Por: Andrea Padilla Villarraga*
El 31 de agosto, seis concejales de los diez que conforman la “Comisión Animalista” del Concejo de Pasto le dijeron ‘no’ al endeudamiento que solicitaba el alcalde Pedro Vicente Obando para iniciar la “reconversión laboral y productiva de los ciudadanos que operan vehículos de tracción animal”. Uno de ellos, Fidel Darío Martínez, incluso resultó elegido con esta bandera. En su campaña renegaba de los “caballitos carretilleros maltratados y torturados”, a los que hoy les niega el dinero para iniciar su sustitución. Otra de las del ‘no’ de esta comisión fue Lucía del Socorro Basante, quien siempre anunció votaría a favor.
Los votos por el ‘sí’ de estos honorables habrían sumado 15 a favor para echar a andar el proyecto de reconversión. Sin embargo, hoy su “falsedad ideológica” lo posterga. Esta conducta debería bastar para poner en tela de juicio la legitimidad de concejales que se hacen elegir con mentiras o incumplen los compromisos y las responsabilidades de las comisiones que integran.
En cambio, nueve votos a favor y diez en contra bastaron para arrancarles a los caballos de Pasto la posibilidad de una vida en paz. Quienes los conducen también tendrán que continuar viviendo en la segregación y la marginalidad.
El empréstito que solicitaba el alcalde era de 7000 millones de pesos, es decir, el equivalente al 0,35% del presupuesto cuatrienal de Pasto. Con este recurso habrían podido sustituir 398 vehículos de tracción animal juiciosamente censados, caracterizados e identificados con microchip, entre 2009 y 2014.
Ahora, tras los pretextos de más estudios y un nuevo censo, esgrimidos por los concejales del ‘no’, quién sabe con qué motivos, los defensores de animales y la administración municipal temen que ocurra lo inevitable: la llegada de “carreteros” convertidos en tales de la noche a la mañana, el enredo del proceso con más burocracia y nuevos intereses, y nuevas dificultades presupuestales por el incremento desmedido de equinos y carretilleros reclamantes.
Lo cierto es que el ‘no’, patrimonio de politiqueros que buscan con sus negativas dilapidar oportunidades para otros y mantener el conflicto, alegando razones de mejora, mantendrá, en este caso, la violencia contra humanos y animales que se libra diariamente en las calles de Pasto. En 2015 fueron atendidas 450 denuncias por violencia contra “caballos carretilleros”. El caso más reciente ocurrió el 2 de este mes cuando un caballo murió atropellado por culpa de su conductor.
El 7 de septiembre se vence el plazo para que el alcalde de Pasto objete la negativa del Concejo. Tres razones deberían bastarles a los concejales del ‘no’, aunque la del maltrato animal debería ser suficiente para los que integran la Comisión Animalista. La primera, es la existencia de un decreto nacional de 2010 que proscribe los vehículos de tracción animal en municipios de primera categoría y ordena sus sustitución. La segunda, es el cumplimiento de los requisitos legales exigidos para el trámite del proyecto. Y la tercera, es la imposibilidad de financiar el proyecto mediante una fuente distinta al endeudamiento.
También, en este caso, el ‘sí’ es la respuesta que le abriría las puertas a la paz.
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Candidata PhD Derecho Universidad de los Andes. Vocera en Colombia AnimaNaturalis Internacional.