Explorar las emociones a través del cine y poner en pantalla el complejo mundo de quienes guardan su dolor en el tiempo es un riesgo que muy pocos directores están dispuestos a asumir. Pero hay quienes cuentan con ese talento, como Derek Cianfrance, que ya dejó claro lo que es capaz de hacer detrás de la cámara en Blue Valentine, un drama romántico que Ryan Gosling y Michelle Williams interpretaron de manera magistral. Ahora, con Michael Fassbender, Alicia Vikander y Rachel Weisz como protagonistas de La luz entre los océanos, Cianfrance reafirma su capacidad para tocar las fibras más profundas del público al abordar emociones como la culpa y situaciones como la pérdida de un hijo.
La historia se desarrolla a comienzos del siglo XX en una isla en la que no hay nada a cientos de kilómetros de distancia y donde Tom (Fassbender) encuentra el sitio perfecto para vivir, lejos de todo, hasta de sus recuerdos de la Primera Guerra Mundial. Pero como es ficción, el amor surge incluso en la más extrema soledad y Tom conoce a Isabel antes de partir fuera del continente, con lo que comienzan ante el espectador el romance, las cartas y las sonrisas lejanas… Esta es apenas la primera parte de la película, porque no es –necesariamente– una historia feliz. Es un drama del cine independiente, cercano a la vida real, para reflexionar, para sentir identificación con los personajes y sí, también para recomendar.
Ahora, antes de dañarles la película a quienes les huyen a las reseñas en el séptimo arte, debo aconsejar que lo mejor es no ver el tráiler, que adelanta de manera innecesaria la estructura dramática de la historia, evitando que el espectador llegue con la inocencia necesaria para contraponer sus más profundas emociones ante las imágenes en movimiento que tiene al frente. De hecho, es preferible que se cuestione a sí mismo por los datos objetivos que sabe de la cinta antes de querer saber más de la historia, porque así logrará disfrutar mejor de ella.
Lo que sí se puede adelantar es que La luz entre los océanos está lejos de causar somnolencia, por el contrario, quien asiste a la película podrá conmoverse y al tiempo darle trabajo a la mente gracias a una apuesta visual y argumental coherente. Además, sé que muchos se preguntarán cosas como que ¿por qué la luz entre los océanos?, ¿Fassbender seguirá haciendo méritos para llevarse el premio Óscar?, ¿la historia tendrá la misma fuerza dramática de Blue Valentine? Sin embargo, para tranquilidad de la mayoría, estas preguntas se responden con satisfacción durante el filme.
Así que la apuesta es clara, si quiere dedicarle un tiempo a reflexionar acerca de emociones que van de la soledad a la culpa, La luz entre los océanos es una opción de la cartelera de cine actual a la que se le puede pagar la boleta sin remordimientos. De vez en cuando haga el ejercicio y sálgase de la oferta comercial para darles la oportunidad a narrativas que lo pueden sorprender y volver un cinéfilo más.
*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.