El asesinato de una mujer a manos de un soldado tensó más este jueves la relación del Gobierno y la sociedad en momentos en que el ministro de Defensa, Carlos Holmes Trujillo, está en el ojo del huracán por los abusos policiales y por su respuesta a una orden judicial sobre excesos de la fuerza pública.
Juliana Giraldo, una transexual de 38 años, recibió este jueves un disparo en la cabeza cuando viajaba en un automóvil junto con su marido y otras dos personas en cercanías de un punto llamado Guatemala, en el municipio de Miranda, en el departamento del Cauca (suroeste).
«El Ejército me acaba de matar a mi mujer», reclamó en medio de gritos Francisco Larrañaga quien grabó en un video a los soldados que minutos antes del ataque los detuvieron en la vía.
Esa institución reconoció la muerte de la mujer, que se produce en un momento de alta tensión en Colombia por los abusos y el exceso de violencia de miembros de la Policía en las protestas sociales.
El asesinato de Giraldo caldeó los ánimos de la ciudadanía que hastiada de la violencia el lunes pasado volvió a protestar en las calles contra la brutalidad policial que el pasado 9 de septiembre acabó con la vida de Javier Ordóñez, un hombre de 46 años por cuya muerte fueron detenidos dos agentes.
«Juliana Giraldo Díaz no murió, a Juliana la mataron. La asesinaron a sangre fría y en estado de indefensión», dijo la Red Comunitaria Trans, una organización defensora de derechos humanos que exigió justicia por su asesinato.
Mientras que el presidente Iván Duque condenó lo ocurrido y lo calificó como un «repudiable hecho», varios sectores le exigieron pronunciamientos contundentes y medidas que ayuden a Colombia a salir del espiral de violencia que sigue en aumento.
Duque ordenó una «investigación con celeridad» y dijo que el «responsable debe recibir castigo ejemplar», pero los ciudadanos insistieron en que los abusos en los que se han visto involucrados varios uniformados no son aislados.
El país recordó que el pasado 25 de noviembre el bachiller Dilan Cruz murió en una clínica de Bogotá, dos días después de ser herido en la cabeza por un disparo de perdigones de un miembro del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad), cuando participaba en una protesta.
También el pasado 20 de mayo, Ánderson Arboleda, un joven negro, falleció en una clínica de Cali por los golpes que sufrió en la cabeza un día antes en el vecino departamento del Cauca y que al parecer le fueron propinados por policías que le recriminaron por violar la cuarentena contra el coronavirus.
El ministro Trujillo, cuya renuncia al cargo ha sido pedida por varios políticos de la oposición, manifestó que «el personal involucrado en el hecho, (…) será separado de sus funciones y ha sido puesto a disposición de las autoridades competentes para las acciones que en derecho correspondan».