Por: Juan Carlos Prieto García // @jackpriga
¡Tanto qué decir y tan pocas líneas! Es lo primero que viene a mi mente cuando leo o escucho algunas frases que intentan describir lo que somos y cómo nos reconocemos.
Después de un largo pero productivo día de trabajo en el que nos propusimos reducir la ignorancia de esta ciudad con acciones de impacto como vestir la Torre Colpatria (uno de los edificios más emblemáticos de Bogotá) con mensajes sobre la diversidad sexual, o pintar cebras peatonales con la bandera multicolor (que valga la pena aclarar no es la bandera “gay” sino de la diversidad sexual), me siento en mi sofá a ver televisión con la esperanza de relajar mi mente y hacer uso del hemisferio de mi cerebro que sólo se interesa por cosas banales e intrascendentes.
Con el computador en las piernas y revisando mi correo electrónico, concentro la mirada y toda la escucha en lo que debería ser un programa de alto contenido periodístico. Hoy el tema: “El Dilema”; ¿dilema? Sí, señoras y señores: el dilema de ser LGBTI en un país en el que todavía este asunto tan normal pero a la vez íntimo ocupa el interés y el morbo del horario triple A de un canal privado.
Inicia su desarrollo con las implicaciones que tiene o no la “aceptación” de la homosexualidad de dos jóvenes en sus familias. Tema duro y complejo por supuesto, pero que de ser tratado con responsabilidad y rigor investigativo entendería la diferencia entre ser gay (hombre que dirige su deseo afectivo y erótico hacia otro hombre) y mujer transgénero (mujer que construye su identidad más allá de su genitalidad). Es increíble que sigamos reproduciendo en los medios de comunicación la idea que todo hombre homosexual es similar, parecido o la misma vaina que ser transgénero. ¡No, no y no! No me venga con el cuento que el tema es complejo y que es mejor para el televidente una información sin rigurosidad.
¡Carajo! Lo mínimo que le exigimos querido medio de comunicación es que si no le gusta leer o investigar pues pregunte. Una persona no puede llamarse LGBTI pues es literalmente imposible ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero e intersexual al mismo tiempo; es complejo, por no decir incorrecto, utilizar el término homosexualismo, pues el sufijo “ismo” patologiza, por eso se habla de homosexualidad; no reproduzca la idea que todos los gays queremos ser mujeres o que todas las lesbianas quieren ser hombres y por favor nunca pero nunca vuelva a utilizar “inclinación, opción, situación, desviación y mucho menos aberración” cuando se intente referir a una identidad sexual.
Comprenda que de buenas intenciones está hecho el mundo, pero su papel como medio de comunicación es informar y hacerlo significa investigación responsable. Las personas diversas sexualmente se lo agradeceremos de corazón. De lo contrario, no será más que una historia sensacionalista y nada transformadora.