, alcaldías y gobernaciones, hizo visible que en las elecciones regionales las mujeres representaron el 36% (35.179) de las 98.834 personas que se candidatearon para ocupar cargos en las gobernaciones, alcaldías, asambleas y concejos.

Yo me detengo en su reflexión y aporte para afirmar que no podemos desconocer que estos resultados reportan avances en la elección de las mujeres, no obstante, nuestra participación sigue siendo limitada.

Las mujeres representamos el 51.2% de la población nacional y el 52% del electorado, y no obstante nuestra presencia en los cargos de elección popular a nivel territorial hoy en día no supera el 15,6%. Y si bien la ley de cuotas ha servido como estrategia para incrementar la presencia de las mujeres en la política, su total eficacia actualmente se ve frustrada por las dinámicas internas de los partidos que mayoritariamente son liderados por hombres patriarcalizados sin conciencia de perspectiva de género, ni enfoque diferencial y con un nulo interés de ceder espacio en el poder a las mujeres.

De hecho, estos hombres son por lo general quienes proponen en sus partidos mujeres no formadas políticamente para llenar las cuotas de mujeres exigidas por ley y así poder mantener el control dentro. No es raro el caso donde “Juan Pérez” apalanca la campaña de “María Gómez”, la prima que no conoce nadie, que no tiene trayectoria en procesos de construcción social y política, y mucho menos entiende la realidad de la mujer en el país. Les guste escucharlo o no, históricamente en la humanidad siempre ha sido más compleja la realidad de las mujeres que la de los hombres en la política y en la vida.

La mujer en los partidos es vista como un parapeto que se usa para que llegue al poder sin mayor conciencia de género y ponga votos, para que sea obediente a las instrucciones de quien la apoyó. También la eficiencia de la participación política de las mujeres se ve obstaculizada por el miedo a asumirse dentro del poder como una revolución dentro de la revolución.

Las mujeres temen fundamentar su discurso y banderas en el feminismo, porque sabemos que el feminismo en sí quita votos. La ciudadanía aún no comprende ni dimensiona que la idea de acabar con las dinámicas patriarcales en las esferas del poder político y darle paso no solo a las mujeres sino a los nuevos hombres -es decir, hombres antipatriarcales- garantiza una sociedad más sensible y la posibilidad real de la paz con justicia social.

De la formación de una conciencia y cultura política en la vida intelectual y cotidiana de las mujeres dependerá el beneficio real en la cotidianidad femenina, que se supone debe garantizar el hecho de tener  mujeres representándolas políticamente en las esferas de poder.

Una mayor cantidad de mujeres ejerciendo su derecho político a ser elegidas no es garantía de una mejor representación. La presencia de más mujeres en la política es un avance en materia de inclusión sí y solo sí estas mujeres tienen absoluta conciencia y conocimiento de las realidades y dinámicas políticas. Conciencia no solo de país, sino de DDHH. Conciencia feminista o antipatriarcal, como la quieran reconocer. Conciencia de género. Conciencia de diversidad humana, de diversidad de pensamiento y credo, de diversidad sexual.

Si una mujer no es capaz de confrontar el propio machismo enquistado en su vida NUNCA logrará la libertad. Si una mujer sin conciencia del machismo que la habita llega a las esferas del poder político, esta mujer NUNCA será combativa con las políticas patriarcales.

Nos sumamos a la propuesta de la profesora emérita de Ciencias Políticas en la Universidad de California (Estados Unidos) Hanna Fenichel Pitkin:

Hay dos modos de representación política para las mujeres: “Por una parte, accediendo como colectivo social a una representación descriptiva (basada en su presencia física en puestos electivos o de toma de decisiones) y, por otra, una representación sustantiva (un cambio cualitativo durante el proceso y los resultados de la política). Estamos convencidas de que la representación es un camino de doble vía que exige no solo garantizar el acceso, sino a la vez hacer posible la reflexión acerca de la participación, de lo que significa ser mujeres representando los intereses de las mujeres».

La académica Olga Molano enriquece mis reflexiones dándome a conocer que existe la publicación Nadando contra la corriente, mujeres y cuotas políticas en los países andinos (2005) y que esta publicación establece cuatro categorías a cumplir para hacer posible una verdadera participación política.

  1. La inclusión (derechos a participar en política tanto para elegir como para ser elegidos).
  2. La presencia (derecho a ser elegidas en cargos de elección y de designación –leyes de cuotas–).
  3. La representación (posibilidad y responsabilidad de los elegidos de actuar conforme los intereses de un colectivo –las políticas con enfoque de género–).
  4. La paridad (condición y resultado de cambios profundos en la organización social –priorizar discusiones como salud sexual, educación, pobreza en las mujeres–) y agrega: la representación cuantitativa es clave, porque sin una cifra significativa es muy difícil influir en la agenda de contenidos, pero paralelo a ella es necesario que las mujeres se sensibilicen con las problemáticas que las afectan.

Formar una conciencia y cultura política hará más visible para las mujeres la dimensión de su contribución y logrará que cada mujer en su proceder político se haga más visible para la sociedad. Si existe compromiso, convicción e implicación personal de cada ciudadana se puede lograr una verdadera incidencia en los espacios económico, político y cultural del espectro social como gestoras activas, participantes y beneficiarias. Yo agrego que el liderazgo y participación de las mujeres no es un asunto de competencia exclusivamente de la mujeres y mucho menos algo que solo nos atañe a las mujeres.

Es verdad que en nosotras efectivamente recae la responsabilidad de llevar a término nuestra participación. En última instancia, se trata también de la consecución de un proyecto político y humanitario capaz de incluir, representar y generar beneficios a todas las personas por igual. Las mujeres en Colombia representan más de la mitad de su población, su liderazgo y participación política son fundamentales para un cambio real del panorama político en el país.

Si bien es cierto que pienso igual que Emma Goldman, que las mujeres no por el simplemente hecho de ser mujeres somos mejores que los hombres, ni tenemos capacidades superiores para errar diferente o no dejarnos corromper por las dinámicas del poder, sí pienso que es nuestro derecho participar. Es nuestra era. Es nuestro tiempo para cometer nuestros propios errores desde nuestras apuestas, que de ninguna manera incluyen una agenda política de desigualdad social, sexismo y discriminación, segregación ni patriarcado, solo por eso lo haremos diferente a los hombres. Y no podemos hacer esto si no somos despatriarcalizadas.

En Feminismo Artesanal hemos decidido apoyar la era política de la mujer de la mano de hombres despatriarcalizados, y no nos avergüenza decir que preferible un hombre antipatriarcado a una mujer patriarcalizada en el poder.

Por: Mar Candela – Ideóloga Feminismo Artesanal / @femi_artesanal

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