¿Si este fuese el último día de tu vida, harías lo que tenía planeado para el resto de tu día?¿Seguirías viviendo con miedo?¿Seguirías actuando de la misma manera?…
Todos queremos hacer cambios en nuestra vida, algunos tienen que ver con nuestro comportamiento, con la manera en la que expresamos lo que pensamos y sentimos (o en la forma que evitamos hacerlo), con nuestros hábitos, reacciones, e incluso, queremos cambiar cosas sustanciales en nuestra vida, tales como de trabajo, e incluso la ciudad en la que vivimos.
Algunas veces, esos cambios los tenemos muy claros, pero nos atemoriza ejecutarlos, ya sea porque pensamos que no lograremos completarlos, porque sentimos que podemos fracasar, o porque podemos sentirnos juzgados por los demás. Otras veces solo sentimos la necesidad de un cambio pero no logramos definir con certeza en que área, tal vez porque el cambio abarca tantos aspectos que es difícil concentrarlo en un solo punto.
Esos momentos en donde sentimos que necesitamos cambiar, no son otra cosa que un llamado atención que la vida nos hace para decirnos que prestemos atención en como estamos llevando a cabo las cosas. Una pequeña voz de alerta que quiere que estemos mejor y sabe que lo podemos lograr, pero para llegar a eso, es importante que nos decidamos a actuar.
Es por eso que tal vez la pregunta clave que debemos formularnos en esos momentos en donde se nos cruza por la cabeza la necesidad de un cambio, antes de pensar que cambio es o como llevarlo a cabo, debería ser un “¿¡hasta cuando!?”.
¿Hasta cuando vas a permitir que sea el miedo quien determine tus acciones y reacciones?, ¿Hasta cuando será la opinión de otros, y no tu amor propio, quien determine el rumbo de tu vida?, ¿Hasta cuando vas a reprimir lo que sientes, piensas y eres tan solo por complacer a otros a quienes tal vez no les importas?, ¿Hasta cuando vas a dejar de ser realmente tu?…
Grande o pequeño, el cambio que se quiera llevar a cabo requiere de que podamos estar enfocados en lograrlo y motivados hasta alcanzarlo, y eso se puede lograr si decidimos poner un alto en ciertas actitudes, comportamientos y visiones que tengamos de lo que vivimos para así poder avanzar y construir las “mejoras” que necesitamos tener y vivir.
Podemos ser dueños de nuestro destino, si decidimos que así sea, si creemos que lo podemos lograr y sobre todo, si decidimos poner un alto a aquellas actitudes, comportamientos y pensamientos que nos frenan y bloquean para poder avanzar.
Una buena manera de empezar es alejarnos de la negatividad, y entender que todo puede mejorar; dejar atrás nuestro orgullo, y permitirnos realmente escuchar; sabiendo que podemos sentir miedo, pero que no podemos permitir que nos vuelva a controlar; dejar de dudar de nosotros mismos, y empezar a convencernos de que todo lo que deseamos puede ser parte de nuestra realidad.
Cada día es una nueva oportunidad para empezar de nuevo, aprendiendo de nuestros errores y convirtiéndolo en lecciones. Pero esto será una realidad hasta cuando decidamos enfocar nuestros esfuerzos por poner un algo en una gran cantidad de comportamientos que nos limitan y decidamos enfocarnos en nuestra felicidad.