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“Libres” de palomas

Hace dos semanas Noticias Uno presentó en su sección ‘¡Qué tal esto!’ una nota sobre el proyecto de acuerdo del concejal Emel Rojas, del partido político Libres, para controlar la población de palomas en Bogotá. En la sesión del Concejo que pasó el noticiero, Rojas citó como fuente a Actualidad Panamericana y propuso traer halcones para “disuadir” a las palomas (sí, disuadirlas). Enseguida Celio Nieves, del Polo, sugirió cantarles para espantarlas. Finalmente Pedro Santiesteban, concejal del Centro Democrático, opinó matarlas para “mitigar el hambre de los pobladores del Bronx”. Tal sarta de estupideces causaría risa, si no fuera porque terminan aprobando proyectos desastrosos y por cada sesión cobran un millón.

El propósito del proyecto es bueno, pero su planteamiento es nefasto. En la exposición de motivos, Emel Rojas argumenta, como un auténtico higienista del siglo XIX, que a las palomas prácticamente habría que acabarlas por ser transmisoras de cuanto virus y enfermedad existen. En una palabra, pareciera invitarnos a vivir “libres” de palomas, quizás en honor a su partido.

Con latinazgos, el concejal nombra una a una “las graves amenazas para la salud pública” que acarrean las palomas “derivadas de su papel como reservorio y transmisor de enfermedades zoonóticas”. Además, sostiene que son “un riesgo para las actividades aeronáuticas”, que “pueden consumir y contaminar grandes cantidades de alimento generando pérdidas económicas para la producción en plantas de producción”, que son “agentes transmisores de influenza aviar”, que “pueden llegar a ser nocivas para algunos ecosistemas” y que su excremento daña “los monumentos históricos de las ciudades, sus edificaciones, parques y demás lugares de esparcimiento, ductos de aire acondicionado y tuberías”. En una palabra: ¡la roya! Quizás fue por ello que hace algunos años un cura decidió matarlas a punta de chuzos en la catedral. Todo por el bien de la humanidad.

Sin embargo, reitero, la intención es buena: controlar la población de palomas mediante la instalación de palomares anticonceptivos. Un tema que los defensores de animales llevamos años planteando, con buen criterio, así como hemos abogado por el control humanitario de la población de gatos y perros mediante la esterilización. Todo por el bien de los animales.

Es una pena que la Secretaría de Gobierno no le haya dado viabilidad. Pese a ello, creo que el proyecto ameritaría seguir su trámite en el Concejo con una buena discusión, mejor argumentación, revisión del planteamiento y asesoría de ambientalistas, defensores de animales y profesionales en lo ambiental. Estamos dispuestos a ayudar.

Es lamentable que buenas iniciativas se vean opacadas por malas argumentaciones. Aunque en este caso el fin pueda ser el mismo para quienes consideramos que las palomas tienen derecho a habitar libremente el territorio y quienes piensan, en cambio, que son un nuevo agente terrorista, los argumentos deberían ser siempre justos. Más aún cuando proceden de un escenario donde se discuten y deciden los intereses de la ciudad.

Creo que la población de palomas hay que atenderla humanitariamente por su bienestar y por el bien común. Ojalá un día hagamos la reflexión sobre el control de nuestra propia especie y su impacto en la vida y supervivencia del planeta y los demás animales, a ver qué tan inocuos e inmaculados somos.

*Las opiniones expresadas por el columnista no representan necesariamente las de PUBLIMETRO Colombia S.A.S.

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