La vida es un constante cambio, lo queramos aceptar o no. Aun así, muchas personas ven el pasado como una camisa de fuerza de la cual no se pueden desprender y piensan que por haber afrontado determinada situación en su pasado esto se repetirá de la misma inevitable manera en el futuro.
Todo cambia, el ambiente que nos rodea, las personas con las que nos relacionamos y, por supuesto, nosotros mismos; por consiguiente, es claro que las cosas que vivamos mañana nunca serán iguales a como fueron ayer, hace una semana o un mes. Y de la misma manera, o tal vez con una velocidad aún mayor, deberíamos permitir que lo que creemos y pensamos evolucione, cambie y crezca.
Lo que creemos y pensamos de nosotros mismos, sobre nuestras capacidades, habilidades y condiciones para lograr determinadas metas que nos planteemos; también lo que pensamos de otros, para aprender de las lecciones que hemos vivido y sacar el máximo provecho de ellas dejando un poco de lado la obvia amargura y malestar que nos puede causar vivir algo que no nos resulta para nada agradable.
Tenemos una habilidad innata para crear, pero por vivir anclados a una imagen cómoda del pasado, muchas veces decidimos anclarnos a lo que conocemos en vez de ampliar nuestros horizontes y permitirnos descubrir nuevas maneras de entender y vivir la vida. Podemos, por ejemplo, crear un futuro lleno de éxito, alegría y triunfo, siempre y cuando tengamos la determinación suficiente para seguir intentando una y otra vez hasta lograrlo.
Para ello es necesario asimilar que el pasado es una lección que quedó atrás, al cual podemos observar como punto de referencia, pero no como guía para definir nuestro presente ni mucho menos nuestro futuro. Y entender que esa habilidad para crear nuestro futuro se determina por lo que hagamos con nuestro presente; no solo podemos esperar que las cosas sean diferentes más adelante, ya que si solo nos quedamos esperando a que las cosas cambien sin hacer nada, lo único que pasará será el tiempo.
No podemos olvidar que los cambios que estamos viviendo en el presente, o que parecen hacerse necesarios en este momento, han sido creados por nuestros actos, pensamientos y/o decisiones del pasado, en cuyo caso, más que miedo a lo desconocido, tal vez lo que sentimos –en el fondo– sea un miedo a descubrir cuál es la consecuencia de nuestra manera de obrar.
Si pudiéramos concentrarnos un poco más en nuestra manera de actuar hoy, sin estar lamentándonos o juzgando lo que pudo suceder en el pasado, podríamos ver que la vida está llena de oportunidades para nosotros y estaríamos listos a aprovecharlas, para así también borrar cualquier tipo de ansiedad por el futuro y dejar de preocuparnos para solo ocuparnos de vivir, aprender y ser felices.
Por: Schneur Zalman Ben-Chaim // @Zalman5K