El testigo, que vio el asesinato de Javier Ordóñez dentro del CAI de Villa Luz, narró la brutal agresión de la que su amigo fue víctima.
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Wilder Salazar fue el amigo que vio el asesinato de Javier Ordóñez en el CAI de Villa Luz, localidad de Engativá. Salazar fue detenido junto con Ordóñez y presenció toda la agresión, incluida la golpiza dentro del CAI. Su testimonio fue revelado por la representante Katherine Miranda en sesión plenaria del Congreso.
Según Salazar, la brutalidad de la agresión se dio en varios períodos, incluidos los disparos con pistola taser. «Los policías nunca se detuvieron, lo golpearon en varias oportunidades en el rostro y seguían con la pistola taser. Pero las descargas ya no se las hacían sobre la ropa porque ya tenía la camiseta desgarrada, se las hacían sobre la piel”, cuenta.
Tanto Ordóñez como Salazar fueron trasladados en una van, donde siguieron las agresiones. «Nos trasladan rápidamente al CAI de Villa Luz. Yo me bajo por mis propios medios, me empujan, entro al CAI. Me empujan hacia la parte del fondo del CAI. Cuando yo veo a Javier, él ya venía muy débil, con la cabeza agachada», dice.
Dentro del CAI, los uniformados siguieron golpeando brutalmente a Ordóñez. «Él se encontraba esposado, estaba totalmente inmovilizado, él no podía hacer absolutamente nada y lo botan a mis pies, esposado, él queda en forma fetal. Lo siguen agrediendo física y verbalmente. Javier ya casi no se quejaba, hablaba muy poco y yo alcanzaba a escuchar que él, para respirar, tenía mucha dificultad», continúa.
“En todo momento le pedí ayuda a ellos. Que por favor lleváramos a mi amigo Javier a un hospital, que era lo mínimo que se debía hacer. Nunca nos ayudaron, nunca lo ayudaron. Ellos solo se acercaban era para agredirlo verbal o físicamente. Observo que llegan muchos más policías, tal vez cuatro o cinco, no estoy seguro de la cantidad, pero eran varios. Ven que lo están lastimando y no le prestan ayuda”, sostiene.
Cuando llega Juan David Uribe al CAI, Salazar le pide ayuda. “Yo me desespero, empiezo a gritar como loco: ‘¡por favor quítenme las esposas!’. Hasta que por fin me sueltan una esposa y queda colgando la otra. Cuando yo siento a Javier, me doy cuenta que él está totalmente pálido, tiene su ojo totalmente hinchado, una parte de su cara está totalmente hinchada, tiene marcas por todo el cuerpo”, asegura.
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Salazar, que vio el asesinato de Javier Ordóñez, lo acompañó en la patrulla que lo llevó a la clínica Santa María del Lago. «Todo el camino le dábamos palmadas en los cachetes. Yo le traté de abrir los ojos, le puse la mano en la nariz. Mi amigo Juan David le hacía en la cara, le decía: ‘Javi, reacciona. Javi, reacciona”. Yo le hacía en la pierna, le hacía en el estómago como tratando de calentarlo para ver si de pronto él reaccionaba, pero él nunca abrió los ojos”, cuenta.
«Sale una doctora, ella se arrodilla, me pone la mano y me dice: ‘lo siento mucho, no se pudo hacer nada porque su amigo ya llegó muerto’. Uno no puede describir lo que siente en ese momento”, remata Salazar.
El testimonio de Salazar y la forma en la que vio el asesinato de Javier Ordóñez son pruebas clave en el juicio contra los patrulleros Juan Camilo Lloreda y Damián Rodríguez. Los uniformados, que fueron retirados de la Policía, deberán afrontar juicio penal en la Fiscalía y disciplinario en la Procuraduría.